El sabor de la amistad
El pasado sábado 29 de marzo, llegábamos a Humocaro Alto, pasadas las 12 del mediodía, al Monasterio Nuestra Señora de Coromoto de las Hermanas Trapenses. Teníamos el encuentro con Madre Cristiana (procedente del el monasterio Trapense de Vitorchiano, en cuya comunidad monástica han nacido los himnos litúrgicos que don Giussani nos ha enseñado a meditar, madre Cristiana fue abadesa durante muchos años; actualmente, vive en este monasterio en Venezuela; ndr) para compartir nuestras experiencias a la luz de la intervención de Julián Carrón en la Asamblea General de la CdO en Milán en el pasado mes de noviembre, sobre “Los orígenes de la gratuidad”. La expectativa era grande, para algunos era la primera vez que escucharían y compartirían un momento con Madre Cristiana. A las 3:30 pm vimos llegar, por las estrechas ventanas verticales del locutorio, a Madre Cristiana con su caminar pausado, tranquilo, acomodando la silla en la cual se sentaría para conversar con nosotros. Empezaba así un encuentro hermoso e intenso, que capturó toda nuestra atención con una seriedad y una alegría profundas. Madre Cristiana nos manifestó su profundo agradecimiento, con alegría y sencillez, por nuestra visita. Fue un momento muy educativo, que nos permitió advertir que lo que allí acontecía era algo que rebasaba nuestras previsiones. Madre Cristiana nos preguntó por nuestra experiencias personales y de trabajo. Me impactó mucho cuando conversamos sobre “la amistad operativa” ya que nos permitía enjuiciar lo que hemos venido realizando en Venezuela desde diciembre de 2006: varios amigos que nos hemos juntado, compartiendo un mismo “criterio ideal” a la hora de afrontar nuestras necesidades. No se trata de una amistad en el sentido convencional. Estos amigos me acompañan en el esfuerzo que supone emprender, construir una empresa. Sin ellos, hubiese desistido de crear mi empresa de desarrollo de Software. Con ellos, he aprendido a trabajar con pasión, a hacer las cosas bien, cuidando los detalles, atraído por cómo ellos trabajan, cómo se mueven, y ayudándonos mutuamente a retomar el origen de todo lo que hacemos. Madre Cristiana nos decía que la amistad tiene un sabor a milagro; primero existe, y luego puede ser operativa, capaz de compartir todo lo concreto y ayudándonos siempre a reconocer que somos seres necesitados. Madre Cristiana identificaba en primer lugar la necesidad personal: somos como el mendigo que pide y agradece por todo lo que se le concede; pero también, necesitamos descubrir que todos los demás también están necesitados. Debemos ayudarnos a escuchar, saber escuchar, cuál es la necesidad del otro: necesidad de amistad, de comprensión, de afecto, de compañía. Nunca antes se me había planteado de manera tan clara y contundente el tema de la necesidad del otro, educarnos para reconocer la necesidad del otro. Pero durante este año en la CdO, participando de los encuentros mensuales, en las cenas de Navidad y en otros gestos, me he visto educado en la fidelidad al camino empezado y en la atención a lo que hacen y le pasa a mis amigos, con una tensión firme, dispuesto a acompañarlos, sin pretender dar solución a todo, pero sí a compartir la vida. La sencillez de corazón, indicaba Madre Cristiana, es una premisa para saber escuchar y estar atento a la necesidad del otro. Necesitamos volver a ser como niños, como aquel niño de la Campaña Manos Unidas que participó en el programa El Placer de Leer, que consiste en llevar libros a las escuelas más necesitadas, de los sectores más pobres. Este niño con sencillez reconoció la necesidad de otros de condición socioeconómica inferior, y esto lo remitía a una inevitable gratuidad, a dar gracias por todo lo que ha recibido. El testimonio de Madre Cristiana nos ha relanzado en todo lo que hacemos en el ámbito de la Compañía de las Obras de Venezuela, en nuestras profesiones y en toda nuestra vida, pues nos confirma en el método recibido que es el de seguir.
