Las guarderías en Ecuador. Las escuelas en Kenya. Los centros nutricionales en todo el mundo. La educación en las comunidades nativas en la Amazonía de Perú. En la estela de la exposición del último Meeting de Rímini, la campaña navideña devuelve en el punto de mira el protagonismo de las personas. Y el drama de los cristianos que huyen del Isis, los sirios víctimas de la guerra y las víctimas del ébola en Sierra Leona. Un clamor que no podemos desatender
Desarrollo y emergencia son las claves de la campaña de AVSI 2014/15, destinada a apoyar seis proyectos en todo el mundo. Con la primera de estas claves como protagonista del último Meeting de Rímini gracias a la exposición realizada conjuntamente por AVSI y el periodista irlandés John Waters: las guarderías de Quito, en Ecuador, las escuelas y el compromiso en el sector educativo en Kenia, la red de centros nutricionales en todo el mundo, de Burundi a Ruanda, siguiendo la estela del CREN (Centro de Recuperação e Educação Nutricional) de São Paulo, en Brasil, que actúa desde 1993 en el ámbito de la educación alimentaria en las favelas.
Pero también están a la vista de todos, de ello se habla también en este número de Huellas (ver p. 10), las situaciones de emergencia para las que AVSI se ha movilizado pidiendo la contribución y la ayuda de todos.
Los prófugos de Erbil. Iraq, por ejemplo, con el éxodo de los cristianos perseguidos por el avance del Isis y refugiados en las ciudades del Kurdistán iraquí. «No tenemos presencia directa en esas zonas», explica Maria Teresa Gatti, responsable de comunicación de la ONG italiana: «Pero por sugerencia de monseñor Shlemon Warduni, obispo auxiliar de los caldeos en Bagdad, decidimos apoyar el proyecto que Cáritas puso en marcha para ayudar a los desplazados en la zona de Erbil, el Kurdistán iraquí, con el invierno a las puertas y el Isis que sigue avanzando» (ver Huellas, 10/2014).
En Iraq, Cáritas colabora con las iglesias locales desde 1992. Entonces se luchaba contra la crisis por el embargo impuesto al régimen de Saddam Hussein, con ayudas en varios frentes, entre ellos, los alimentos y las medicinas. Desde enero de 2014, con la llegada del Isis, la emergencia cambió y también los trabajadores de Cáritas tuvieron que abandonar sus centros en todo el país, incluidos los del norte de Iraq, pero se quedaron para trabajar en los campos de los refugiados. Desde junio, solo en Erbil se han distribuido ayudas por valor de más de 800.000 dólares, entre comida y bienes de primera necesidad, normalmente en colaboración con los obispos de las muchas iglesias, también ellos refugiados. Entre las principales actividades, aparte del apoyo material, también se intenta ayudar a las familias a reunirse después de la huida. Cáritas ha presentado un proyecto para apoyar a miles de estas familias en Erbil y Bagdad, con cestas de víveres que reparten periódicamente (arroz, harina, legumbres, aceite, carne enlatada), junto a mantas y ropa de abrigo.
Apoyo y acogida que también se da en Siria, a la población víctima de una guerra interna que en tres años ha causado casi 200.000 muertes. Una tarea que hoy realiza la Custodia de Tierra Santa, y AVSI decidió apoyar esta iniciativa. «La Custodia lleva siglos en este país: esto es Tierra Santa, aunque a menudo pensemos que solo lo son Israel y Palestina», explica Tommaso Saltini, director de la Asociación pro Tierra Santa que desarrolla el proyecto Emergencia Siria y coordina el trabajo de los 14 frailes que viven entre Alepo, Homs, Damasco y las zonas fronterizas con Líbano y Turquía. «La Custodia representa el 80% de la Iglesia latina en Siria. Su misión siempre ha sido la pastoral en las parroquias y la actividad educativa». Con la guerra, las puertas de los conventos y de las iglesias se abrieron a las familias cristianas y musulmanas que pedían ayuda, y se han preparado cuatro centros de acogida en Knayeh, Yacoubieh, Jser-El Choughour y Jdeideh. Hospedas a doscientas personas y proporcionan ayuda cada día a otras cuatro mil. Es un crisol de diferencias étnicas y religiosas, con muchos ejemplos positivos de convivencia. «Oriente Medio necesita hoy encontrar un camino para delinear su futuro, que solo pueden construir juntos», dijo el padre Pierbattista Pizzaballa, al frente de la Custodia, en una reciente visita a sus hermanos. El padre Simón, por ejemplo, viaja en coche para llevar alimentos y ayuda a Damasco y alrededores: «Es la única manera, aunque es peligroso por los rebeldes». Al norte, el centro de Knayeh ya no tiene cristales en las ventanas y la lluvia cae por el techo. En otros pueblos, como Ghassanieh, donde los rebeldes ocupan las casas, la gente busca refugio en el convento. Aquí los frailes cuentan con un pequeño ambulatorio, pero faltan medicinas: «Desde hace un tiempo no nos llegan noticias de ellos. Falta la electricidad y es difícil enviar ayuda. Sabemos que también están sin agua, hasta diez días seguidos. Los pozos no son suficiente, pero construir uno cuesta 25.000 dólares», sigue contando el padre Simón. Mucho dinero, teniendo en cuenta que con 150 euros se puede mantener a una familia de tres miembros durante tres semanas, con 21 adquirir un kit de medicinas para cuatro niños, y con 63 dar asistencia sanitaria completa a dos neonatos. Sin embargo, añade el fraile, a pesar de estas dificultades y de las bombas, «la gente no deja de ir a la iglesia».
Los huérfanos a causa del virus. Ya no hay guerra en Sierra Leona. Aquí la emergencia se llama Ébola. AVSI está sobre el terreno desde el año 2000, apoyando a un socio local, el Family Home Movement (FHM), fundado por el padre Giuseppe Bertón, javeriano que murió en 2013 y que dedicó su vida a los menores, primero con los niños soldado de la última guerra en el país y luego en el ámbito educativo, con la apertura de dos escuelas, la Holy Family en la periferia de Freetown, con 1.600 alumnos desde la guardería hasta la enseñanza superior, y una primary school en un asentamiento a las afueras de la ciudad. «El ébola llegó este verano y se extendió a ritmo vertiginoso; aún sigue creciendo, con consecuencias que van más allá del contagio y de la muerte», explica Nicola Orsini, representante de AVSI en Sierra Leona. Escuelas cerradas, la prohibición de reunirse y una falta de información muy peligrosa. «Por un lado, hay miedo. Seis niños fueron encerrados en una mezquita, puestos en cuarentena en un lugar sagrado, considerados “malditos” por ser hijos de muertos del ébola. Estuvimos discutiendo varios días con el jefe local para que nos permitieran acercarnos y prestarles ayudas. Por lo menos darles comida, apoyo. Después de 21 días salieron y ninguno tenía el virus. Ni siquiera se apiadaron de una niña de tres años. Y luego hay casos opuestos. Como el que nos contó Ernst Sesay, del FHM: en un pueblo del norte, un líder religioso islámico que murió por el ébola fue enterrado con medidas de seguridad por un equipo de médicos. La gente del pueblo, que no se creía que alguien tan importante y venerado pudiera morir a causa del virus, lo desenterró, lo lavó y lo enterró en otro lugar. Once de estas personas murieron por contagio».
Informar correctamente, por tanto, es el primer objetivo que AVSI y FHM pretenden lograr. Quieren crear con otras organizaciones humanitarias centros de aislamiento con personal médico para pacientes sospechosos, que no estén lejos de los pueblos, con la posibilidad de recibir visitas de sus familiares. Además, se mantiene la misión educativa. Al estar cerrados los colegios, el Gobierno retransmite las clases por radio: «Para que lleguen a las zonas rurales instalamos emisoras locales y estamos organizando la forma de responder a las preguntas de los alumnos. También por teléfono». Continúa la acogida de los huérfanos a causa del virus, con la intención de reunirles con familiares o parientes. «Lamentablemente se da lo que conocemos como “estigma”», añade el representante de AVSI: «El miedo al virus genera el rechazo de cualquiera que haya estado en contacto con la enfermedad o la haya padecido y se haya curado. Y esto sucede con muchos de los tres mil huérfanos en el país. Tenemos un proyecto para rehabilitar el viejo centro de acogida Saint Michael de Lakka, donde hace años afrontamos la emergencia de los niños soldado, con el fin de ofrecer una casa a 200 huérfanos cuyos padres han muerto por el évola».
“LOS OTROS PROYECTOS”
Las guarderías en Ecuador
Dos provincias, la de Pisulí, en la periferia de Quito, y la de Manabí, más alejada de las zonas urbanas. Desde hace más de diez años el trabajo que AVSI comenzó hace quince años acompaña la vida de más de 1.500 niños. De manera particular, la campaña de este año trata de echar una mano a cinco guarderías familiares, con un total de 30 niños, que las propias madres han puesto en pie, y a los “Ojos de cielo” de Quito (otros 30 niños entre 1 y 5 años). El proyecto también prevé el sostenimiento de una iniciativa de apoyo escolar en la misma zona en la que participan 150 chavales.
Kenia, las “hermanas” de San Kizito
El desarrollo empieza por la educación. En Nairobi y alrededores, desde su llegada al país africano, AVSI siempre se ha dedicado a temas relacionados con la escuela. Mediante el programa de apadrinamientos, pero también con su compromiso para abrir escuelas y centros de formación profesional. Como el de Saint Kizito, por ejemplo. Pero también sus “hermanas”, más o menos jóvenes, que han ido naciendo con los años: la guardería Elena Mazzola, las primary school Little Prince, en el slum de Kibera, Urafiki Carovana y San Riccardo Pampuri, esta última en Mutuati, a los pies del monte Kenia. La última en nacer ha sido la escuela secundaria Cardinale Otunga. Obras todas ellas a las que irá destinada parte de la recaudación de la campaña de este año.
Desde São Paulo a Haití,
los centros nutricionales
Muchos han visto en la exposición de AVSI del Meeting de Rímini la obra del CREN, el Centro de Recuperación Nutricional que desde 1994 ayuda cada año a más de 5.000 niños de las favelas de Sao Paulo, en Brasil, mediante estudios e investigaciones, y formación alimenticia para las madres. Este año AVSI ha decidido apoyar a su contraparte brasileña, pero también a todas las realidades similares que, tomando a este centro como ejemplo, han nacido por todo el mundo: el centro Meo en Burundi, Humure en Ruanda, así como los que han surgido en Nigeria y Sudán del Sur, o en Haití. O como el comedor y centro educativo de México, los huertos escolares de Myanmar, o los proyectos de apoyo a la producción alimentaria en el Congo.
“MANOS A LA OBRA”
Un maestro, una vida
Este año la campaña Manos a la Obra se centra en el proyecto educativo “Un maestro, una vida” que CESAL lleva a cabo en la provincia de Atalaya en 20 comunidades nativas de la Amazonía de Perú. Son comunidades donde CESAL lleva tiempo trabajando en los ámbitos educativo, social y productivo apoyados por el obispo monseñor Gerardo Zerdín y la Universidad Nopoki.
El objetivo es mejorar las condiciones de la educación que reciben más de 2.500 niños de las etnias asháninkas, shipibos, yines...
Este proyecto expresa claramente el objetivo prioritario de CESAL: «El desarrollo necesita de protagonistas, de personas que, siendo conscientes de la necesidad que tienen, comienzan a caminar estando acompañadas. No es un problema solo de pobreza, tanto es así que hay hombres y mujeres que viven en situaciones de gran necesidad, de marginación y enfermedad, que no les impide “darse cuenta” del valor que tienen. Por tanto, el desarrollo no es un problema que interese más a los países menos desarrollados, sino que nos debería interesar a todos, a cualquier persona, en cualquier latitud. La propuesta entonces de la campaña Manos a la Obra es que todos, cada uno de nosotros, que impulsa o se involucra en una iniciativa, o incluso el que se queda en la retaguardia, pueda repetir la experiencia de descubrir su propio valor como persona y cómo involucrarse mejor para apoyar el proyecto que da vida digna a otras personas».
Desde diciembre se desarrollan diferentes iniciativas en toda España con el objetivo de mostrar estas realidades y recaudar fondos para impulsar este proyecto.
Para saber más
- www.cesal.org
- 900.242.902 (teléfono gratuito)
- e-mail rac@cesal.org
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón