El poder de los testimonios, los encuentros entre bambalinas, la sorpresa de los invitados y, sobre todo, muchos acontecimientos que conmueven e interrogan.
Crónica de una semana extraordinaria capaz de revolucionar lo ordinario
¿Es posible explicar lo que es el Meeting en una revista como Huellas? Tienes que pensarlo muy bien, claro. Hay que preparar las imágenes, redactar los programas, calcular los espacios: unas cuantas páginas para los actos, otras para las exposiciones y, además, los testimonios, los voluntarios... Está claro que no conseguirás contarlo todo, pero sigues teniendo la pretensión de que tu artículo refleje lo mejor. Y así lo hicimos, antes de acudir al Meeting. Es lo normal.
Luego empieza el evento, este Meeting, y con él, otra historia. Un acontecimiento. Días llenos de encuentros que nunca habían sido tan impresionantes y conmovedores como los de este año. El lema de este año –“O protagonistas o nada”– ha asumido el rostro concreto de algunas personas. Ha sido suficiente con mirar lo que sucedía: los testimonios de Vicky, del padre Aldo Trento, de Cleuza y Marcos Zerbini; las exposiciones; personajes destacadas como Aharon Appelfeld, Mary Ann Glendon, Giampaolo Pansa... Estaba cantado: era mejor abandonar la ilusión de ofrecer una crónica completa (y a lo mejor inútil vista la eficacia de los medios de comunicación del Meeting: la página web, sussidiario.net, el periódico...). Hemos decidido cambiar completamente de perspectiva. Queremos contar lo que hemos visto, los hechos de los que hemos sido testigos. No tanto para decir “¡qué bonitos!”, sino para entender lo que significan para cada uno de nosotros, cómo nos interpelan y, sobre todo, qué -o, mejor dicho, Quién- los ha hecho posibles. Porque frente a acontecimientos como éstos es imposible que no nos sorprendamos y no nos planteemos de dónde nace esta humanidad. Es imposible que no nos preguntemos Quién ha sido el protagonista.
Las páginas que siguen pretenden esto. Hemos decidido dejar que hablaran ellos, los testigos, eligiendo partes de sus intervenciones y contar lo que pasó en Rímini para, al final, proponer un par de temas sobre los que trabajar. Por supuesto es un relato incompleto. Nos dejaremos en el tintero muchas cosas porque el espacio no es ilimitado. Pedimos disculpas de antemano, pero intentaremos ofreceros una idea de lo que ha sido. Esperemos que sea suficiente para que el año que viene queráis estar, volver, o quedaros un poco más en el Meeting. Como protagonistas.
Esta vez queremos empezar por el final. Viernes por la noche, últimos momentos nocturnos del Meeting. En el teatro está tocando Van De Sfroos, pero desde el pabellón de al lado llegan notas y cantos distintos. Te diriges allí y ves algo increíble: más de mil personas en el stand de Libertá va cercando, la exposición sobre las cárceles. Música, bailes, policías con las camisetas de los presos en las que está escrito vale la pena… Y, en medio de la fiesta, excepcional en sí misma, se oye la voz de uno de los once presos que durante toda la semana han contado su experiencia: «¡Quiero volver a la cárcel para contar a todos mis compañeros lo que he visto!».
Como Juan y Andrés
Ahí está, con su matiz inconfundible: el signo de una Presencia que no puedes dejar de lado, a menos que estés dispuesto a creer que todas estas personas están locas. Cuando Alberto Savorana toma el micrófono y dice: «Paraos un momento y preguntaos, ¿no nos está sucediendo lo mismo que a Juan y Andrés cuando volvieron a su casa después de conocer a Cristo?», nadie piensa que esté exagerando. Es el sabor de la experiencia cristiana. Repentina, impensable y, a la vez, tan correspondiente con el corazón que hace surgir la pregunta: ¿Quién eres Tú?
Han pasado muchas cosas en este Meeting, acontecimientos que han despertado esta pregunta en la gente. Hechos pequeños y grandes, inimaginables e imposibles de crear sólo con las fuerza de los que participaron. Una sorpresa continua.
Como Vicky, por ejemplo. Su historia, su enfermedad y su resurrección han emociondo a todos. Pero habría sido aún más emocionante poder seguirla durante la semana, mientras hablaba con los bachilleres, los voluntarios o los presos de la exposición, marcados de por vida por su sonrisa («yo también vivo en una cárcel, la de la enfermedad, pero, ¡somos libres!» -le dijo a uno de ellos). O al abrazar, llena de conmoción y silencio, a Julián Carrón. Verla era como encontrarse con un milagro.
La profundidad de una amistad
Pudimos ver también a Shodo Habukawa, monje budista que intervino junto a Etsuro Sotoo en la presentación de El sentido religioso en japonés. Este monje del Monte Koya saluda a todos con los que se cruza sacando de la cartera la imagen que acaba de enseñar en el encuentro: el Huellas de febrero de 2008 con un primer plano de don Giussani en portada. Esto bastaría para hacernos una idea de la profundidad de esta amistad, ¿no os parece? De la misma manera bastaría con haber visto al cardenal Bagnasco, quien al salir de la exposición sobre la ocupación turca de Chipre bendijo –por invitación del archimandrita Chrysostomos- a los ortodoxos presentes, mostrando así el verdadero sentido del ecumenismo: la fraternidad. Posteriormente, también visitó la exposición de los presos. Se quedó maravillado al ver el vídeo en el que contaban su historia. El escolta le dice que ya es hora de marcharse, que no puede quedarse mucho, pero él no se mueve. Parecía que se hubiera pegado a la silla. Cuando supera la barrera del servicio de orden para saludar a los presos está visiblemente conmovido.
