Las fuerzas que cambian la historia son las mismas que hacen feliz al hombre
Todo comenzó a partir de algunas relaciones en el ámbito de la actividad social que realizamos con la ONG Fundación Ángel. Entre ellas, la relación con el gobernador de la provincia de Santa Fe, Ing. Miguel Lifschitz.
Luego de un tiempo en el que él se interesó por lo que hacíamos, le propusimos presentar el libro de La belleza desarmada, a lo cual accedió con mucho interés. Se trataba de todo un desafío para nosotros realizar un acto público invitando a un diálogo abierto. Para ello pensamos en el profesor Alejandro Bonnet.
La consigna era arriesgar nuestra fe en primera persona. Rápidamente, nos pusimos manos a la obra.
DOS DÍAS CORRIENDO. En un momento dado, parecía que el encuentro iba a suspenderse, porque hasta seis días antes no teníamos la confirmación del gobernador, por su abultada agenda en un mes complicado y lleno de actividades. Finalmente, dos días antes, cuando ya habíamos comunicado que se suspendería, llega una llamada confirmando su asistencia. Había decidido hacer un espacio, entre sus mil compromisos, para acudir a la presentación.
En medio de las complicaciones de la vida de cada uno de nosotros, aparecía un nuevo desafío. Maratonianamente se hicieron todas las consultas necesarias: los tiempos, los invitados, el salón... En tan solo dos horas, finalmente, decidimos con los amigos de la Fundación y con los del movimiento lanzarnos a la aventura, a pesar del tiempo escasísimo, pero con mucha certeza. Era un imprevisto: la realidad nos estaba invitando a arriesgar esperando ver qué pasaba.
Corrimos dos días intensamente. Y se vio una amistad en acción, enriquecida con colaboraciones insospechadas. Por ejemplo, la de dos señoras que trabajan en la Mutual en cuyo salón se celebraría el encuentro. Julián de la Morena nos había trasladado el deseo de Carrón de medirse en el ámbito público con quienes estuvieran interesados en el libro.
DARNOS CUENTA DE UN CAMBIO. Así que llegó la fecha señalada. En las palabras de bienvenida en nombre del movimiento de CL, Walter Albornoz citó un pasaje del libro: «De la nada no se vive. Nadie puede mantenerse en pie, tener una relación constructiva con la realidad, sin algo por lo que valga la pena vivir, sin una hipótesis de significado». A continuación escuchamos una canción de un músico rosarino, Jorge Fandermole, titulada Diamante, que habla del bien que recibimos en la vida.
Eduardo Sánchez, después, presentó a los dos invitados, Miguel Lifschitz y Alejandro Bonnet, diciendo que «estamos afrontando situaciones que, hace algunas décadas, ni siquiera soñábamos. Por eso el Papa Francisco ha insistido en que debemos darnos cuenta de este cambio de contexto y encontrar una nueva forma de estar presentes. La crisis antropológica en todos los ámbitos, la crisis de la educación, la situación respecto a la familia o los nuevos derechos, tantas situaciones que ahora están en el debate en el clima cultural que vivimos. Todos nos debemos enfrentar a estos nuevos desafíos. Las fuerzas que cambian la historia son las mismas que hacen feliz al hombre. Todos deseamos ver una luz, en medio de la oscuridad donde tantas veces nos encontramos y entonces me parece que es una ocasión preciosa para establecer un diálogo, en todos los campos, sobre estas cuestiones que nos incumben a todos».
Por su parte, Alejandro Bonnet, profesor de la Universidad Católica, mencionó que «este libro nace de una experiencia. Ninguna de las palabras escritas aquí nace de un pensamiento abstracto, sino de una experiencia. Asume una herencia y la confronta con diez años de su vida».
«Lo que hace Carrón no es repetir teorías, sino confrontarse con la realidad que tiene enfrente. Tiene la virtud de la contemporaneidad, le habla al hombre de hoy. Por eso es un libro que ha generado un diálogo, un debate en todo el mundo», concluyó Bonnet.
En su intervención, Lifschitz señaló que «el libro, empezando por el propio título, nos desafía y nos motiva; un título por demás sugerente: dos palabras que normalmente no están vinculadas, la palabra belleza y la palabra desarmada».
«Me pareció interesante esa mirada y ese análisis que hace Carrón de la crisis de la cultura, la crisis existencial, la falta de certezas. Para muchos las religiones han dejado de ser una fuente de seguridad y de certeza; y también el pensamiento y las ideologías sufren una profunda crisis. Esto no quiere decir que las religiones o las ideas no tengan cabida. En todo caso habrá que encontrar un nuevo sentido y un nuevo valor y creo que a eso nos desafía el libro», agregó.
Lifschitz afirmó que «debemos pensar en el futuro, pensar hacia delante, sin prejuicios, sabiendo que todo lo que pensamos y todo lo que vivimos como experiencia anterior nos puede servir como una orientación, como un marco de referencia; pero si realmente queremos acertar con el futuro, necesariamente tenemos que afrontar este reto. El futuro está hecho de cosas nuevas y tenemos que animarnos a salir de los moldes que nosotros mismos hemos construido para animarnos a construir realidades nuevas. Y como todo lo nuevo y todo lo que no conocemos todavía tiene márgenes de incertidumbre muy altos, creo que vale la pena el riesgo de avanzar y no quedarnos rehenes del pasado», concluyó Lifschitz.
CONSTRUIR SOBRE LO QUE ESTÁ SUCEDIENDO. Después del evento, el profesor Bonnet comentaba: «Luego de confirmarse el encuentro, la noche del martes, escribí lo que me había dejado impreso en el corazón la lectura de La belleza desarmada y es lo que compartí con Miguel Lifschitz. Al escuchar lo que exponía noté en los ojos del Gobernador que me miraba fijamente, un brillo extraño, se movía ardientemente su mirada, como queriendo desentrañar cada palabra que escuchaba. Cuando le tocó hablar, noté que le habían penetrado el corazón, porque tomaba las frases principales y las comentaba una por una. Luego al preguntarle sobre la cuestión fundamental, el sentido por el cual hace todo lo que hace como político, noté que tocamos un punto clave, un tipo de pregunta inusual en estos debates. Se vio que la lectura de La belleza desarmada le había tocado, su sonrisa lo decía todo. Al concluir me dijo expresamente, en privado y deteniéndose con la mirada: “Me gustó mucho la síntesis que hizo del texto”, mostrando de esa manera que lo había leído previamente y que el encuentro había sido real y no protocolar».
Al final del encuentro se respiraba en el ambiente un clima de alegría, había algo distinto en la atmósfera, se percibía algo en las miradas y en los gestos de agradecimiento. El gobernador decidió alargar su estadía para compartir unos momentos de diálogo y para conocer más a la gente presente y saludar. Uno de sus colaboradores agregó: «Lo conocemos y se ve que está muy contento». Se lo veía distendido y como entre amigos. Los comentarios de los que asistieron al acto son una ocasión para caer en la cuenta de lo que ha sucedido. Había muchas personas agradecidas por lo que habían visto, algunos que nunca habían participado en un gesto así estaban emocionados por la belleza del encuentro, otros agradecidos por la relaciones o por los que habían conocido en esa ocasión. Nada de formalismo, el encuentro ha tocado a muchos en el corazón. Martín, un amigo que se involucró a fondo, dijo en la asamblea posterior: «Para mí fue una ganancia porque al arriesgar por un acto público, yo que soy de otro partido político tuve que dar respuesta a todos en mi ciudad, donde pegué afiches, de quién soy y a quién pertenezco».
El entusiasmo por una presencia nos permitió recuperar la pureza del origen, al abandonarnos a un acontecimiento que sucede ahora y no a una pretendida seguridad cultural. «Al principio de CL se construía, se intentaba construir, sobre algo que estaba sucediendo» y en esta ocasión esto resultó evidente para muchos.
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