Carlos Eduardo, Caracas, (Venezuela)
En mi ciudad natal
Esta Semana Santa hemos ido 55 personas de mi fraternidad a Córdoba, mi ciudad natal por la que siento un gran afecto, más aún en estos días de Pasión, con sus procesiones, olor a incienso y azahar. Un viaje de cuatro días intensos, repletos de visitas culturales, momentos de oración, convivencia con los amigos de Córdoba, cantos, chistes, juegos, paseos por la judería, silencio y respeto ante las procesiones. En todo ello he podido percibir, más que nunca, el ciento por uno: lo recibido ha sido infinitamente superior a lo que esperaba, ¡y mi ilusión por este viaje ya era inmensa! Retomaba los días anteriores unos apuntes de don Gius titulados “Hacerse hijos”, en los que nos habla de la pertenencia y la obediencia, en el sentido de que sólo se puede obedecer a algo a lo que sentimos pertenecer; y si sentimos que no pertenecemos, no se puede obedecer. Si uno pertenece, sigue, se hace hijo, obedece. A raíz de esta lectura he podido ver en estos días un grupo grande de personas obedientes, en su sentido más amplio. Me ha conmovido la disposición de 14 familias a hacer de este viaje un lugar de encuentro para cada uno, y para aquellos que nos han recibido en Córdoba: la parroquia y amigos de Javier Calavia, que no podían hacer más de lo que han hecho agasajándonos con exquisiteces; mis padres, que nos han abierto las puertas de su casa con absoluta entrega; el propio Javier, amigo, hermano y padre de esta fraternidad desde sus primeros comienzos, que se ha ocupado con gran ilusión de prepararnos gran parte de las visitas. Obediencia por parte de tantas personas de la fraternidad que, en cuanto les pedí su colaboración en aquello que ellos saben hacer bien, respondieron con un sí inmediato, y que han hecho posible que este viaje, más que el trabajo de uno, haya sido la suma de muchos que se han jugado su libertad y lo han enriquecido exponencialmente. Pero no quiero dejar pasar un descubrimiento que muchos de nosotros hemos hecho: nuestros hijos –28 niños de 1 a 16 años– que han demostrado ser estupendos, como dijo Javier en su homilía del Domingo de Ramos: «Estos chicos son mejores que sus padres, lo cual dice mucho de sus padres». Lo dijeron mis padres después de un día en el campo: «Parece que no hay niños». Es verdad, ellos sabían cuándo tenían que atender las explicaciones de un monumento, sabían cuándo era momento de estar todos juntos, y cuándo debían retirarse a jugar con una gran unidad, o entusiasmarse participando en un concurso improvisado de preguntas sobre las visitas culturales. Y es aquí donde para mí se cumple lo que decía don Gius: obediencia por pertenencia. Nuestros hijos no son mejores que otros, pero “al baño María” han adquirido una educación propia del que se siente perteneciente a un pueblo, perciben un atractivo que por ósmosis les hace seguir con alegría y obediencia. Dando gracias a Dios, sus “mochilas” se están llenando de maravilla.
Mati, Madrid (España)
Bautizados en la Vigilia Pascual
Alrededor de 70 universitarios participaron en el gesto que el CLU propuso en Semana Santa. Hubo dos momentos principales: el jueves, en Ancón pudimos cantar y leer el texto Se puede vivir como Jesús; y el viernes participamos en el Via Crucis con todo el movimiento. Este año la Semana Santa coincidía para la mayoría de los participantes con el fin de las vacaciones de verano, y fue la ocasión para volver a empezar intensamente la vida universitaria. Caravaggio, Mozart, Péguy, De Victoria, entre otros, fueron los testigos, por medio de la belleza de sus obras, del asombro delante de la misericordia que el Misterio he tenido con nosotros. En la Vigilia Pascual de la noche de Pascua, dos universitarios del CLU, Giampier y Pablo, recibieron el Bautismo, la Confirmación y la Comunión, dando así forma definitiva al encuentro con Cristo, que empezó en la Universidad gracias a la relación con una profesora y varios amigos.
Giovanni, Lima (Perú)
El coro, imagen de la Iglesia
El Viernes Santo estuvimos en el Via Crucis en Puerto Madero cantando en el coro. Esto me ayudó a entender que no debemos sustituir a las personas frente a un problema. Cantar o ensayar es una propuesta ante la cual emergen mis virtudes y mis límites; para aprender la melodía, la entonación y respetar el tiempo de la obra que interpretamos, necesito de la compañía de todos los de mi cuerda y del coro en su totalidad. Entrar en sintonía con el resto de las voces me hace participar de una belleza mayor, que es la obra completa. El director del coro es para mí una imagen de lo que es la función educativa de la Iglesia, que acompaña y guía para que yo pueda encarar los retos que se me presentan. Luego, en la totalidad del coro y su funcionamiento, se ve patente que la misión del hombre es para una belleza mayor a la cual no puede acceder por sus propios medios; necesita de alguien que lo acompañe. Me dio la sensación, y lo hablaba con Cecilia, que al escuchar a las sopranos de un lado, a las contraltos y los bajos del otro, cómo las voces de los tenores entraban y se convertían en una sola cosa, era como si cuatro cauces de río formaran uno solo que viajaba con una armonía única, y me recordó enseguida la imagen de El Moldava: la diversidad guiada por una Presencia puede llegar a ser una sola cosa y manifestar la Belleza. Realmente fue algo que se me concedió para que reconociera a Cristo presente. Bueno, en el coro somos 3 sopranos, 3 contraltos y 1 tenor. Necesitamos bajos o al menos petizos y más tenores.
Roberto Luis, Campana (Argentina)
De la caritativa al Via Crucis
Durante el segundo año en que frecuentaba la universidad, en 2001, mis amigos y yo hacíamos la caritativa en Mercurio Alto, un asentamiento de la zona norte de Lima. Nos encontrábamos dos domingos al mes con los niños para compartir sus necesidades, que son las mismas que tenemos todos. Fue allí la primera vez que vi a Percy (tenía 9 años); con él nació una gran simpatía de inmediato; era el más despierto de todos, el “jefe de la pandilla”. Al cabo de unos meses empezamos a conocer a sus padres quienes, por diversas razones, desconfiaban pensando que podíamos estar allí por algún interés que no terminaban de comprender. Poco tiempo después, los chicos del CLU de Lima íbamos hacer un paseo y decidimos invitar a los más grandecitos, cuatro chicos, entre ellos Percy. La madre de Percy, Emperatriz (Empe como le digo afectuosamente), antes de dar el permiso, me preguntó –creo que como cinco veces–: quién era yo y de dónde venía, para cerciorarse de qué se trataba el paseo y de si éramos buenas personas. Al final, y después de una larga conversación, ella accedió. Al despedirme me pidió que volviéramos también para visitarla en su casa. A partir de ahí nació una amistad entre las dos. En 2003 tuvimos que suspender la caritativa en Mercurio Alto; pero mi amistad con Percy, Empe y también con sus tías y primos continuó. En 2005 Percy me pidió ser su madrina de primera comunión. Me sorprendí mucho porque fue Empe la que le animó (ella acude a la iglesia de los evangélicos). Eso me hizo ver de nuevo que nuestro corazón reconoce lo bueno y verdadero por encima de cualquier diferencia. Ahora trabajo, y Percy se prepara para estudiar Administración de Empresas en la universidad. Estas circunstancias han propiciado el poder encontrarnos más seguido y conversar sobre las miles de preguntas que le surgen por la nueva situación que le toca vivir. La semana pasada fuimos al Via Crucis en Lima. Vinieron también Empe, su hermana Orfelinda y sus dos hijos Joseph y Yair. Al final, cansados, pero con rostros sorprendidos, me dijeron que era la primera vez que asistían a algo parecido, que a pesar de su distracción inicial y del sacrificio por el calor les conmovió lo que se dijo. Empe quería saber más sobre la Virgen, ya que, como evangélica, no sabía que era una mujer y madre tan excepcional. Percy quería conocer más la razón por la que se hacía el recorrido, porque le había impactado mucho la manera de seguir. Me sorprende mucho experimentar que, dentro de una amistad, es decir, siendo testigos los unos por los otros, nos provocamos a mirar a Cristo, amistad que sólo en Él se puede generar. Lo que vivimos no es excluye a nadie, sino que ¡vale para todos!
Eliana, Lima (Perú)
«¿Sabéis una cosa?»
Cuando nuestros amigos Joaquín y Ana, que pertenecen al Movimiento de los Focolares, nos avisaron de la muerte de Chiara Lubich, el primer impulso que afloró en nuestro corazón fue dar gracias a Dios por la vida de esta mujer excepcional y por los numerosos frutos que ha generado, algunos de los cuales nos han alcanzado y nos acompañan cotidianamente. Ya en la adolescencia, Raquel estuvo acompañada por un sacerdote agustino, el padre Ángel Camino, que pertenece a los Focolares. El padre Camino siempre se tomó en serio el “corazón inquieto” de Raquel y le llegó incluso a invitar a algún encuentro. La relación desde entonces, hace más de 20 años, nunca se ha perdido. El padre Camino concelebró nuestra boda junto a Julián Carrón. Un día, hace ahora ocho años, cuando llevábamos tiempo sin tener apenas contacto con Joaquín y Ana, nos los encontramos cerca de casa. Supimos entonces que vivían en nuestra misma calle y tenían un hijo de la misma edad que el nuestro. Esa tarde comenzó una amistad que cada vez se ha estrechado más. Para nosotros, Joaquín y Ana se han convertido en una compañía cercana y segura. Con mil gestos y detalles, nos han hecho comprender que la caridad de Cristo les permite, como ellos dicen, «hacerse uno con el otro». Nuestros tres hijos han coincidido en edades con los suyos y los dos mayores han ido al mismo colegio y a la misma clase. Cuando contaban con seis años, Jacobo y Pedro, los dos primogénitos, ya se consideraban muy buenos amigos y compartían horas de colegio y de parque. Por ello, no fue extraño que Jacobo invitara a nuestro hijo Pedro a participar en su grupo de los Gen 4 (los más pequeños del Movimiento Focolar). Al principio nos causaba cierta extrañeza que, siendo nosotros de Comunión y Liberación, nuestro hijo participara en ese grupo, pero al verle tan contento e interesado por la vida de Jesús, se nos hizo patente que era un bien para él y para nosotros. Con siete años, Pedro viajó a Roma con su grupo de los Gen 4 para participar en un Congreso Internacional de esta rama del movimiento. Como padres, nos preocupaba que hiciera un viaje tan largo sin nosotros y tan pequeño, pero en última instancia lo veíamos como una ocasión para que nuestro hijo tuviera un encuentro decisivo con Cristo y así fue. Jamás podremos olvidar su cara de felicidad al llegar de regreso a Madrid. Nunca le habíamos visto así. Lo primero que nos dijo al bajar del avión fue: «¿Sabéis una cosa? Jesús no ha muerto; está vivo y está en medio de nosotros». La forma de decirlo hacía evidente que lo había experimentado. Otro hito de la amistad con Joaquín y Ana tuvo lugar hace unos seis meses. Raquel había tenido un problema serio con su familia y a los pocos días fuimos a cenar con ellos para pedirles ayuda. No sólo nos sentimos profundamente acogidos y abrazados, sino que además nos sorprendió su claridad de juicio cristiano respecto al significado de lo que nos estaba sucediendo. En los dos últimos dos años, hemos participado en algunos de sus encuentros de familias, lo que nos ha permitido entrar en una relación más directa de diálogo con este carisma, y en una ocasión nuestros amigos nos pidieron que diésemos un testimonio a un grupo de novios vinculados a los Focolares. Coincidió con nuestro décimo aniversario de boda y fue la mejor oportunidad para mirar como el Señor había ido tejiendo nuestra historia, a partir de nuestra adhesión sencilla y libre a su proyecto. En la amistad con Ana y Joaquín vemos claramente un abrazo del Señor hacia nuestras vidas. Ellos son así porque siguen fielmente el carisma de Chiara, al igual que nosotros nos concebimos hijos de don Giussani. Ningún plan de diálogo calculado entre las dos realidades hubiera dado como resultado esta amistad tan verdadera. Es pura Gracia. De hecho, la unidad entre Ana y Raquel ha empezado a ser algo atractivo para otras madres en los largos ratos de parque con los niños. La unidad en el criterio al afrontar los problemas normales de las familias, la educación, la libertad para ayudarse y compartir desde la necesidad más perentoria hasta la experiencia más impactante de los respectivos movimientos es un asombro para algunas amigas. Lo más revolucionario es el gran deseo que esta unidad en Cristo alcance a todos aquellos con los que tenemos relación sea en el colegio, en el barrio o donde sea.
Raquel y Chiri, Madrid (España)
El pueblo al que pertenezco
En el año 2005 asistimos por primera vez al EncuentroMadrid. Fue nuestro primer contacto con un gesto de nuestros amigos de Comunión y Liberación. Fue la culminación de una curiosidad que, desde meses atrás, queríamos satisfacer. Recuerdo que fue impactante por primera vez oír hablar abiertamente de las cosas que día a día nos afectaban, concretas, en un foro cristiano. Pero recuerdo que mi interés se basaba en conocer el discurso que pudiera sostener los testimonios que había leído de José Luis Restán y Cristina López con ocasión del Congreso de Apostolado Seglar de 2004. Me sorprendió, y no entendí, que en ese encuentro de 2005 el interés de la gente era, sin más, estar juntos, el ver cantidad de iniciativas en todos los ámbitos que no lograba alcanzar de dónde y por qué podían surgir. Han pasado 3 años de aquello y, desde entonces, he sido acompañado y querido por mis amigos de Cáceres y de Madrid, sobre todo. Cuando llegamos a Extremadura, Maribel y yo empezamos a pegarnos a esas personas que, poco a poco, se convirtieron en los mejores amigos que nunca hemos tenido, a fiarnos de ellos en todas las propuestas que nos hacían. Vimos algo que estábamos deseando ver: vida. Una vida sostenida en una Persona, no en un discurso. Y por supuesto, no estábamos dispuestos a dejar aquello que habíamos encontrado. Muchas cosas han pasado en mi vida desde entonces, muchas y muy graves (eso sería para otra carta), en las que he tenido experiencia de que esa Persona sostiene mi existencia, sin la cual yo no podría estar hoy en pie. Pero hay un recorrido que hoy me gustaría compartir especialmente. Recuerdo en aquel EncuentroMadrid 2005 que no quería perderme ninguna conferencia, ávido de entender para poder explicar. Con el paso del tiempo, y hasta hoy, he experimentado un proceso que yo creía difícil en mí: he comprendido y lo he experimentado, que lo que me da la vida es ser querido; es la oportunidad que, en su infinita misericordia, el Señor me ofrece de vivir acompañado y querido por unos amigos en los que Él se me hace presente, que están dando la vida, que están viviendo. La oportunidad que el Señor me ha dado de poder pertenecer a un pueblo, la Iglesia, en el que encontrado testigos que me hacen comprender y constatar que la vida tiene sentido, que soy querido… he encontrado CL, he conocido a Eduardo y Estrella (y todos sus hijos), Ángel y Mª Jesús (y todos sus hijos), Juan y Teresa, Inma y Juan Antonio, Carmen, Miquele, Moncho, Juan Ramón, Antonio y Hortensia. Me he encontrado a mí y a mi familia, porque ellos me hacen reconocer a una Persona que vive y me sostiene. En definitiva, he descubierto que más importante que yo comprendiera y el discurso que buscaba son las obras que el Señor me ha permitido ver y tocar, la generosidad de los hermanos. Y es que hay una cosa que me he llamado poderosamente la atención: de aquel Ángel que en 2005 iba buscando un discurso, hoy queda un Ángel que en Rímini 2007 y en el Encuentromadrid 2008 disfrutó quedándose con los niños para que otros pudieran asistir a las conferencias o gestos, que se conmueve por el mero hecho de saberse perteneciente a un pueblo en el que es querido y al que él también tiene mucho que dar, no sólo recibir. Eso, en mí, antes era impensable. Con los testimonios que contaban Cleuza y Marcos, sólo me queda rendirme ante la imponencia de los hechos que Él me ha realizado, y, como decía Cesana, no sé si lo he comprendido todo, pero pertenezco a este pueblo.
Ángel, Cáceres (España)
¡Felicidades, Diego!
Querido Diego: Sé que vais a celebrar por todo lo alto tu cincuenta cumpleaños, junto con otros de tu quinta. Quería aprovechar estas páginas para dar gracias a Dios por tu vida y tu “sí” a lo largo de estos bellísimos años. En 1982, don Giussani nos envió a algunos universitarios de la Católica de Milán a visitar la naciente comunidad de chicos de CL en España, con ocasión de una peregrinación a Santiago de Compostela. Vinimos juntos en el coche: el padre Franco, Galuppi, Elena, tú y yo. Así te conocí personalmente y desde entonces no he dejado de ver como «con sencillez has ido dando todo, con alegría» al Señor. Luego, viniste a vivir con Silvia en la querida Barcelona para aprender a amar como Cristo ama. En tu “sí” cotidiano está el premio del que disfrutas: una vida y una familia llena de afecto, relaciones y obras. ¡Ojalá todos podamos imitarte en la sencillez de corazón y en la pasión misionera! En nombre de muchos, feliz cumpleaños.
Carmen Giussani
La última llegada
Para Diego y Silvia. No he tenido la suerte de compartir con vosotros esta maravillosa “trayectoria-amistad-vida”, pero sí sois para mí muy importantes, sois un pilar para mí en Barcelona. Casi ni os veo, apenas quedo con vosotros, todos estamos más que ocupados en temas que de vez en cuando nos vuelven a unir… pero eso no importa, pues sé que estáis ahí, que existís. Sois aquellas personas que deberían permitir ser clonadas, aquellos amigos a los que la batería del móvil no se les debería acabar o la cuenta de correo llenar. Sois para muchos referente y muchos no saben por qué… y el por qué es porque lleváis a Cristo con vosotros. Allí donde vais, Cristo va, allí donde hacéis un amigo, le presentáis a Cristo sin proselitismo... y los que no conocen a Cristo quedan sorprendidos por la profundidad de vuestra persona. Para aquellos que también tenemos a Cristo como compañero de camino, sois hermanos, padres, familia, y por eso, a pesar de no veros a menudo, cuando os veo, me siento en casa. Deseo de todo corazón poder ir a esa fiesta de cumpleaños. Ahí estaré y será como participar de un trocito de cielo.
Rut, Barcelona (España)
“Sapremo tutto del nostro cuore”
¡Qué grande ha sido lo que se nos ha regalado este fin de semana en EncuentroMadrid! No siempre se nos da a un mismo tiempo la luz de la razón y la dulzura del sentimiento, y a mí, por gracia, se me ha concedido experimentarlos con una intensidad que ha llegado a ser punzante. Gracias a todos y cada uno. Quisiera permanecer en el estupor y el agradecimiento que he experimentado, sin ceder un milímetro a la distracción, al escepticismo, a la mentira que de tantas formas se introduce en nuestra vida. Sé que volveré a caer, pero sé que estoy en el lugar donde la vida recomienza, donde no cuentan esos balances de la vida, esos inventarios hechos siempre sin amor. He visto cosas increíbles, cosas que me parecen imposibles para mí; y sin embargo no he sentido humillación, distancia ni reserva; todo era mío, porque todo nace de la misma raíz que me sostiene a mí: Cristo presente en este pueblo, que reparte a cada uno según su designio bueno, para una construcción común. Una vez más he recordado a mi amigo Bernanos: sólo pido (se lo pido a Cristo, pero también a vosotros, amigos) permanecer hasta el último respiro de mi vida dentro de esta casa (la casa de la que habla Chieffo en la Canzone del melograno) fuera de la cual yo no podría ni siquiera respirar.
José Luis, Madrid (España)
Cementerio Monumental
Los restos de don Luigi Giussani han sido trasladados del panteón a la nueva capilla, situada al final de la calle central, a la izquierda, antes del Osario Central.
(Cementerio Monumental, Milán)
tel. 02/88465600
Horarios del cementerio: de Martes a Domingo 8.00 - 18.00 h.
(se sale un cuarto de hora antes del horario de cierre)
Lunes cerrado
Horarios de misa: Iglesia
(dentro del Cementerio Monumental)
Festivos: 10.00 / 11.30 / 16.00 h.
Laborables: 9.00 / 10.00 / 11.15 h.
Archivo histórico de CL
Subrayamos la importancia de hacer llegar todo lo que haya sido escrito personalmente por don Giussani en forma de carta, dedicatorias, felicitaciones (con motivo de matrimonios, bautizos, aniversarios, etc). Todos los documentos permanecen en propiedad de la persona que los posee; es suficiente con dar al archivo un copia del mismo (puede ser digital).
Para informaciones: Archivo histórico, vía Pórpora, 127 - 20131 Milán
tel. 02/28174225; centr. 02/26149301; fax 02/26149340
email: clarchivio@comunioneliberazione.org
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón