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Huellas N.8, Septiembre 2009

PRIMER PLANO - Meeting de Rimini

En la raíz de lo que se ve

Davide Perillo

Vips y voluntarios en los aparcamientos bajo un sol de justicia. Todos en el Meeting reconocen un «acontecimiento en acto». Un hecho que induce a una reflexión sin la cual «las cosas se quedarían a medias». GIORGIO VITTADINI explica qué nos llevamos a casa desde Rimini para el curso que empieza

«¿Qué nos llevamos a casa de Rímini? Ante todo, un dato: el acontecimiento no lo creamos nosotros, sino que está en la realidad. El Meeting no es un grupo de personas que comenta algo que existe: es un acontecimiento en acto». Un acontecimiento que también este año ha contado con él entre sus protagonistas. En el estrado, junto a Tony Blair, Giulio Tremonti y compañía. Entre los stands de la Feria, acompañando a Mario Draghi, a Schifani, a Bersani y a los distintos vip para descubrir el verdadero rostro de la fiesta. Pero también en el diálogo intenso con mucha gente sencilla que se cruzaba con él entre una exposición y una entrevista, entre un café y un cara a cara en el salón de los invitados. Por eso no sorprende que el balance de Giorgio Vittadini –presidente de la Fundación para la Subsidiaridad y uno de los motores de la manifestación– parta desde ese primer ejemplo de «acontecimiento en acto» que se hace conocimiento: «Los voluntarios. Casi cuatro mil personas que viven una semana de esa forma son un hecho que no puede dejar de sorprender. El conocimiento es el recorrido que nace de ahí, de los hechos. Muchos llevan a cabo trabajos agotadores, nada gratificantes: el aparcamiento, la limpieza… Sin embargo, recorren un camino que les enseña a convertir esta experiencia, que parece árida e insatisfactoria, en una ocasión para llegar al corazón del Meeting, para crecer. Son conscientes de que el Misterio es el significado de todo, de lo que hacen y por tanto del sacrificio que conlleva, y responden con un gesto de gratuidad, por agradecimiento a todo lo que el Misterio les da. Pero el Meeting es un acontecimiento también en otro sentido».

¿Cuál?
Allí suceden hechos que rebasan con creces las palabras y los comentarios. En el Meeting puedes conocer personas que construyen: los amigos del Rione Sanità, los Trabajadores Sin Tierra… Cuando le acompañamos a ver el bar de la cooperativa Giotto, Draghi se quedó pasmado al saber que no era una iniciativa con los presos, sino de los presos. En efecto, cada vez llegan más personas que, al dejarse tocar por estos hechos, hacen las cuentas hasta el fondo, más allá de lo que los organizadores del Meeting les proponen oficialmente: pienso en Joseph Weiler, Mary Ann Glendon… y en otros muchos. Es más, cuanto mayor es el respeto que no llega a la identificación –Oscar Giannino empezó su intervención explicando por qué sigue diciendo «vosotros» y no «nosotros»–, más se advierte que hay algo mucho más grande de lo que se ve.

Y esta dinámica es, a todos los efectos, un recorrido de conocimiento...
Sí, porque el que se acerca al Meeting con ese respeto, comprende que su origen no puede ser simplemente las personas que lo hacen, sino un Misterio que, a través de esas personas, de los encuentros y de los hechos que suceden, corresponde profundamente a la necesidad del hombre. Cada uno lo llama como quiere, pero es un hecho imprevisible. Luego, en algunos puntos, este hilo conductor temático ha asumido también el valor de una elaboración cultural que se mide con la modernidad. Hablo de las intervenciones de Carmine Di Martino, Julián Carrón, Rémi Brague, Yves Coppens, de los físicos Premios Nobel, de Weiler y Glendon que, por primera vez, ha hablado de la experiencia elemental como base de las relaciones humanas y de la vida civil, como una posible fundamentación de la ley natural... En resumen, se ha ido hasta el fondo en la reflexión sobre la experiencia del hombre moderno con una elaboración cultural en sentido estricto. Al final uno se da cuenta de que todo esto es un acontecimiento, es decir, algo que no acaba en nuestra acción, sino que la supera, algo que se reconoce. Lo cual sorprende, porque en todos estos aspectos distintos emerge algo que nosotros llamamos Misterio y los demás llaman de otra forma, pero que es algo imponderable que hace único el Meeting. En Rímini, el ejercicio del juicio, es decir, de una comparación entre lo que el Misterio presente hace suceder y nuestras exigencias y evidencias elementales, se ha convertido en una experiencia de pueblo. Una experiencia compartida por todos, desde los vip hasta los voluntarios.

Esto liga de forma estrecha el Meeting con los contenidos que el mismo Carrón ha señalado en La Thuile, en la Asamblea de Responsables de CL…
El Meeting ha sido ver La Thuile en acción. Había una coralidad impresionante entre el recorrido teórico y el acontecimiento en acto. El año pasado los protagonistas del Meeting fueron los testigos. Este año se ha dado un paso más profundizando en el juicio sobre la experiencia. En La Thuile Julián nos ha provocado a la lectura de una experiencia en acto. No ha marcado una “línea programática” o una indicación de la vanguardia intelectual que dice: ahora debemos ir para allá. No: ahora debemos darnos cuenta de lo que está en el fondo y en la raíz de la experiencia que vivimos. Todo esto se ve fenomenal en Rímini. La misma estructura del Meeting consiste en una valoración de lo que se produce en vivo: relaciones personales, conocimientos, encuentros realizados durante el año... El Meeting nace así, de una riqueza cada vez más amplia. No es una estructura que dicta la línea de acción a seguir, sino que se rinde ante lo que es el espectáculo del movimiento.

¿Qué es lo que más te ha sorprendido?
El discurso de Blair. Me esperaba una intervención “política”. Me sorprendió que se pusiese en juego de forma tan personal. Nunca hubiera pensado que una persona con una historia laborista, en un país en la que si eres católico no puedes llegar a ser rey, tuviese el valor de hacer un discurso tan valiente sobre su conversión, la fe, el hecho de que el multiculturalismo necesita una identidad, y así con todo lo que dijo. Se trata de una persona que se pone en juego personalmente. Lo cual confirma lo que nos decía a menudo don Giussani: lo que cambia el corazón del hombre es lo que cambia el rostro del mundo. En la misma línea de pensamiento, lo que me sorprende de nuevo es que la contraposición ideológica –al final siempre abstracta y estéril– está dejando paso al deseo de conocerse, a la necesidad de aceptar la diversidad del otro: el baremo con el que se valora es la experiencia humana, es el recorrido que uno está haciendo como hombre y que, como hombre, desea compartir.

¿Podrías poner algún ejemplo?
Pienso en lo que dijo Jannacci –tradicionalmente perteneciente a un área cultural distinta de la nuestra– a ilsussidiario.net el día de su concierto: «Veo la caricia del Nazareno hacia muchas personas y también hacia mí...». Y en la entrevista para Avvenire: «Obviamente es una búsqueda que sigue todavía. Después del caso Eluana fui a la Biblioteca Vaticana. Quería profundizar en el conocimiento de hechos sobre los que sufro una constante dialéctica interna...». Con un hombre así, además, me resultaría interesante hablar también de otras cosas, incluso de política. Pero lo que para mí tiene un valor inestimable es ante todo su recorrido humano.
He visto lo mismo en muchos políticos con los que existe una amistad sincera y profunda.

¿Qué es lo que ha permitido, en estos años, llegar hasta ahí?
Una experiencia en acto. Por seguir con el ejemplo de los políticos, está todo el trabajo realizado por el Grupo Interparlamentario para la subsidiariedad. Además de hechos que conmueven y a los que uno se liga: los presos de Padua, el Banco de Alimentos... Viendo la asistencia asidua al Meeting año tras año, se comprende que la finalidad que tiene la gente es distinta. Te pongo un ejemplo: en el Corriere han hecho una encuesta entre la gente que estaba en el Meeting sobre lo que piensan los de CL sobre la llegada de pateras con inmigrantes extracomunitarios. Pues bien, han sido muchas las respuestas, todas con un punto en común: “Perdona, pero, ¿por qué quieres encasillarme a la fuerza en un bando determinado? ¿Acaso no ves lo que hay aquí?”. Y lo mismo ha sucedido con todos los chismes del verano. A este respecto no ha habido ni una sola declaración fuera de lugar. Hace años no habría sucedido lo mismo. Nos habríamos dejado determinar por las preguntas de unos y otros. O habríamos tomado parte en estos discursos repitiendo lo que dice este o el otro intelectual que sería más consciente que nosotros de lo que sucede en la realidad… Esto quiere decir que ahora la identidad está mucho más clara, y que quien tiene una identidad es más capaz de mirar de frente, de valorar y de abrazar lo que sucede.

En cierto sentido, esto responde también al Scalfari de turno, a las ironías sobre el «Meeting de CL, que aplaude con convicción a todos, al diablo y al agua bendita»…
Tendencialmente, la gente aplaude a los que vienen al Meeting porque no tiene como posición una dialéctica, sino la simpatía humana por todas las posiciones que son sinceras. En el Meeting no tiene espacio el silbido, porque se trata de un lugar en el que uno acoge la experiencia de otro porque necesita de su diversidad: el deseo de la comparación vence sobre la contraposición ideológica que no lleva a ningún sitio. Exactamente lo contrario de lo que dice Scalfari: «Quien atraviesa esa puerta “se incluye”, y esto es más que suficiente para batir palmas».

Título aparte, ¿existen aspectos de método a tener en cuenta para próximas ediciones?
En primer lugar, la presencia de extranjeros, que es cada vez mayor. Es necesario pensar en soluciones logísticas y organizativas que faciliten su participación en el Meeting. Segundo: hacen falta más talleres, más momentos de encuentro, diálogo y profundización entre experiencias de distinta extracción cultural y de distintos países. Tercero: hay que multiplicar en el Meeting la presencia de experiencias particularmente vivas y significativas que son ellas mismas ocasión de encuentro: los presos, Nápoles, los Trabajadores Sin Tierra… Cuarto: comunicar cada vez mejor el hilo conductor del Meeting a través de los actos más importantes y también los mensajes que se quieren lanzar sobre temas específicos. Este último aspecto abre a otro punto fundamental que se ha puesto de manifiesto este año.

¿Cuál?
No podemos renunciar a desarrollar una reflexión cultural crítica, sistemática y original sobre todos los aspectos de la realidad que queremos afrontar, una reflexión que nazca de la riqueza de nuestra experiencia, cuando haya personas capaces de hacerlo. Este año de forma explícita lo han hecho Carrón y Di Martino. La alternativa es la superficialidad, hacer las cosas a medias. Como si fuese suficiente con el ejemplo, sin un trabajo real de reflexión que permita comprender la novedad que lleva consigo lo que vivimos, también en el campo del “pensamiento”.

Y aquí volvemos a La Thuile, como método…
Ciertamente. Se trata del juicio. Pero debemos reflexionar sobre la resistencia que tenemos ante un cierto nivel de profundización, sobre la tentación de decir que sería artificioso. No puede ser artificioso el patrimonio de conciencia fruto de una vida vivida a la altura de nuestra estatura humana. Antes bien, requiere un trabajo.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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