Huellas N.7, Julio/Agosto 2008

EDITORIAL

La tarea para las vacaciones

Las vacaciones se presentan siempre cargadas de fascinación. Don Giussani lo recordaba a menudo con una fórmula que rompía todos los esquemas y llamaba a una responsabilidad insospechada: «Es el tiempo de la libertad». Libres de obligaciones y constricciones, las elecciones que tomamos ponen de manifiesto casi imperceptiblemente lo que de verdad queremos. Todo lo contrario a la huída y la superficialidad.
Este año las vacaciones coinciden con el contenido de la Escuela de comunidad que, partiendo de la fe como método de conocimiento, nos ha llevado a reflexionar sobre la experiencia de la libertad. Una libertad que se experimenta en la satisfacción del deseo que nos constituye: la relación con el Misterio, el objeto infinito de nuestro deseo. La libertad es también la prueba de la fe que vivimos, ya que sólo puede surgir del reconocimiento de Cristo presente. Respiramos a pleno pulmón cuando Él se hace presente y le reconocemos.

Entonces, ¿qué significa que las vacaciones son el tiempo de la libertad? Así comentaba Julián Carrón –divertido y serio a la vez– a unos amigos: «Uno se siente de vacaciones cuando descubre el Misterio obrando entre nosotros. Cuando nos veamos en septiembre, nos contaremos los hechos que han sucedido».
Para sorprenderse de Su presencia basta mirar con verdad lo que sucede en nosotros y a nuestro lado. Nos damos cuenta de que Él está porque experimentamos una satisfacción ajena al regusto amargo de la desilusión. Cuanto más experimentamos la libertad, más la deseamos. La relación con el Misterio tiene un sabor incomparable una vez que la hemos probado. Habría que ir contra uno mismo para no desear que llegue a ser una relación familiar.

De ahí viene el respiro de la vida, «ya bebamos, ya comamos», en la montaña o en la playa, con un libro en la mano o montando a caballo. Y también sirviendo las mesas en los pabellones del Meeting de Rímini, donde centenares de voluntarios, adultos y jóvenes, experimentan qué es la libertad dando su tiempo por la obra de Otro.
De ahí viene el respiro de la vida, de la relación con Él. Las vacaciones son un tiempo único para comprobarlo. Y disfrutarlo.