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Huellas N.7, Julio/Agosto 2013

LITERATURA / Encuentro con Elena Bono

Todo o nada

Carlo Dignola

Una de las escritoras italianas vivas más importantes del siglo XX, aunque la crítica la haya olvidado. Un recorrido por sus obras con el trasfondo de su vida, siempre ante la radical alternativa entre el ser y la nada: «La Gracia ha sido todo en mi vida»

Con sus 91 años, Elena Bono es una de las escritoras italianas vivas más importantes del siglo XX. Su lengua es fascinante, rica en citas históricas, clásicas y filosóficas. En opinión de Stas’ Gawronski, experto en escritura creativa, Bono es la autora italiana más grande de la posguerra. También el critico Giovanni Casoli la ha definido como «la mejor escritora viva, aunque su obra haya quedado olvidada por la crítica actual». Olvidada por la crítica y apartada de las antologías por ser radicalmente ajena al mercado cultural contemporáneo: «Es una escritora que habla de la realidad».
Su obra se ha traducido al inglés, francés, español, portugués, árabe, sueco, griego. Nacida en Sonnino, en la región del Lazio, en 1921, debutó en 1948 con un libro de poesías, I fenicotteri (Los flamencos). La primera novela queGarzanti le publicó en 1956, Muerte de Adán, obtuvo un gran éxito incluso a nivel internacional. Nice-Matin la recibió como «una revelación de la literatura italiana», el Daily Telegraph habló de «una calidad luminosa» del texto.
La primera novela que Bono escribió, Come un fiume come un sogno (Como un río, como un sueño), es una joya escondida de la literatura italiana reciente. Garzanti no se decidió nunca a publicarla. Sólo lo hizo en 1985 Emme Edizioni. Hoy, junto con todas sus obras, está disponible gracias a una pequeña editorial de Génova, Le Mani.
Se trata del primer capítulo de una trilogía dedicada a la lucha partisana. En el origen de la novela hay un hecho acontecido en 1945 y que Elena Bono, que entonces contaba con veintitrés años, presenció. Los alemanes sacaron a la calle a todos los soldados italianos heridos y mutilados que habían conseguido regresar de la terrible campaña de Rusia y que estaban ingresados en el hospital del pueblo de Chiavari, y los mataron. Una vieja campesina tuvo el coraje de agarrar por la solapa a un soldado de la Wehrmacht y gritarle en dialecto el dolor y la rabia que nadie se había atrevido a manifestar.
El segundo episodio de la trilogía, publicado en 1998, se titula Una valigia di cuoio nero (Una maleta de cuero negro) y cuenta la historia de un joven soldado de las SS. En una familia de la alta burguesía alemana el hijo se convierte en un ferviente nazi. Tycho en realidad desprecia a los seguidores de Hitler, pero, aun manteniendo un hilo de nobleza en su alma, se ha infectado de su mismo mal: el nihilismo. Por ello sigue la esvástica, deslizándose por una pendiente que va en dirección opuesta al camino del Sol, hacia la muerte, en lugar de ir hacia la vida. Y la gran cultura alemana – la de Leibniz, Kant, Hegel – se asoma al borde del abismo. El último episodio de la trilogía, Fanuel Nuti. Giorni davanti a Dio (Fanuel Nuti. Días delante de Dios), publicado en 2003, cuenta la historia del hijo de una prostituta que, acercándose su último día, desde una cama de hospital cuenta su vida.
Más conocida y representada es su obra teatral: La grande e la piccola morte (Garzanti 1965; La gran y pequeña muerte), dedicada a Juana de Arco, en 2000 estuvo en cartelera un mes entero en París. En 2008 escribió Sera di Emmaus (Tarde en Emaús), un cuadro con luces caravaggiescas que cuenta la historia de Yusuf, el único que en Jerusalén ante Poncio Pilato pidió la liberación de Jesús en lugar de Barrabás, por temor a su venganza.
Elena Bono vive en una casa de Chiavari de principios del siglo XX, repleta de libros y de memorias. Casi no puede ver y oye con dificultad. Sin embargo, alrededor de su lecho corre un aire de fiesta. Un día pasa a verla un sacerdote, otro unos chicos de los colegios cercanos que admiran la personalidad de esta mujer recia y cristalina, como una piedra que ha permanecido miles de años debajo de la tierra puliéndose y concentrando sus moléculas. Se habla de todo, del período de la Resistencia, del cómico Beppe Grillo. Elena Bono envía telegramas a Giorgio Napolitano («Querido Presidente, estamos con usted, los vivos y los que murieron, para llevar a cabo los ideales de la Resistencia. No nos abandone»), comenta el último telediario, opina sobre el gobierno Letta...
Bono es católica, pero viene de una familia laica. En 1979 el Partido republicano la presentó a las primeras elecciones parlamentarias europeas. Su abuela era pariente de Benedetto Croce, la familia de su marido Gian Maria Mazzini estaba relacionada con el fundador de la Giovine Italia, «quizás aún más con la de Garibaldi».

En los años sesenta Pasolini leyó su novela La testa del Profeta (La cabeza del Profeta), sobre Juan el Bautista, y le pidió permiso para hacer una película.
Me llamó un factotum del cine italiano, una eminencia gris, un tal “Comendador”, que se entusiasmó: me escribió una carta maravillosa, prometió mares y montes...

Usted declinó la oferta, declarando que no le parecía oportuno celebrar «este tipo de nupcias místicas».
No le perdonaba a Pasolini, cuyo hermano habían matado los comunistas junto con todo el Batallón Osoppo, el hecho de que se diera aires de comunista.

Renunció.
Sin embargo, en el Evangelio según san Mateo, hizo alusión a esa idea: en una escena aparece la danza de Salomé, interpretada por una niña vestida de blanco, con una corona de rosas en la cabeza, muy parecida a como la describí yo. La tomó de mi libro porque es totalmente distinta de como se suele representar a Salomé, muy sensual mientras baila la danza del vientre…

Usted pone en escena muchos personajes de los Evangelios, recreando con la fantasía su historia. ¿Qué es lo que le ha impulsado a identificarse con ellos?
Los mismos Evangelios.

Los soldados que vigilan el Sepulcro, el propietario del Cenáculo, Cusa, primer ministro de Herodes, la hija de Jairo, la suegra de Pedro... son a menudo figuras secundarias.
Esto las hace más interesantes.

Tienen un aire creíble.
Eran personajes en busca de autor. Vinieron ellos a buscarme.

¿Concuerda con Pirandello en que no es el autor el que inventa un personaje sino el personaje el que encuentra un autor para poder expresarse?
Una obra de arte no es algo que se crea teorizando. Yo he... registrado. La literatura ha sido siempre algo que me ha sucedido.

En varias poesías trata de ensimismarse con la Virgen. Una Virgen María muy joven.
«Conozco una chiquilla que lavaba, lavaba...». «He aquí la niña, carita de aceituna, va hacia la fuente nada más romper el alba...». La fuente es Dios. Fuente de gracia, de vida.

Usted tiene un profundo respeto, casi veneración por la lengua.
Jesús es uno que llama pan al pan y vino al vino, o «vuestro hablar sea sí o no».

Ha tratado de vivir con esta radicalidad.
Siempre. Durante toda mi vida me he centrado en el hecho de que Jesús se define a sí mismo como “la Palabra”: Verbum. Yo, como católica, he tenido siempre un respeto enorme, un terror sagrado por la palabra. Por ello, escribiendo, he rechazado siempre cualquier clase de experimentalismos. Desde la Scapigliatura lombarda en adelante, en cambio, ha sido un continuo violentarla.

Ha luchado en contra de esta tendencia, la ha combatido.
Sí. Y he pagado un precio por ello.

Se granjeó antipatías en el mundo literario.
Bueno...Sabe... Es lógico: quien va por su camino no se mete en la manada. Y encuentra muchas piedras en su camino.

¿Se aisló o la aislaron?
Ambas cosas.

¿Cuál es el verdadero motivo por el que la han olvidado?
La gente es débil: va detrás de las modas.

En una poesía suya aparece don Giussani, que usted llama «el que sonríe luminoso». ¿Lo conoció en persona?
Vino a hablar al Teatro Cantero de Chiavari. Hablaba. Después escribí esta poesía partiendo de lo que había dicho. Es un hombre que me llamó la atención enseguida.

¿En particular, qué?
Lo que dijo: que hay que aprender a perdonarse a sí mismo. Debemos aprender de Dios la misericordia no sólo hacia los demás, sino hacia nuestra pobre persona, con todas sus miserias corporales y espirituales.

“Misericordia” es un poco la palabra-bandera del Papa Francisco. ¿También para usted ha sido muy importante?
Fundamental. Si decimos «Jesús mío, ¡misericordia!», incluso si hubiéramos cometido los peores delitos Dios nos perdona.

Ha dedicado una de sus últimas obras a una célebre conversa, Claudia Koll.
Me ha visitado aquí varias veces. No conseguía encontrar textos que le convencieran para interpretar y me pidió si podía escribir algo para ella. En un primer momento le dije que no. Pero luego escribí Storia di un padre e di due figli (Historia de un padre y de dos hijos), un texto inspirado en la parábola del Hijo pródigo, en el que imaginé a una figura femenina, Lía, tallada a medida para que Claudia pudiera subir al escenario interpretándose a sí misma. En realidad, ella dirige esta pieza que se ha convertido en un musical. Lo lleva a los teatros con los chicos de su academia.

A menudo los más jóvenes encuentran una gran sintonía con su obra.
Los clásicos son siempre contemporáneos nuestros, y de los que vendrán.

Su estilo, en efecto, es muy clásico...
Sabe, yo he traducido a Sófocles... El contacto con los grandes escritores antiguos enseña mucho.

¿Hay algún autor del Novecento italiano que ha estimado especialmente?
Ungaretti. Piovene. Bassani me gustaba... Cassola no.

Con más de 90 años, ¿cómo describiría su itinerario vital y literario?
Como un servicio. Siempre lo consideré un servicio. Eso me costó mucho pero también me dio grandes alegrías. Todas interiores. Casi imposibles de comunicar.

¿Ni siquiera la escritura le permitió compartirlas con los demás?
Intento dejar una palabra de esperanza, en contra de la desesperación.

¿Para qué sirve la literatura?
Ayuda a vivir.

¿Por qué es tan importante en la experiencia humana?
¿Es importante el aire? Es como comer, beber… Si alguien no tuviera el arte, dejaría de ser hombre.

A pocos kilómetros de aquí vive Beppe Grillo: ¿qué piensa de él?
Mira que antes existió el Hombre cualquiera de Guglielmo Giannini1 Cansado de la dictadura fascista y de la intromisión de la política en la vida de los ciudadanos, pero también del retorno de los partidos tradicionales, Giannini lideró un movimiento llamado (Frente del hombre cualquiera), cuyo lema era “non ci rompete più le scatole”: en nace el semanal del Hombre Cualquiera (que llegó a una tirada de 800.000 ejemplares). Poco después nació también el partido. No es ninguna novedad.

Pero hoy se respira un aire destructivo.
Siempre lo ha habido, desde el Edén en adelante. La desobediencia. La serpiente dijo a Eva: come de ese árbol y serás como Dios.

Presunción...
Soberbia. Comienza allí, en la primera página de la Biblia.

¿Cómo se combate?
Creyendo. Y debes decidir: por Dios o contra Dios, no hay una tercera solución. El sí y el no, el pecado y la redención. Existe en nosotros esta fuerza brutal del animal salvaje, que en la naturaleza ha aprendido también a defenderse pero siempre, en cualquier caso, a asaltar. La revolución de Cristo ha dado la vuelta a todo esto, ha dado la primacía a lo débil, al inocente.

Usted también demuestra los lados negativos de sus personajes positivos.
Y también lo contrario. La vida es luz y sombra. Glóbulos rojos y glóbulos blancos...

El profesor Elio Gioanola ha dicho que un cierto fideísmo cristiano, en su fijación doctrinaria, corre el peligro de ser nihilista al igual que el ateísmo. ¿Su obra constituye un desafío al nihilismo?
Es difícil decirlo. Yo no escribo a partir de un programa, jamás me he planteado: «Debo reaccionar ante el nihilismo». Las situaciones son como son y el hombre debe continuamente optar. El drama es este: la elección, constante, que debemos llevar a cabo entre la luz y las tinieblas. O es un sí total, que hay que vivir y padecer, pagando en primera persona, o nos convertimos en cómplices del mal en el mundo. Y la decisión no se acaba aquí. En punto de muerte nos encontramos ante el aut-aut extremo, la Nada o el Todo. Y el hombre, en general, no elige la Nada: al fin y al cabo, somos hijos de Dios.

¿Qué es la muerte, señora Bono?
El momento en que nos conoceremos a nosotros mismos y a los grandes misterios de la vida humana.

¿Siempre ha tenido claro su camino?
Sí.

¿Qué ha sido la Gracia en su vida?
Todo. No se puede vivir sin la gracia.

Nota

1 Cansado de la dictadura fascista y de la intromisión de la política en la vida de los ciudadanos, pero también del retorno de los partidos tradicionales, Giannini lideró un movimiento llamado Fronte dell'Uomo Qualunque (Frente del hombre cualquiera), cuyo lema era “non ci rompete più le scatole”: en 1944 nace el semanal del Hombre Cualquiera (que llegó a una tirada de 800.000 ejemplares). Poco después nació también el partido.


EN ESPAÑOL
Muerte de Adán
(traducción de Jaime Berenguer Amenos)
Vergara, Barcelona 1961

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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