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Huellas N.4, Abril 2014

VENEZUELA / Sociedad

Imposible sin el otro

Fernando de Haro

Al año de la muerte de Chávez, el país está sumergido en el caos. Barricadas, víctimas, supermercados vacíos y los estragos de una ideología que corrompe la religiosidad del pueblo. Aquí donde se ha aplicado el principio: “Si me odian, yo odio”, la paz empieza en el cambio de cada persona

Represión y carestía. Violencia política y paraestatal. Y en los supermercados, los anaqueles vacíos. Un año después de la muerte de Hugo Chávez, su sucesor, Nicolás Maduro, ha conseguido lo que parecía imposible: empeorar la herencia del líder populista que disminuyó las libertades, destruyó la economía de uno de los países más ricos en recursos de América Latina y alienó al pueblo con subsidios y una ideología del rencor.
Desde hace semanas la oposición y los estudiantes protestan con rotundidad. A las manifestaciones y las marchas se ha unido el corte de calles con barricadas (guarimbas) por parte de algunos grupos radicales. Se les responde con sangre y fuego. Hay ya más de 30 muertos, más de 700 heridos y más de 2.000 detenidos con juicios por terrorismo. «Desde hace al menos un par de años las protestas cívicas y localizadas han sido diarias en el país. Médicos, empleados públicos, universitarios, maestros, transportistas... ponen de manifiesto que la relación entre el Estado rentista – “benefactor” – y la población se ha dañado», explica Collete Capriles, analista política. La situación tiene raíces profundas según Tulio Álvarez, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Central de Venezuela: «Durante años – explica – se ha aplicado el principio: “Si me odian, yo odio”. Se ha trasladado a la política la relación amigo-enemigo. La frase preferida de los venezolanos en los últimos tiempos ha sido: “Si fuera verdad, prefiero no saberlo”». Rafael Luciani, profesor de Teología en la Universidad Andrés Bello – uno de los centros intelectuales de referencia en Venezuela – coincide en señalar que todo empezó hace tiempo: «Lo que vivimos ahora es consecuencia de largos años de una práctica política que ha hecho uso de un lenguaje inspirado en las descalificaciones personales y la generación de odios hacia personas». A la violencia política hay que añadir la violencia que genera la delincuencia Se han producido 25.000 homicidios en 2013. «Es una delincuencia organizada, tolerada por el sistema de justicia», apunta Capriles.
Desde su primera victoria en 1999, el chavismo ha ido provocando una mutación de las instituciones para llegar a un sistema donde la separación de poderes es dudosa, reduciendo la democracia al mero ejercicio del voto. Esa evolución tuvo su punto de inflexión en 2007, cuando Chávez intentó una reforma de la Constitución que fue rechazada por la mayoría del pueblo por medio de un referéndum. A partir de entonces se crea un Estado paralelo y se empieza a gobernar por decreto, limitando todo tipo de libertades. «Los factores objetivos que definen a un régimen político como democrático están ausentes en Venezuela. Hay elecciones pero no son limpias. Existe una tremenda concentración de poder; y los órganos del Estado, incluyendo la función judicial, están subordinados al presidente. No existe pluralismo. Se persigue judicialmente a la disidencia. Lo más grave es que se trata de un régimen militar. Este es un régimen autoritario en tránsito a un control total de la sociedad», detalla el profesor Tulio Álvarez. «La democracia real se ha sustituido por un modelo de democracia popular, como las que había tras el Telón de Acero, inspirado en la institucionalidad cubana», añade Capriles. Para instaurar el sistema semitotalitario se ha utilizado a la burocracia y a los “camisas rojas” o “colectivos”, verdaderas bandas de delincuentes aliadas con el Gobierno que controlan a los sectores pobres urbanos. Hay quien los compara a los tonton macoutes haitianos.

Manipulación y subsidios. Todo esto sucede con el respaldo popular. Chávez sufre un revés en el primer referéndum para reformar la Constitución, pero gana todas las elecciones. Maduro, aunque ha ido perdiendo apoyo, obtiene un respaldo de un poco más del 50 por ciento en los comicios de abril de 2013. «No debe olvidarse que las dictaduras suelen tener bastante apoyo popular. La idea de democracia del chavismo es totalmente iliberal, y sin embargo, ha sido exitosa porque se traduce en un sistema de subsidios que fue eficaz mientras duró. Además hay otro elemento muy importante que es la identidad chavista, la identidad política que se basa en el estereotipo del pobre reivindicado», explica Capriles. La relación entre el Estado y la sociedad ha estado basada en usar los altos beneficios de la explotación nacionalizada del petróleo (800.000 millones de dólares desde 1999) para comprar voluntades de amplios sectores. Con ese dinero se han comprado también apoyos internacionales. A pesar de la evidente represión, la declaración aprobada por la OEA (Organización de Estados Iberoamericanos) a principios de marzo es escandalosamente benevolente con Maduro. «Esto se produce fundamentalmente por razones económicas. La izquierda y sus gobiernos en Latinoamérica, especialmente Cuba, subsisten por el subsidio venezolano», ilustra el profesor Tulio Álvarez.
No es solo cuestión de dinero, la fuerza del régimen es la fuerza de la “ideología chavista”, un sistema incoherente pero eficaz. Se alimenta de la injusticia de siglos, y constituye un claro ejemplo de “teología política” que se beneficia de una transferencia de sacralidad. El caudillismo latinoamericano (retratado en Redentores por Enrique Krauze, 2011) adquiere una nueva forma que se apropia del sentido religioso en nombre de la necesaria igualdad. Es esa ideología la que ha pervertido el gran motor de construcción social y de unidad: el deseo, que es siempre deseo de infinito. Una expresión de ello ha sido lo que Vargas Llosa ha llamado la “prostitución del lenguaje”. «Sufrimos el lenguaje eufemístico propio del estalinismo, y el lenguaje de odio propio de los fascismos y comunismos», señala Capriles. «El uso de palabras con un cierto talante humanista ha sido clave por parte de los líderes chavistas para ganarse las emociones del pueblo. Usan palabras como corazón, paz, amor, solidaridad, justicia, buen vivir, humanización, y tantas otras. Con ellas sólo se refieren a su propia gente o seguidores», añade Luciani.
Maduro ha acelerado el proceso, apoyándose especialmente en el régimen castrista. Venezuela está “colonizada” por los cubanos. «Los cubanos están en las redes populares de atención sanitaria; en el ámbito militar, mediante el asesoramiento y el servicio de inteligencia que ayuda a las Fuerzas Armadas. También te los encuentras en las oficinas de identificación, donde se guardan los registros de los ciudadanos venezolanos y los extranjeros», apunta el profesor Luciani.

¿Cómo empezar a reconstruir? El manifiesto de Comunión y Liberación hecho público hace unos días señala que la «sociedad clama por una mirada compasiva, atenta, que escuche, que sea capaz de reconocer al otro desde lo diverso, que valore al otro por lo que es y no por lo que piensa, lo que tiene o hace». Colette Capriles apunta en la misma dirección, el reconocimiento del otro es decisivo, incluso como criterio político: «Es necesario que el Gobierno reconozca la existencia del “otro” político, de la oposición. Varias de las cabezas de los poderes públicos tienen sus periodos vencidos o a punto de vencerse, y se necesita una mayoría calificada en la Asamblea Nacional para poder nombrar a sus sustitutos. El Gobierno no cuenta con esa mayoría y no ha querido negociar con la oposición estos nombramientos». Pero el profesor Luciani cree que ese reconocimiento es muy difícil sin ayuda de fuera. «Veo muy difícil que el Gobierno cambie de posición. Antes bien, ha ido radicalizando, cada vez más, sus políticas y prácticas. Se necesitará un mediador, en algún momento, para poder lograr un proceso de reconciliación nacional», señala.
En esta dificilísima situación, la Iglesia, explica Luciani, ha entendido su misión como una tarea de reconciliación. Y ha insistido en la necesidad de que se fortalezca el sistema democrático, se cree una economía sostenible y se desarrolle una educación basada en la centralidad de la persona. ¿Sólo principios? «La Conferencia Episcopal sigue llamando al diálogo, haciendo ver que la paz no es una cuestión de retórica, sino de mostrar hechos concretos que generen credibilidad y permitan lograr consensos que sirvan a todas las partes, y no sólo a los afines al gobierno y su ideología», responde el profesor de Teología. Es lo que de otro modo señala el manifiesto de CL, todo depende de que «haya una presencia original en la sociedad que nace del encuentro con Cristo y su Iglesia y no desde la violencia cortoplacista que nace de la reactividad». La opresión que ha nacido de una “expropiación” de lo religioso puede vencerse por una experiencia que libere y eduque la verdadera religiosidad.

LOS NÚMEROS
25.000 homicidios en 2013 en todo el país.
31 es el balance (oficial) de los muertos en los enfrentamientos de estas semanas. Más de 700 los heridos y más de 2.000 detenidos acusados de terrorismo.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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