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Huellas N.9, Octubre 2005

IGLESIA Ecumenismo

Punto de vista 1. Comunidad de intenciones

Honorato Grassi

«La finalidad del encuentro es el encuentro mismo», había escrito el arzobispo de Granada, monseñor Javier Martínez, en la carta de invitación al Congreso. Y a estas palabras había añadido las de Stanley Hauerwas, según el cual, si hay un sentido para la crisis de nuestros días, debida en gran parte al liberalismo y al laicismo, éste es «hacernos comprender a los cristianos cuán desesperadamente nos necesitamos unos a otros».
Que luteranos, metodistas, evangélicos y católicos se reúnan para discutir y confrontarse no es en sí mismo una novedad; desde el Concilio Vaticano II hasta nuestros días son muy numerosos los encuentros en los que «nos hemos conocido y comprendido más, aunque todavía permanecen las diferencias». Al diálogo con las otras confesiones cristianas, además de con las otras religiones, el papa Benedicto XVI ha dedicado sus primeras intervenciones durante el viaje a Alemania, señal de una necesidad fuertemente advertida, al igual que en el pontificado anterior, y de un deseo íntimamente alimentado.
Se dice con frecuencia que la historia tiene un peso notable en la división entre los cristianos; esto es en parte verdad y en parte no. Es verdad porque la pertenencia a distintas confesiones deriva de elecciones, de “fe” y teológicas, que han dado vida a una historia, hecha de ideas, costumbres, comportamientos, sensibilidad y actitudes ante la vida. No es verdad porque es necesario comprobar si estos “vínculos” establecidos por la historia tienen la consistencia y el peso suficientes como para mantener la distancia. En este sentido, como se ha visto en Granada, el catolicismo despierta un gran atractivo; pero sería un error entenderlo como una eventual disponibilidad a pasar de una confesión cristiana a otra, porque, en esencia, se trata de un atractivo suscitado por la experiencia cristiana misma, vivida y concebida en su totalidad. Y esto plantea un interrogante también para los católicos, pues les sitúa en la posición del que debe no tanto acoger a otros como renovarse en el encuentro con otros.
De esta forma, para que la unidad pueda realizarse debe fundarse sobre un hecho vivido y sobre un juicio. La crítica a cualquier forma de dualismo –desde el originario entre natural y sobrenatural a las distintas expresiones derivadas de la separación entre fe y vida–, la superación del laicismo, como modo de pensar, antes aún que como modo de vida civil, el redescubrimiento de los autores de la tradición cristiana, entre los que destaca no sólo Agustín, sino Tomás, los puntos de partida para un renovado compromiso en la vida social y política y, sobre todo, en el compromiso educativo, han sido los principales puntos en los que los participantes en el encuentro de Granada han podido advertir una comunidad de intenciones y de valoraciones. Que esto no ha estado dictado únicamente por un interés teológico y filosófico ha sido reconocido por todos al decir que «ha sucedido algo que no nos deja como antes». Y es quizá este comienzo de experiencia la novedad más grande del “nuevo inicio” de Granada.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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