«Ya podemos tutearnos»
No es el único que se conmueve por las historias de estos hombres. Por allí pasan personalidades de todo tipo: políticos, empresarios, periodistas... Pasa también –a escondidas- el exterrorista de las Brigadas Rojas que permaneció encarcelado durante 26 años, autor de una de las cartas expuestas. Éste rompió a llorar al abrazar a Nicola Boscoletto, responsable de la cooperativa Giotto que empezó el proyecto laboral en las cárceles. Pasa Chiara, en silla de ruedas por su enfermedad, y deja un mensaje: «Gracias. Ha sido una ocasión para gustar el encarcelamiento. Incluso del de mi silla de ruedas». Impresiona ver al Ministro de Justicia italiano Angelino Alfano tomando apuntes delante del mismo vídeo, a Giulio Tremonti que firma los gorros y las camisetas de los presos, o también las caras conmovidas de Frattini, Galan, Letta...
Son rostros que se suman a una larga serie de ministros que afirman: «el año que viene quiero quedarme en el Meeting toda la semana», o el exrector, que después del encuentro de Vicky dice a un amigo suyo: «creo que ya podemos tutearnos». Al igual que el funcionario de izquerdas que llega al recinto ferial con arrogancia («¿Encuentros sobre la fe? Tonterías»), y al día siguiente confiesa a una de sus azafatas: «Mira, si ahora me dices que tengo que descargar un camión de sillas, lo hago. Pero sólo por lo que he visto aquí».
Jueces, kazajos y militares
«Lo que he visto aquí me ha dejado sin palabras», dice uno de los adalides del periodismo italiano, Giampaolo Pansa. A su vez, Antonio Polito, director del periódico de izquierdas Il Riformista, se declara «impresionado por el trabajo de los voluntarios». Me lo creo. ¿Cómo sería posible no dejarse impresionar por los chicos de Kazajstán, que han ido hasta Rímini para limpiar baños, o por el grupo de jueces que a las cinco de la tarde se encierra en una habitación para preparar la rueda de prensa del día? ¿O por el militar que hasta el año pasado formaba parte de la escolta del nuevo diputado Raffaello Vignali y que ahora le dice al mismo Vignali que este año ha ido a pelar patatas como voluntario a uno de los restaurantes del Meeting porque es una experiencia demasiado grande como para no ir?
Es verdad, es una experiencia preciosa. Como la multitud de testimonios en el stand de la Fraternidad de misioneros San Carlos Borromeo, o como escuchar a Anne Glendon, la jurista embajadora de los Estados Unidos en el Vaticano, hablar de una cena con Carrón y algunos amigos en la que estuvieron hablando «del corazón a partir de nuestro propio corazón». O Stanley Hauerwas, que afirma que lo que más le ha gustado es «The energy. Esta gente tiene ganas de desafiar este mundo». Desafiarlo y abrazarlo, como hacen los bachilleres en su stand con Joseph Weiler, el jurista israelí para el que el Meeting es una especie de segunda casa. Más cantos, más fiestas, más preguntas. La última la hace el mismo Weiler, sorprendido por la alegría de esos chicos: «Pero chavales, ¿Quién ha querido que nos encontremos?» Eso es. ¿Quién?
SE HA DICHO
EUGENIO BORGNA Jefe del servicio de Psiquiatría en el hospital de Novara
«No estamos hechos para estar solos, sino para abrirnos constantemente al encuentro con los demás. Una de las experiencias recientes que más me sacudió
y que me provoca ha sido conocer el grupo de Familias para la Acogida de Milán. Allí vi un testimonio extraordinario de lo que significa realmente tener una esperanza que impide que nos encerremos en nuestros límites, y anima a entregarse a los demás».
GIANCARLO CESANA Profesor de Higiene General en la Universidad Bicocca-Milano
«El primer paso para salir de la soledad es reconocer nuestra dependencia. Es el aspecto más físico y elemental, y quizás justo por esto, el más olvidado. Necesitamos aire y cuidados para vivir, somos dependientes: no nos hicimos solos y no podemos hacernos solos. Necesitamos beber, comer... necesitamos siempre una ayuda exterior».
RINO FISICHELLA Rector de la Universidad Pontificia Lateranense
La Iglesia vive en el mundo, la Iglesia somos nosotros, que estamos aquí. ¿Acaso
no estamos nosotros presentes en el mundo? La próxima semana, ¿no volveremos
a las aulas o a las Universidades? ¿Acaso no iremos a trabajar a las oficinas? ¿No formaremos parte de este mundo? El hombre al que tenemos que hablar y con el que relacionarnos somos también cada uno de nosotros. No somos distintos de los demás.
ETSURO SOTOO Escultor de la Sagrada Familia de Barcelona
«El sentido religioso me ayudó muchísimo. Todo en el texto estaba ya listo y predispuesto para responder a lo que yo iba buscando. Nace una pregunta,
luego otra, y otra... este procedimiento es arte, ciencia. Parecen cosas separadas,
pero no es así. Nace una pregunta, encuentras la respuesta; luego surge otra pregunta, y así avanzas. Es nuestro camino».
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón