La edición del Meeting de 2012 será también la ocasión para recordar la visita de Juan Pablo II hace treinta años y ver cómo aquel hecho ha marcado el camino hasta ahora. La presidente del evento relee a la luz de aquel día todo lo que ha sucedido después
Monseñor Dino Monduzzi, responsable de todas las decisiones relativas a la visita del Papa el día siguiente, había llegado hacia la tarde, para una última inspección. No había sido fácil convencerlo de que era fundamental que Juan Pablo II visitase el Meeting, es decir, las muestras, los stand, los lugares donde trabajaban los voluntarios, no después, sino antes de llegar al pabellón para hacer su discurso.
Estaba segura y determinada a que fuese así, porque lo habíamos decidido juntos, porque intuíamos ya entonces que el Meeting es un lugar, una experiencia humana, una ocasión de encuentro. Deseábamos que fuese así también para el Santo Padre.
Sabíamos que el jeep blanco llegaría a la Feria a las dos de la tarde, lo habíamos preparado todo, vuelto a limpiar los stand, repasado todo lo que teníamos que decir, memorizado los recorridos… Pero en el fondo, ¿qué esperábamos? ¿Qué esperaba yo?
Tengo que ser sincera. Lo que había que esperar lo había aprendido la noche anterior mirando a don Giussani, que había llegado a medianoche, junto a los amigos del centro del CLU, para preparar con nosotros el momento del día siguiente y, sobre todo, las dos horas que las personas que estaban en el pabellón y fuera de él pasarían juntas. Nada se dejó al azar. Todo tenía que expresar la realidad de nuestra experiencia. Hasta el fondo dispuestos a “jugárnosla” por lo que éramos.
Esto es lo que me esperaba: estar presente, poder obedecer al acontecimiento que sucedía. En las últimas dos horas que pasé con el padre Giancarlo Ugolini esperando en silencio, porque en un determinado momento, el ajetreo y el frenesí de los preparativos habían cedido en todos al silencio, rezaba, agradecida, porque percibía que algo grande estaba sucediendo y no quería desperdiciarlo con gestos o pensamientos inútiles.
Todo el bien que hay. Después de la visita, que duró casi una hora, en el pabellón el Papa nos asombró y nos descolocó, más allá de toda expectativa, desde el principio de su intervención: «La fe vivida como certeza y petición de que Cristo se haga presente en cada situación y ocasión de la vida nos hace capaces de crear nuevas formas de vida para el hombre, nos hace estar deseosos de comunicar y de conocer, de encontrar y de valorar».
Si miro todo lo que ha sucedido después, lo que me está sucediendo ahora, veo el recorrido de esta certeza y de esta petición: pido, sólo porque Él está ya presente y obrando en mi vida. Intento construir “nuevas formas de vida” para que respondan a Alguien que sale a mi encuentro.
A menudo me he sorprendido queriendo entender mejor en qué consiste este deseo de encontrar y valorar del que nos habló Juan Pablo II; he leído y releído los pasajes de don Giussani sobre el ecumenismo, pero han sido algunos encuentros de estos últimos años, en particular con los amigos de Egipto y con los monjes del Monte Koya, los que me han hecho ver que «La mirada cristiana vibra con un ímpetu capaz de exaltar todo el bien que hay en todo lo que se encuentra» (don Giussani). Siempre me impresiona, en los testimonios de tantos amigos que vienen al Meeting, hebreos, musulmanes, ortodoxos, protestantes, budistas, encontrarme con un asombro lleno de gratitud en lo referente a nosotros.
Una vez Julián Carrón, haciéndose eco de las palabras de Wael Farouq, el promotor del Meeting de El Cairo, había dicho en su testimonio, subrayaba que el encuentro con nosotros lo había «conmovido y despertado». Esto es verdad también para mí: el encuentro con estos amigos me ha conmovido y despertado porque en su tensión a la verdad y a la belleza, en la lealtad de sus corazones, veo el Misterio que obra.
Me doy cuenta de que el encuentro con todas estas personas brota justamente de la experiencia de Cristo presente. Es Él el que encuentra a las personas y las valora, ciertamente no la estrechez de mis medidas que se traducirían en un proyecto sobre lo que tiene que suceder o cómo tendrían que funcionar las cosas.
Es totalmente cierto que tender al ideal se opone a la tentación de la hegemonía: ante los hechos y las personas tienes una idea, una imagen que debe realizarse, sobre todo si crees que es justa. El Meeting es una óptima ocasión para comprobar que la medida que tienes nunca es suficiente, los factores que consigues tener en cuenta son siempre menos que la realidad, las cosas son siempre distintas de como las habías imaginado. Y entonces entiendes que no puedes prescindir de los amigos, entiendes que sin compartir un camino no se puede construir.
Al final de su intervención, el Papa había subrayado que «el hombre de hoy necesita reformular la relación con el mundo que le rodea» y había dejado su famosa consigna «¡Construid sin cansaros nunca la civilización de la verdad y del amor! Trabajad por esto, rezad por esto, sufrid por esto».
«Porque nos cambia». Sólo con el paso del tiempo he empezado a entender algo de aquellas palabras. Ante la barbarie humana, la mentira, el nihilismo, hoy tan evidente, emerge toda la responsabilidad que tenemos de juzgar la realidad, de dar razón de nuestra fe, de testimoniar «una diferencia humana que nace del poder de Cristo de responder a las exigencias inagotables del corazón del hombre».
Estamos construyendo una civilización, no porque el Meeting sea un gesto clamoroso, sino porque somos personas continuamente cambiadas por el Misterio que nos ha aferrado mediante un encuentro. Y lo que cambia el corazón del hombre cambia también la historia.
Juan Pablo II selló su consigna con una invitación, dirigida a cada uno de nosotros, es decir, también a mí, «trabajad por esto, rezad por esto, sufrid por esto». Son pocos los días, sobre todo cuando el Meeting se acerca, que no están llenos de la memoria de estas palabras. No consigo imaginarme un Meeting que no conlleve la experiencia de estas tres acciones.
“El programa”
ROSTROS, TEMAS, MUESTRAS: LA RELACIÓN CON EL INFINITO QUE NOS HACE HOMBRES
De la política internacional a la ciencia. Testimonios, seminarios y muchos diálogos en vivo con nombres de relieve del mundo cultural
«Documentar, testimoniar que se puede ser verdaderos hombres en cualquier circunstancia. Hombres que viven la relación con el infinito, irreductibles a cualquier poder». Así el Meeting de Rimini (19-25 de agosto) presenta la que será la clave de todos los momentos que pautarán la semana. Del trabajo a la cultura, de la política a la ciencia. El encuentro con el primer ministro italiano Mario Monti sobre “Los jóvenes por el crecimiento” abrirá la XXIII edición del Meeting. Los jóvenes estarán en el centro no sólo de una de las principales muestras del Meeting (“El instante imprevisible. Jóvenes por el crecimiento”, realizada por la Fundación para la Subsidiariedad), sino también de varios encuentros, que irán desde el gusto por el estudio hasta la búsqueda de empleo. Varios ministros italianos intervendrán en los actos (Elsa María Fornero, Corrado Passera, Lorenzo Ornaghi, Giulio Terzi, Corrado Clini) así como hombres de relieve del mundo político europeo (Martin Schulz, Staffan de Mistura, Mario Mauro, Enrico Letta, Maurizio Lupi) o personajes internacionales como Nassir Abdulaziz Al-Nasser, presidente de la asamblea general de la ONU; Tahani Al Gebali, vicepresidente de la Corte Constitucional egipcia; el ministro canadiense Jason Kenney y monseñor Silvano María Tomáis, observador permanente de la Santa Sede en la ONU.
Se entrará en el corazón del Meeting con el acto sobre su lema, a cargo de Javier Prades López, rector de la Universidad San Dámaso de Madrid. Mientras uno de los temas presentes será el de la libertad religiosa en el ámbito de la política internacional. Intervendrán, entre otros: el cardenal Jean-Louis Tauran; Usama Elabd, presidente de la Universidad de Al Azhar; Chrysostomos II, primado de la Iglesia Ortodoxa de Chipre y Wael Farouq, vicepresidente del Meeting de El Cairo. El homo religiosus y la positividad de la realidad serán otros temas centrales sobre los que se confrontarán el cardenal Julien Ries; el monje del templo Muryoko-in Shodo Habukawa; Ignacio Carbajosa Pérez, docente de Antiguo Testamento y el arqueólogo Giorgio Bucellati.
La naturaleza del hombre indagada desde la filosofía será protagonista de dos seminarios (con Constantino Esposito, Eugenio Mazzarella, Andrew Davison, John Milbank). Mientras la investigación en el ámbito de las neurociencias, de la genética o de la medicina será afrontada por personajes del mundo científico, entre ellos el antropólogo americano Ian Tratersall, y a través de una muestra dedicada a Jèrôme Lejeune, fundador de la genética clínica.
Varios serán los encuentros-testimonios: desde el médico palestino Izzeldin Abuelaish, a la neonatóloga Elvira Parravicini, el astronauta Paolo Nespoli (cuyos viajes serán “visibles” en una de las muestras). La literatura, aparte de la exposición dedicada a la imagen del mundo y del hombre en la obra de Dostoievski, estará en el centro de los encuentros con algunos poetas (Ángel Guinda, Gianfranco Lauretano, Jean-Pierre Lemaire), en las conferencias sobre Shakespeare y Pascoli, y la propuesta en vivo de dos obras maestras del teatro que cumplen cien años (La anunciación a María de Claudel y Miguel Mañara de Mislosz). Las demás muestras de esta edición tendrán como tema: el bicentenario de la independencia de Sudamérica entre utopía y significado; la religiosidad en el origen de la libertad del pueblo albanés; el deseo de verdad en el rock; la historia de la construcción del Duomo de Milán; la relación con el Misterio en la experiencia de los budistas del Monte Koya.
El programa completo (y actualizado) está en la página www.meetingrimini.org.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón