Entre los días 21 y 29 del pasado mes de mayo tuvo lugar en la ciudad de Bari el XXIV Congreso Eucarístico Nacional Italiano, con el tema “Sin el domingo no podemos vivir”. El escándalo de un Dios que, además de hacerse hombre, se hace pan y vino para los hombres de todos los tiempos. La Eucaristía, corazón de la Iglesia, sacramento de unidad con los hermanos separados. El testimonio de Benedicto XVI
«¿Ha sido una exhibición de fuerza? Preferiría hablar de testimonio de vitalidad», dice Paola Bignardi, la cual no coincide en absoluto con quienes han querido ver en el Congreso Eucarístico de Bari una exhibición de orgullo católico. Tiene todavía en la retina el Via Crucis celebrado el viernes: veinte mil fieles en oración desde el Hospital Policlínico hasta el edificio de la cárcel de Bari en la calle Juan XXIII con los presos iluminado las rejas de las celdas con velas. «Una Iglesia viva que vive con los que padecen por el dolor, por el error o por el abandono», dice la Presidenta de Acción Católica.
Vigésimo cuarto Congreso Eucarístico. Los jóvenes caminan por el paseo marítimo de Araldo bajo el cálido sol de la capital de Apulia. Allí se encuentran las instalaciones de la Feria de Levante y las carpas para los peregrinos. Religiosos, scouts, familias y obispos, a mitad de camino entre un Katolikientage y el Meeting de Rimini. “Sine dominico non possumus”es el lema que campea por todas partes recordando la respuesta que dieron, antes de ser masacrados, los 49 mártires de Abitene, en Túnez, a Diocleciano que les había mandado arrestar durante la celebración eucarística.
Industria del tiempo libre
Un testimonio de fe que choca con los que sólo conocen “el rito” del domingo en los hipermercados que no cierran o en los centros de ocio. «Un día de descanso –estigmatiza Andrea Riccardi responsable de la Comunidad de San Egidio– que se ha convertido en industria del tiempo libre, en una afanosa huída de sí mismo». Precisamente por esto en Bari una quincena de asociaciones de laicos, desde la Asociación Católica de los Trabajadores (ACLI) a la Compañía de las Obras (CdO), pasando por el sindicato de inspiración católica (CISL) y los Focolares han lanzado una llamada: «salvemos el domingo» para pedir que «en contra de la tendencia a intercambiar el día del reposo semanal, se salvaguarde el principio de la excepcionalidad del trabajo dominical».
El Congreso ha tenido lugar en el Año de la Eucaristía declarado por Juan Pablo II, que concluirá en octubre con el Sínodo de los Obispos, cuyo tema será “La Eucaristía, fuente y culminación de la vida y de la misión de la Iglesia” y cuyo relator principal será el patriarca de Venecia, cardenal Angelo Scola.
En Bari intervienen desde el arzobispo de Milan, Dionigi Tettamanzi, al de Túnez, monseñor Twal, desde el cardenal Kasper a monseñor Forte, desde los responsables de todos los movimientos de laicos a monseñor Ravasi, desde el secretario de la Conferencia Episcopal Italiana, monseñor Betori a monseñor Comastri, por citar solo algunos. Durante toda la semana una gigantesca “O” blanca ha presidido el futurista palco de la explanada de Marisabella. En el centro un Cristo estilizado surge de un círculo que se puede ver tanto como figura de la Hostia sagrada como de la piedra del sepulcro. Durante toda la noche entre el sábado y el domingo decenas de miles de jóvenes han esperado aquí a Benedicto XVI, mientras asistían a un sofisticado, aunque no banal, espectáculo: “Noche de luz … esperando al domingo”: toca el grupo “Los Matia Bazar”, participan el actor Giancarlo Giannini y los cantantes Antonella Ruggero y Beppe Fiorello. Al final hay al menos 150 mil personas.
Los discípulos y nosotros
«La Eucaristía es el corazón de la Iglesia», anunció en la inauguración el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, Camilo Ruini. Hoy se produce de nuevo el mismo escándalo de los discípulos de Jesús ante un Dios que no solo se hace hombre sino que se hace pan que se come y vino que se bebe, no tan alejado de la vida cotidiana de los hombres del siglo veintiuno. «En el fondo –como observa el Papa en su homilía en Bari– los hombres desean un Dios grande pero lo prefieren lejano. Podría decirse que no lo quieren tan cercano, tan próximo, tan dentro de la vida de todos los días».
Por último, la Eucaristía sacramento de unidad con los hermanos separados, origen de esa mirada al Este que Juan Pablo II hubiera querido sellar con un viaje a Moscú, que quizá llegue a realizar Benedicto XVI. En su homilía en Bari el Papa observa: «Quisiera confirmar mi voluntad de asumir como compromiso fundamental el de trabajar con todas mis fuerzas en la reconstrucción de la unidad plena y visible de todos los seguidores de Cristo». Desde la arrebatadora belleza de la cripta romana de la Basílica de Bari, los huesos de San Nicolás miran hacia otros mares y protegen las nuevas esperanzas del ecumenismo.
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