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Huellas N.5, Mayo 2005

CL Fraternidad 2005

La esperanza no defrauda. Una herencia preciosa

a cargo de Alberto Savorana

27.000 adultos reunidos en Rímini para los Ejercicios espirituales anuales, y otros miles conectados vía satélite desde sesenta países del mundo; predicados por Julián Carrón, que preside desde el pasado 19 de marzo la Fraternidad, son los primeros Ejercicios tras la muerte de don Giussani. El mensaje de Benedicto XVI: «Vuestro fundador precedió por poco tiempo el doloroso tránsito del querido Santo Padre Juan Pablo II. Ambos ardientes testigos de Cristo, nos dejan en herencia el testimonio de la rendición total a la “esperanza que no defrauda”»

Una extraña fiesta del trabajo. Rímini, 1 de mayo de 2005. La Divina Liturgia de San Juan Crisóstomo
inunda los espacios inmensos en los que entramos los 27.000 el último día de los Ejercicios espirituales de la Fraternidad de CL. Las notas de Rachmaninov (de la grabación del “Spirito Gentíl” que escogió don Giussani) iluminan inesperadamente un recuerdo personal. Era en 1997 y el todavía no Papa Benedicto XVI contaba una historia ante el Congreso Eucarístico de Bolonia: «Una antigua leyenda sobre los orígenes del cristianismo en Rusia narra que ante el Príncipe Vladimir de Kiev, que estaba buscando la religión verdadera para su pueblo, se presentaron uno tras otro los representantes del Islam procedentes de Bulgaria, los representantes del judaísmo y los enviados del Papa procedentes de Alemania, cada uno le proponía su fe como la verdadera y la mejor de todas. Sin embargo al príncipe no le satisfizo ninguna de las propuestas. La decisión maduró cuando sus enviados regresaron de una liturgia solemne en la que habían participado en la Catedral de Santa Sofía de Constantinopla. Llenos de entusiasmo relataron al príncipe: “Llegamos ante los griegos que nos condujeron donde celebran la liturgia para su Dios…No sabíamos si estábamos en el cielo o en la tierra…experimentamos que allí Dios habita entre los hombres”. Lo que convenció a los enviados del príncipe ruso de la verdad de la fe celebrada en la liturgia ortodoxa no fue una especie de argumentación misionera, cuyas motivaciones llegaran a parecerles más iluminadoras que las de otras religiones. Lo que les conmovió fue el misterio como tal, que más allá de la discusión hace que brille ante la razón la potencia de la verdad»

Más hijos que nunca
Son los primeros Ejercicios sin don Giussani. Con don Giussani más presente que nunca. Ante todo en la belleza del gesto, que sostiene la memoria de quien se descubre más hijo suyo que nunca. En los cantos del coro y de la asamblea, en la precisión de la secretaría, en el orden de los avisos, en la atención a la oración de los Laudes y de la Misa, en las meditaciones dirigidas por Julián Carrón, hasta en la disposición de los lugares que nos acogen. Por otra parte, ¿No es este quizá el secreto de la paternidad? Cuando el padre se va, toda la riqueza de su humanidad –palabras y gestos, es el método original que se encarna en gestos y palabras– revierte en el hijo, que hereda todo porque fructifica como acto de vida y no se conserva simplemente como letra muerta. Si somos sencillos, hay esperanza.
Los salones del recinto ferial son el teatro de uno de los gestos más imponentes de la vida del movimiento, y sobre todo –insisto– uno de los más bellos. Un día don Giussani dijo que «no hay nada más anticristiano que un gesto cristiano mal hecho».

Fiebre de vida
Para Julián Carrón la experiencia de los Ejercicios no es nueva. Desde hace años don Giussani había querido que viniera de España para predicar en Rímini. Lo nuevo es la posición desde la que habla: “presidente” de la Fraternidad, ocupando el puesto de aquel del que ha nacido el pueblo que abarrota el recinto ferial y los otros miles de amigos conectados por todo el mundo.
«Es mejor para vosotros que yo me vaya». Estas palabras de Jesús recordadas por Julián Carrón al comienzo del retiro han tenido este año un efecto incomparable: iban directas a cada uno de los que escuchábamos, todos y cada uno formando parte de una comunidad generada por la “fiebre de vida” de don Giussani, que el 22 de febrero partió hacia ese «reino celeste, que colma toda alegría que el corazón ha deseado» (Jacopone da Todi). Él, «tocado, herido por el deseo de la Belleza» (Ratzinger) de la que ahora goza sin límite, esperamos que junto a su amigo Leopardi.
«Es mejor para vosotros que yo me vaya». Las palabras de Julián Carrón penetran hasta el fondo de cada uno como debieron penetrar en los rostros de los discípulos cuando se sintieron interpelados así por su amigo Jesús que les dejaba.

Amigos por ser amigos de Cristo
«La esperanza no defrauda». «¿Es esto posible?», es lo que muchos nos hemos preguntado al leer en el escenario el título escogido para los Ejercicios de 2005. Pero no se trataba de una pregunta escéptica ni mucho menos retórica. ¿Cómo es posible que la esperanza no defraude con estas dos muertes que han reunido hasta en el último paso a dos hombres amigos por ser amigos de Cristo?
Viernes por la noche, Julián Carrón sube al estrado y lee el primer mensaje de Benedicto XVI enviado por el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado: «De esta esperanza se nutrió nuestro querido don Giussani y vuestra benemérita Fraternidad intenta proseguir el camino en su estela. Vuestro fundador precedió por poco tiempo el doloroso tránsito del querido Santo Padre Juan Pablo II. Ambos ardientes testigos de Cristo, nos dejan en herencia el testimonio de la rendición total a la “esperanza que no defrauda” (Rm 5, 5) esa esperanza que el Espíritu Santo infunde en los corazones de los creyentes derramando sobre ellos el amor de Dios». La tensión rompe en un aplauso lleno de gratitud. La esperanza no defrauda.

El grano de trigo y su fruto
Carrón introduce el retiro citando: «Pero cuando vuelva el Hijo del hombre ¿encontrará fe en la tierra?». Habla de relativismo y de un nihilismo difuso que penetra en nuestra vida, y añade: «Nosotros sabemos en qué consiste esta fe: lo hemos visto en dos gigantes, don Giussani y Juan Pablo II. Sin este testimonio de fe la historia sería un desierto». ¿Qué es lo que el Señor nos indica con su muerte que marca el momento presente? Un tiempo «que culmina con la elección de Benedicto XVI», dirá Carrón. «Si el grano de trigo no muere, queda él solo; pero si muere da mucho fruto». Es imposible pensar en don Giussani sin volver a esta frase de Jesús que nos apremia, como dice Carrón, «a hacer verdadero el objeto de nuestra Fraternidad: responder a la urgencia que el movimiento nos muestra según la misma modalidad que hemos experimentado en la relación con don Gius: hacer presente lo que él nos ha hecho presente, Cristo. Así permanece el carisma de don Giussani, no porque evoquemos su figura pasada o porque repitamos un discurso claro y perfecto, sino como vorágine de caridad que hace presente la victoria de Cristo: un pueblo».
Tenemos necesidad de convertirnos, de llegar a ser adultos en la fe, no seguir como adolescentes, es decir, arrastrados por la corriente de las falsas doctrinas, como ha dicho el Papa. «¿Y cuándo se es adulto?», se pregunta Carrón: «Cuando la fe está arraigada en la amistad de Cristo», medida del verdadero humanismo. «A esto es a lo que el Papa nos llama para responder a la urgencia del tiempo presente».«“¡Sígueme!”, nos ha dicho Benedicto XVI. La respuesta a la llamada debe ser de cada uno de nosotros a través de las circunstancias de la vida».

El deseo y la esperanza
Sábado por la mañana. Primera lección, Carrón habla del deseo de totalidad que habita en el corazón del hombre como fundamento de la esperanza, y luego, de la pretensión de la cultura del mundo de apartar el deseo del corazón del hombre sometiéndolo a la “dictadura de los deseos” como producto de su imaginación.
Sábado por la tarde. Segunda lección, la esperanza nace solo de una experiencia presente; el cumplimiento del deseo es Cristo presente, cuya victoria es un hecho que se puede reconocer: el pueblo cristiano.
«Compañía guiada al destino», así definía siempre don Giussani a CL. Mientras el recinto ferial se vacía recibo una llamada: «Lo que ha dicho Carrón es verdad, podría documentar cada párrafo con mi vida, y sin embargo me ha resultado completamente nuevo. Es una paradoja... todo estaba allí, pero aún no era “todo”». Volvemos a casa con la seguridad de no habernos quedado huérfanos. La nostalgia infinita con la que habíamos llegado a Rímini no se disolvió por arte de magia, sino que ha sido abrazada esta vez por la evidencia de una paternidad que no muere porque arraiga en el Eterno, como nos dijo hace doce años don Giussani, y nosotros casi no nos dimos cuenta de la profundidad de aquellas palabras, profecía de nuestro presente. Era el 15 de febrero de 1992: «Dar la vida por la obra de Otro; este “otro”, históricamente, como fenómeno, como apariencia es una persona determinada; por lo que respecta a nuestro movimiento, por ejemplo, soy yo. Cuando digo esto es como si desapareciera todo lo que mi yo es (porque el “Otro” es Cristo en su Iglesia); continúa siendo un punto histórico de referencia junto con todo el flujo de palabras, la corriente de obras que nació desde el principio en la escuela Berchet. Por eso éste es un momento en el que urge gravemente que cada uno tome conciencia de su responsabilidad, con lealtad y con fidelidad. Es el momento de la responsabilidad que cada uno asume respecto al carisma. Cada uno de nosotros, en cada uno de sus actos, en cada una de sus jornadas, en cada cosa que se imagina, en cada cosa que se propone, en cada una de sus acciones, debe preocuparse de comparar los criterios con los que actúa con la forma del carisma tal y como surgió en los orígenes de nuestra historia común. Esta comparación con el carisma es, por lo tanto, la mayor preocupación que debemos tener tanto desde el punto de vista del método como de la práctica, de la moral y de la pedagogía». Estas palabras adquieren ahora un peso específico infinitamente mayor. En el camino de vuelta nos acompaña un pensamiento de san Gregorio Nacianceno que don Giussani nos llevó a descubrir con la belleza de su vida: «Si no fuera tuyo, Cristo mío, me sentiría criatura finita».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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