El rector de la Facultad teológica de Lugano, RENÉ ROUX, relata el congreso sobre el fundador de CL que ha mostrado su influencia en el debate teológico internacional, incluso más allá de los confines de la Iglesia Católica
«Confieso que yo también acudiré con ganas de aprender». Así se expresaba el profesor René Roux, rector de la Facultad teológica de Lugano, en vísperas del congreso organizado en el ateneo suizo sobre “El recorrido teológico y la apertura ecuménica” de don Luigi Giussani, que se celebró del 11 al 13 del pasado mes de diciembre. Roux, 51 años, sacerdote desde 1991, enseña desde 2014 Historia de las doctrinas cristológicas en ámbito griego y siríaco, Historia de la hermenéutica teológica y Teología de las religiones. Ha querido celebrar el veinticinco aniversario de la Facultad con este congreso dedicado a una personalidad amiga del fundador del ateneo, monseñor Eugenio Corecco.
Que don Giussani figure entre las personalidades más significativas del catolicismo del siglo XX es un hecho ampliamente reconocido en el plano eclesiástico y educativo. Menos conocida es su contribución en el debate teológico internacional. Los tres días de Lugano han permitido focalizar y poner de relieve precisamente este aspecto de su poliédrica personalidad. Lo ha reconocido al término de los trabajos el mismo Roux: «Además de valorar el estado de las investigaciones sobre el pensamiento teológico de Giussani, el congreso nos ha permitido caer en la cuenta, con asombro, de la amplitud de esta materia. Sus lecturas, las relaciones personales y el contexto histórico tan complejo en que vivió contribuyeron a la maduración y afinamiento de su pensamiento de manera original. Creo que fue la clave cristocéntrica lo que le permitió encontrar una unidad y, al mismo tiempo, abrirse a la dimensión universal». La centralidad de Jesucristo emergió ampliamente en los diálogos de Lugano, empezando por la lectio magistralis de Julián Carrón.
A Roux también le sorprendió notar la influencia del pensamiento de Giussani fuera de la Iglesia Católica, tanto como para que naciera una comunidad de CL formada por miembros de la Iglesia ortodoxa, como testimoniaba Alexander Filonenko, profesor en la universidad de Járkov.
Según el rector, el modo en que Giussani elaboró las categorías de “encuentro” y de “experiencia” consiente a la filosofía y a la teología subrayar «la dimensión profundamente personal del conocimiento, sin caer en un subjetivismo arbitrario que se torna medida de la realidad. Tal como Giussani lo entiende, el encuentro, como una realidad externa que llama al hombre, permite salir de las arenas de esas reducciones filosóficas que, al final, resultan incapaces de ver la posibilidad de una revelación y acaban por no ser capaces de explicar la experiencia cristiana tal cual es».
La de Giussani, según Roux, es una originalidad eminentemente epistemológica, es decir, se refiere a la capacidad del hombre para conocer y así restituye a la experiencia cristiana «credibilidad a nivel racional».
Una de las sorpresas del congreso, también para los expertos en la materia, es el influjo que don Giussani ejerció sobre Hans Urs von Balthasar (que, entre otras cosas, revisaba las traducciones al alemán de los textos del fundador de CL). André-Marie Jerumanis, catedrático de Teología moral en Lugano, mostró cómo el teólogo de Basilea, en la última parte de su imponente trilogía, remite al pensamiento del fundador de CL para argumentar su Teología de la Misericordia. «Aquí se ve que Balthasar reconoce al sacerdote de Desio como teólogo digno de ser citado como tal», continúa el rector. «Esto se desprende del hecho de identificar huellas de ciertas concepciones “giussanianas” también en la pluma de Benedicto XVI y del Papa Francisco. Lo cual demuestra cómo su pensamiento no es solo un “catecismo” para su movimiento, sino motivo de reflexión para muchos otros. Me parece claro que solo estamos al comienzo del estudio del pensamiento de Giussani. Lejos de ser un punto de llegada, este congreso pretende ser el punto de arranque para nuevos caminos de investigación y profundización».
«EL ENCUENTRO». ¿Y en qué direcciones podría moverse esta investigación? «El comité científico del congreso se reunirá en breve con el fin de identificar las líneas de investigación para tesis de doctorado y posibles proyectos de investigación», explica Roux. «En mi intervención me centré, por ejemplo, en el modo que tiene Giussani de leer las Sagradas Escrituras. No he hallado un texto en que él aborde de manera explícita su acercamiento a este tema, de manera que tuve que reconstruirlo a partir del análisis de un cierto número de sus textos. Es un trabajo que debe continuar, considerando todas sus intervenciones, también para comprobar la lectura que he realizado. Porque, por lo que yo sé, este ha sido el primer intento en este sentido».
Su tesis es que Giussani se acerca al texto bíblico de manera «coherente y consistente» y que se desprende también en este ámbito de la categoría del encuentro. «La Biblia en Giussani se concibe como el testimonio del encuentro fundante con Jesucristo, la Revelación, que se convierte en paradigma del encuentro posible también para mí hoy. La lectura de las Escrituras no nos permite simplemente ser informados acerca de hechos del pasado, sino que a través de ella somos invitados a repetir ese mismo encuentro. Lo cual puede acontecer a través de la comunidad cristiana que vive en continuidad con la antigua». En este sentido, para Roux, se trata de un método que devuelve la Biblia al corazón de la experiencia cristiana. La Biblia deja de ser simplemente un “instrumento” para discursos eruditos, sino que se propone de nuevo en lo que es, en continuidad con la tradición antigua de los Padres de la Iglesia. «Otro aspecto es conjugar esta línea de investigación con la del cardenal Montini, en su Carta Pastoral de 1957 Sobre el sentido religioso, en la que el entonces arzobispo de Milán habla de Cristo como respuesta a la pregunta de significado que alberga en todos los hombres. Un documento que Giussani cita y retoma ya en ese mismo año, testimoniando una gran estima por el futuro Pablo VI».
Este momento de estudio ha sido precioso para la vida de la facultad. «Nos encontramos ante un pensamiento original, fontal, como lo ha definido espléndidamente el cardenal Angelo Scola, que permite a quien se dedica profesionalmente a la teología volver a descubrir las razones de su propio obrar. Para nosotros, mirar a este autor significa volver a los orígenes de nuestro ateneo, fundado por Eugenio Corecco, que tuvo con él una sintonía profunda. Es evidente que la nuestra no es la “facultad de Giussani”, por su naturaleza es un lugar donde se cultivan muchas orientaciones de pensamiento que deben comunicar entre ellas. Pero lo que se ha puesto de manifiesto estos días es que Giussani fue un verdadero maestro en este enfoque de diálogo y de contactos».
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