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Huellas N.9, Octubre 2005

SOCIEDAD Multiculturalismo

Tres preguntas a...

Rutelli y Formigoni

Roberto Formigoni
Gobernador de la Región Lombardía
Profundizar, defendery proponer nuestra identidad


Francesco Rutelli
presidente del partido de la Margherita
Coordinar las medidas para defender el derecho a la seguridad


1. Los atentados del 7 de julio en Londres han confirmado definitivamente el fracaso del multiculturalismo (como tolerancia e indiferencia genéricas hacia todos), y cada vez emerge más la posibilidad de que derechos y libertades puedan verse limitados en nombre de la seguridad. ¿Cómo juzga usted esta situación?
Formigoni: Mientras le respondo me viene a la mente el atentado terrorista de Bagdad, que desgraciadamente forma parte de una larga serie, y en el que han muerto más de cien obreros que buscaban trabajo. Resulta evidente que el terrorismo es un loco poder homicida, y no otra cosa; y digo poder no por casualidad: poder contra occidente, contra el islam moderado, contra pobre gente europea inocente, ya sea árabe o americana. Durante demasiado tiempo una idea equivocada de tolerancia ha regalado al terrorismo la falsa justificación de ser la forma extrema de rebelión de las masas oprimidas por Estados Unidos y por occidente. Más en general, podríamos decir que en occidente hay demasiadas personas que han sido y son todavía hoy víctimas de una trágica utopía: deshacer todas las culturas en una única paleta monocroma, haciéndose la ilusión de que así eliminan los conflictos, renunciando a distinguir y a juzgar. El resultado es que hoy –de forma más clamorosa a partir del 11 de septiembre de 2002– el terrorismo está en nuestras calles y en nuestros metros, tiene sus bases y sus predicadores de odio también entre nosotros. Es necesario volver a usar la razón. Sobre todo dándonos cuenta de que si renunciamos a vivir, a profundizar, a defender y a proponer nuestra identidad y nuestra cultura no hacemos que crezca el respeto por los demás, sino que, por el contrario, alimentamos la separación y favorecemos a los violentos.
Pero también tiene que quedarnos claro que la seguridad de nuestra gente es un derecho sacrosanto que inevitablemente, en esta situación extraordinaria, hay que garantizar con una atención y un compromiso extraordinarios, y con las medidas consecuentes. Existen momentos en la historia como el actual en que la libertad debe ser defendida en su elemental y sustancial posibilidad de existir y de expresarse. Esto está antes que cualquier otra cosa. Creo que nuestro gobierno ha elegido este camino –ni laxitud ni estado policial– demostrando gran equilibrio y sabiduría.

Rutelli: Yo no creo que los atentados de Londres hayan confirmado el fracaso definitivo de la idea positiva de una sociedad multicultural, en la que distintas culturas puedan convivir y enriquecerse mutuamente. Si fuese así, sería la victoria del terrorismo. Pero el terrorismo no puede prevalecer, y no vencerá. No debe vencer la batalla interna del mundo islámico, que es quizá más peligrosa que la que se dirige a las democracias occidentales.
Tony Blair dijo en el Parlamento británico el pasado 11 de julio: «Antes del pasado jueves estábamos orgullosos de la contribución aportada por la comunidad islámica a Gran Bretaña. Lo estamos hoy todavía. El fanatismo no es una cuestión de religión, sino una condición mental. Trabajaremos con vosotros para permitir que la voz moderada y verdadera del islam pueda ser escuchada. Seguiremos actuando juntos y, aunque los terroristas puedan matar, no podrán destruir jamás el estilo de vida que compartimos y que defenderemos con la fuerza de nuestras convicciones, de forma que venceremos nosotros, y no los terroristas».
Ciertamente, el descubrimiento del terrorista fundamentalista como vecino de casa aparentemente integrado ha representado un gran trauma y un punto de inflexión en la percepción popular. Diría que está bajo examen un cierto tipo de “multietnicismo”. En el sentido de que la historia de Europa –como, por otro lado, también la misma historia del cristianismo– tiene como fundamento ese concepto que el historiador Remi Brague ha definido como “secundariedad”, o bien la capacidad de aprender del otro y de integrar los conocimientos y las experiencias de corrientes culturales que se encuentran. Otra cosa bien distinta es hacerse la ilusión de “fundir” en un territorio que tiene milenios de historia, de forma totalmente abstracta, culturas, religiones y filosofías, especialmente la islámica, con sus características.
Y entre medias de la xenofobia y esta ilusión está todo el espacio de la identidad y de la integración. Identidad por la que una nación, pero también nuestra “segunda patria” europea, es más consciente de los valores y principios que la animan, pero también de las nuevas “misiones” a conseguir; integración, porque debemos a los millones de extranjeros que trabajan en Italia respuestas más comprometidas desde el punto de vista de los derechos y los deberes, y no podemos renunciar a promover la plena integración de cuantos quieran y puedan, entre los inmigrantes, convertirse en italianos.
En cuanto a la limitación razonable de algunas comodidades para defendernos del terrorismo –¡no de las libertades!–, esto es algo en lo que coinciden todas las opiniones públicas occidentales. Entre los derechos de todos está el derecho a la seguridad. Y el buen gobierno es aquel que no trata de aprovecharse del miedo para obtener consensos, sino que busca el equilibrio entre políticas de seguridad y políticas efectivas de integración.

2. ¿Desde dónde volver a partir?
Formigoni: Estamos llamados a decir por qué vale la pena vivir, para defendernos de los que creen que saben por qué merece la pena morir.
El alejamiento del cristianismo que se ha producido en los últimos decenios ha debilitado la riqueza y la fuerza de conciencia y de experiencia de nuestra sociedad, que había sabido expresar una tradición pluralista desde el seno mismo de su identidad. La gran mentira de nuestra época es la de querer dictar una ética de la vida civil negando sus fundamentos. Si no reconocemos que la persona en su valor absoluto y el Misterio como factor último de dependencia para cada ser preceden a cualquier otro poder, no existen las condiciones para el desarrollo de la identidad, de las relaciones, de la convivencia y del bienestar. Por eso el testimonio y la tensión educativa de los cristianos y de los laicos sin prejuicios ideológicos es hoy en día el factor más importante para volver a partir, para reconstruir un tejido social favorable al desarrollo humano y a la colaboración entre realidades distintas.

Rutelli: La batalla contra el terrorismo debe ser ante todo una batalla de ideas y de valores. La respuesta justa está en la racionalidad. Es necesario favorecer acciones coordinadas más que decisiones unilaterales. Es necesario tender a prevenir el terrorismo con los análisis de los servicios de inteligencia, la colaboración internacional y el control de las fuentes financieras de los terroristas.

3. Imagine que es usted el jefe del gobierno. ¿Qué haría para vencer el miedo y garantizar libertad y seguridad?
Formigoni: Es necesario un uso muy pensado de la fuerza, y sobre todo la virtud cardinal de la fortaleza. Esto significa rechazar con firmeza el apoyo a comportamientos extraños a las leyes o incluso a la Constitución, con la excusa del respeto de las tradiciones y de las culturas “distintas”. Del mismo modo es inaceptable tolerar que existan lugares (mezquitas, supuestas escuelas, centros culturales) en los que la ley islámica prevalezca sobre la italiana.
Junto a los controles de los servicios de inteligencia y las expulsiones de los que siembran el odio debe existir una apertura de crédito al mundo islámico moderado que sepa elegir atentamente a los interlocutores. Es necesario animar a los musulmanes moderados a aislar responsablemente a todos los profesionales de la violencia.

Rutelli: Nosotros estamos preparados para asumir las responsabilidades de una fuerza de gobierno creíble, coherente y fiable, que no abdica ante sus propias responsabilidades y que sabe ligar el valor de la paz con el deber de la seguridad y con la construcción de una democracia duradera. Lo hemos demostrado, entre otras cosas, al día siguiente de los atentados de Londres, cuando contribuimos a reforzar el paquete de medidas de seguridad del gobierno que el Parlamento aprobó después de haber aceptado muchas de nuestras propuestas. Nuestras enmiendas estaban dirigidas a defender el respeto a algunos de los derechos fundamentales sobre los que se funda una democracia liberal.
Es necesario aceptar algunas limitaciones, decía antes, no tanto a nuestras libertades, cuanto a algunas comodidades, como por ejemplo soportar de buen grado los tiempos necesarios para los controles en los aeropuertos. Los que derraman sangre no deben pensar que pueden minar nuestra libertad a través del miedo. Pero al mismo tiempo somos conscientes de que es absolutamente necesario poner en práctica algunos instrumentos de control, por ejemplo, para asegurar una identificación segura de todas las personas. Hay que garantizar la recogida de huellas fotodactiloscópicas, las huellas digitales, a todos los ciudadanos, y no sólo a los inmigrantes. Hemos sido los primeros, dentro del centro-izquierda, en lanzar esta propuesta, y parece que ahora se ha asumido. Lo mismo vale para los análisis de ADN, a los que van asociados medidas seguras de garantía de la privacidad, como también hemos propuesto en el Parlamento. En una sociedad abierta que quiere permanecer abierta, en la que está asegurada, y así debe serlo, la mayor movilidad de las personas, debe estar completamente clara la identificación de todos.
Creo que el tema de la seguridad hay que afrontarlo desde una perspectiva europea, poniendo en práctica las medidas más eficaces posibles de lucha contra el terrorismo, sin sacrificar derechos y libertades personales, implicando y responsabilizando a las mismas comunidades islámicas.
También el tema de la inmigración hay que afrontarlo desde una perspectiva europea.
La inmigración no es un factor fruto de una emergencia, sino un elemento estructural de nuestras sociedades que, en cuanto tal, requiere respuestas a largo plazo.
En particular, resulta esencial favorecer los acuerdos con los estados de origen, a través de una política coordinada de la Unión Europea, que puede tener más fuerza que la acción individual de un país.
Estas decisiones concretas pueden constituir un nuevo punto de partida para Europa. Con ellas se mostrará más eficaz y atenta a la hora de gobernar sobre algunos problemas serios que en estos años, en cambio, no ha sabido gestionar.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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