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Huellas N.4, Abril 2016

EDITORIAL

Una respuesta a la altura de la pregunta

Desde España miramos con mucho interés al Nuevo Mundo. Seguimos el camino de los países de Iberoamérica, tan distintos y tan hermanos, mucho más allá de las visitas oficiales de algún político o de las noticias que llenan las redes sociales. A finales de marzo hemos seguido con atención la visita de Barack Obama a Cuba, las manifestaciones pro y contra Lula en Brasil, y el calvario de Venezuela. América pertenece a nuestro ADN por historia, cultura y religión. De allí viene el Papa Francisco que, como dijo él mismo justo después de su elección, «los hermanos cardenales han ido a buscar casi al fin del mundo».

Hemos querido ir a ver qué significa vivir hoy la fe en ese lado del mundo, qué diferencia puede suponer ser cristianos y qué ayuda puede prestar a la vida en un contexto tan difícil, quizás más duro que en otros países. No solo un contexto en el que peligra una seguridad adquirida como la que tenemos aquí en Europa, que sufre múltiples contradicciones. Un contexto donde casi no existe lo que aquí llamamos “la tranquilidad”. Ya sea la violencia cotidiana en ciertas zonas de México, la pobreza y el autoritarismo que asfixian a Venezuela, la miseria de las favelas brasileñas o de las villas miseria de Argentina, la vida presiona constantemente. Y reta profundamente a una conciencia que nace de la fe.
¿Qué hemos aprendido mirando a ese lado del mundo? ¿Qué podemos descubrir del Papa, de la fe y de nosotros mismos? Es una cuestión urgente descubrir si hay algo que pueda abrazar todo el drama del vivir. Y tanto más ahora, en los tiempos que corren.

Hace unos días asistimos al espanto de Bruselas. En el corazón de Europa y en el corazón de la Semana Santa. En una carta al Corriere della Sera (que publicamos en p. 8), Julián Carrón plantea una pregunta que todos advertimos: «¿Cómo podemos mirar estos hechos como hombres sin sucumbir a la confusión o a la rabia? Solo podremos hacerlo si no bloqueamos la necesidad urgente que estos eventos despiertan en nosotros de encontrar un significado, un porqué». Y nos señalaba el punto al que mirar: el misterio de la Pascua, es decir, de la misericordia de Dios. «Cristo se ofrece como respuesta a la altura de la exigencia infinita de un porqué y al mismo tiempo nos comunica esa energía sin la cual no podemos recobrarnos ni tomar el único camino para derrotar la violencia». Es esto lo que podemos aprender de la experiencia de quienes lo viven ya al otro lado de la Mar Océana.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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