Las caricaturas de Mahoma, el asesinato del sacerdote italiano Andrea Santoro, la reacción de Occidente, la “Consulta per l’islam italiano”. ¿Qué está ocurriendo en las relaciones con el mundo islámico? Comentamos el estado de la cuestión con Magdi Allam, subdirector del Corriere della Sera
Se autodefine como musulmán laico y ciudadano italiano. Magdi Allam, subdirector del Corriere della Sera, es sin duda el periodista más autorizado actualmente en Italia en la cuestión de las relaciones entre Occidente y mundo árabe e islámico. Acepta amablemente la invitación de Huellas para comentar los últimos y dramáticos acontecimientos en que se ha visto implicada Europa.
Allam, partamos de la crisis de las caricaturas de Mahoma.
Ante todo es oportuno aclarar que las caricaturas fueron diseñadas por dibujantes daneses de un periódico danés, que las publicó el 30 de septiembre del año pasado. Caricaturistas y periódico daneses han ejercido un legítimo derecho –la libertad de expresión–, que es uno de los ejes de la civilización occidental. Para mí este es un derecho intocable, que no puede ser limitado ni siquiera si no se comparte nada de lo que el otro dice. Luego, en el caso de estas caricaturas, encuentro muy discutible, en particular, la que retrata a Mahoma con un turbante en la cabeza en forma de bomba lista para estallar. No me gusta nada, porque identifica la religión islámica con el terrorismo. En cambio, otras las encuentro hasta educativas, como aquella que pinta a Mahoma en el paraíso diciendo a los kamikazes que llegan: «Basta, basta, ya no quedan más vírgenes disponibles».
¿Es sátira política?
Sátira que escarnece la absurda promesa que se les hace a los terroristas, desde luego no sátira a la religión. Lo que quiero decir es que en Europa es normal disentir de esta o aquella opinión y consideramos absurdo imponer la propia opinión a los demás. Cuando el director de cine Theo Van Gogh ofendió a los judíos, fue denunciado, juzgado por un tribunal y perdió la causa. Cuándo ofendió a los musulmanes, primero fue condenado a muerte y luego ejecutado.
Pero ¿por qué ofender a los demás? ¿No debe en último extremo tener un límite el derecho a la libertad de expresión?
Es preciso considerar el contexto en el que se ha fraguado el asunto. Las caricaturas se publican en un momento en que Europa y Occidente son atacados por el extremismo islámico y manifiestan una legítima voluntad de reaccionar. En segundo lugar, ya he explicado varias veces que Mahoma no es en absoluto una figura sagrada. Es un hombre como todos los demás, que recibió una revelación divina. No es blasfemo dibujarlo, hay centenares de retratos de Mahoma pintados por musulmanes.
Sin embargo, quien critica duramente las caricaturas sostiene que han desatado la cólera de toda la comunidad de los creyentes...
Pero, ¡atención!, han pasado varios meses entre su publicación y la reacción violenta de los países árabes e islámicos. ¿Por qué? Se ha descubierto, incluso, que un periódico egipcio reeditó parte de las caricaturas en octubre y nadie se escandalizó. En realidad, entre septiembre y febrero, se ha orquestado una campaña promovida por los que mueven los hilos del terrorismo, que se han aprovechado de grupos extremistas y han condicionado a los gobiernos. Una campaña de propaganda y odio que ha desembocado en el incendio de las embajadas europeas. Es una violencia terrorista, diría, de corte “profesional”. No ha habido nada de espontáneo en estas protestas de masas.
El homicidio del padre Andrea Santoro en Trebisonda, ¿en qué medida depende de este clima de choque violento?
Muchísimo. Despista y también es hipócrita pensar que la culpa es de un muchacho exaltado e inestable mentalmente. En Turquía hay una ampliamente difundida cultura antioccidental, antijudía y anticristiana, y éste es el contexto real en el que ha madurado el asesinato del sacerdote italiano. Son países donde no hay libertad religiosa y las iglesias cristianas tienen una vida clandestina; en algunos casos el proselitismo de los cristianos es un crimen penado por la ley y la apostasía de la fe musulmana, dependiendo de las legislaciones de los distintos Estados, puede conllevar la pena de muerte.
¿No sería oportuno emprender la vía del diálogo, por ejemplo, con el así llamado islam moderado, en lugar de optar por la sátira corrosiva?
Occidente se odia a sí mismo, Benedicto XVI lo ha señalado con lucidez. Occidente no sabe defender su propia identidad y sus raíces espirituales. Su debilidad, que a menudo llama “voluntad de diálogo”, encubre la renuncia a desempeñar su propio papel. Si disminuye, por ejemplo, el valor de la vida de todos, pierde sentido el saludar a otro cordialmente con un apretón de manos. En segundo lugar, Italia, en particular, no tiene una estrategia de verdadera integración de los inmigrantes extranjeros. El noventa y cinco por ciento de los musulmanes presentes en este país conoce poco el italiano y no respeta o respeta poco nuestra cultura y la religión católica. No se sienten parte de la sociedad italiana. En lugar de hablar de diálogo nuestras autoridades políticas deberían emprender una seria estrategia de integración. No se hace nada en este sentido, excepto la escolarización de los niños. Se llega a la ciudadanía italiana de modo casual, burocrático. En cambio los inmigrantes, no sólo los musulmanes, deberían sentirse parte integrante de una identidad italiana que debería manifestarse de múltiples formas.
¿Es también equivocada la idea de una “Consulta per l’islam italiano” que el ministro Giuseppe Pisanu ha creado en el Ministerio del Interior?
No, en sí es buena. Dotar al Ministerio del Interior de un organismo que ayude al gobierno a conocer los problemas con vistas a mejorar la integración puede ser muy útil. Lástima que la iniciativa haya llegado al final de la legislatura; la segunda reunión se ha celebrado en plena campaña electoral, lo cual tiene un cierto sabor oportunista. En el Corriere della Sera he polemizado con Pisanu sobre su apertura al representante de los Hermanos musulmanes en Italia, Nour Dachan, presidente del Ucoii. Creo que el diálogo, incluso en el ámbito de la Consulta, se debe llevar adelante partiendo de principios firmes.
¿Cuáles?
Dachan niega el derecho a la existencia de Israel; le gustaría imponer la ley islámica y legitima los atentados contra nuestros soldados. No se debe dialogar con quien piensa que Israel tiene que ser destruido y que el Holocausto no ha existido nunca. Repito: el diálogo no puede legitimar ideas tan gravemente equivocadas. Aceptad el principio de libertad religiosa, del carácter sagrado de la vida, el derecho de Israel a existir y, entonces, dialogaremos.
Benedicto XVI ha sido invitado a Turquía...
Bienvenida sea la visita del Papa a Turquía, si no se queda en un buen apretón de manos para las cámaras, pero sin distinciones. Nos enfrentamos con una cultura que representa un abismo de perversión religiosa: se mata en nombre de Dios y muy a menudo se mata a personas que acuden a los lugares sagrados. En cambio es importante que, sobre todo en Turquía, que tiene una historia de inicial laicización del islam, se afirme el principio de la libertad religiosa. Un principio prácticamente negado hoy y que es absolutamente esencial para el desarrollo de la libertad en sí misma. Así se puede iniciar un proceso de verdadera liberalización, una evolución positiva. Es también un derecho de los mismos musulmanes creyentes librarse de la violencia del extremismo.
Desde el Corriere della Sera también has polemizado con el ministro Calderoli, que se dirigió con la expresión “tú, que eres morena” a la periodista de origen palestino Rula Jebreal...
Sí, escribí: «Yo soy moreno», para subrayar mi disconformidad y mi contrariedad. Me da miedo toda condena generalizada al islam, que considero profundamente equivocada. Si alguna vez salimos de esta crisis, será sobre todo gracias a los musulmanes que rechazan la ideología de la muerte. Pero no nos olvidemos que Occidente sufre una agresión. No se puede establecer un paralelismo entre Calderoli y Bin Laden. Sería otro grotesco error.
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