El martes 8 de marzo, en la sala de la Protomoteca del palacio del Capitolio, tuvo lugar un acto en recuerdo de don Giussani, que contó con la participación de la vicealcaldesa Garavaglia, del alcalde Veltroni, el senador Andreotti, el cardenal Bertone y Julián Carrón. Apuntes de sus intervenciones
María Pía Garavaglia
Don Giussani sigue con nosotros y por ello queremos tributarle un particular homenaje en este lugar solemne que es la casa de los romanos. En realidad no lo necesita, pero los homenajes hacen del recuerdo una verdadera memoria, es decir, permiten que aquello que ha formado parte de nuestra historia, de la familia de muchísimos de nosotros siga obrando. (…) Yo pertenezco a la generación de Gioventú Studentesca (…); para nosotros GS fue una experiencia preciosa que compartíamos juntos chicos y chicas, lo cual no fue fácil para don Gius. (…) Sus jóvenes habían encontrado a través de él a Uno más importante, alguien a quien no importaba la diferencia de género (entonces ni siquiera usábamos esta palabra porque entonces usábamos todavía la palabra “sexo”): era un hombre que no nos permitió ser mutuamente hostiles ni tampoco estar obsesionados por esta cuestión. (…) Para muchos Giussani fue un amigo, un maestro, un sacerdote, un ciudadano exigente, quizá precisamente por ser sacerdote. (…) Su empeño era –lo repitió hasta en su última entrevista– que no estuviéramos tranquilos: no se puede quedarse tranquilo si el mundo sufre, mientras el vecino de casa o el compañero de estudios sufre.
(…) En un día como el de hoy (…) en presencia del Alcalde, que ha considerado importante recordar a don Gius en la Protomoteca, tiene lugar este sencillísimo acto, tan sencillo –dentro de su complejidad teológica– como él mismo conseguía mostrarse entre nosotros. (…) En el Duomo, escuchando lo que dijo y cómo lo dijo el padre Julián, reconocí la inspiración y el estilo de don Gius. Que este recuerdo de hoy sea una pieza más de la construcción de ese Hombre al que él miraba con tanta pasión.
(…) Él amó la belleza, el arte, la cultura; recordemos que para rezar a la Virgen utilizaba precisamente un poema: el Himno a la Virgen de Dante Alighieri.
Walter Veltroni
Hablar de don Giussani es hablar de una de las figuras más destacadas del catolicismo, y no solo del italiano, del siglo que acabamos de dejar. Si se pudieran contar, (…) serían millones lo jóvenes que a través de él –a través de sus clases entre los pupitres del Liceo Berchet de Milán, a través de la actividad de Gioventù Studentesca y, desde 1969, a través del largo camino de Comunión y Liberación– han encontrado una fe a la altura de sus sueños y expectativas y, sobre todo, de su compromiso social. Esta unión entre fe y vida, entendida también en su dimensión pública, creo que ha sido y sigue siendo, por muchos motivos, un aspecto fundamental de la experiencia y de las enseñanzas de don Giussani.
Don Giussani (…) era un apasionado de todo lo humano.
(…) Sabéis mejor que yo lo fructífera que ha sido la siembra de don Giussani, cuántas generaciones han crecido seguras de mantenerse firmes ante todo en la fe y en el testimonio. Pero lo importante es que esto no ha implicado ningún rechazo a la sociedad y sus imperfecciones: participar en la búsqueda de nuevas formas de cultura comunitaria estaba en la base de sus enseñanzas y de su actividad desde los años en que nació CL, desde que, en tiempos difíciles, don Giussani tuvo el mérito de apasionar a tantos jóvenes por la política y de huir de la violencia en la que era tan fácil caer entonces.
Don Giussani era plenamente consciente del valor de la actividad concreta, de cómo actuar en la sociedad, lo cual no está en contradicción con la dimensión espiritual y religiosa. En su última entrevista decía: «He tratado siempre de vivir la vida –con sus exigencias personales y su concreción– como una respuesta a las necesidades reales». Estoy convencido de que esto es extremadamente importante: ser fuerte en la propia identidad para ser capaz de abrirse a lo diferente, en una lógica de interdependencia y de interrelación. Si este es el objetivo, no veo que haya ninguna separación, ni división, no deben ni pueden existir, entre culturas diferentes y menos aún entre fe y razón.
(…) Cuando desaparece un fundador (…), un movimiento tienen ante sí un paso difícil, además de doloroso: es como una cesura, como el inicio de una nueva época, la inquietud –y a veces dificultad– de un nuevo viaje que comienza.
Les deseo (…) que puedan contar con toda la fuerza necesaria, fuerza que encontrarán –como siempre– en las enseñanzas de don Giussani, en las palabras del que en una ocasión dijo: «No seguimos a una persona; seguimos a una experiencia». Puede ser una persona quien la propone, pero cuando esta persona desaparece, la experiencia –comprendida en todos sus factores y valores– permanece; ciertamente la experiencia de don Giussani permanece, para vosotros y creo que también para todos.
Giulio Andreotti
¿Por qué don Luigi, en vida, no siempre fue comprendido por todos y, sin embargo, fue un gran punto de referencia y continúa siéndolo, es más, ha comenzado a serlo ahora todavía más? En mi opinión porque el secreto de su apostolado ha sido ir por delante en lo que luego el Santo Padre Juan Pablo II ha expresado, es decir, la invitación a no tener miedo, la invitación a no ser conformista –este mensaje suyo: «No os conforméis»– que valía tanto en los años en los que incluso físicamente la juventud se desviaba, cuando el horizonte estaba sembrado de gérmenes de violencia que luego desembocarían en hechos extremadamente graves, como hoy. (…) Lo que enseñaba a los primeros jóvenes, sus alumnos, siendo profesor de religión en el Berchet, era precisamente a no tener miedo, a plantear positivamente un discurso, a recuperar un diálogo que parecía imposible, y también a crear dentro de la estructura de los católicos italianos un modelo válido.
(…) Hoy vivimos una crisis también de carácter cultural porque se concibe la modernidad como ausencia de reglas, es más, como exaltación de lo que no es natural como natural, como norma, hasta tal punto que al que es normal se le considera a veces como anormal.
Ante esta forma desviada de vivir, no solo la vida religiosa sino la vida de cada día, don Luigi supo proponer un antídoto, un inicio que luego supo alimentar con una expansión extraordinaria, a mi entender esta sería la gran herencia que deja. (...) Me impresionó mucho en una ocasión: fuimos con don Giacomo a La Thuile en el verano de 1994 y me impresionó la manera desenvuelta, casi fraterna, con la que don Luigi se relacionaba con todos, con la familia de los suyos; otro rasgo típico de su apostolado, ocuparse no solo de los jóvenes sino de las familias. Todavía hoy cuando vemos,…también aquí en Roma, cuando en la misa de CL vemos a los jóvenes con sus esposas, sus hijos, todos los años asistimos a los bautizos, a las confirmaciones… es una Iglesia viva, esto es, quizá no figura en ninguna estadística, pero representa en qué consiste el atractivo. (…) A los jóvenes no se les puede hablar eficazmente haciendo una apología del pasado (…), no se les habla con discursos académicos; es necesario entrar en sintonía con su mentalidad, también con la que está muchas veces expuesta a impulsos o a posibles reacciones, como la de los jóvenes de hoy.
Querría concluir diciendo que hay una modernidad que no envejece: pasará el tiempo (…), y cuando se hable de estos decenios, de la verdadera modernidad, no se podrá dejar de recurrir a don Luigi Giussani.
Card. Tarcisio Bertone
Revitalizar la enseñanza de la religión en la escuela. No era una cuestión de organización sino de método. Si se vive siguiendo a Cristo, se vive mejor, es como vivir cien veces más. Si Cristo es lo que explica la realidad, todo se ve afectado y transformado, abierto a todo, sin ninguna cerrazón. (…) Como ya sabemos, a veces se da un dualismo no sólo entre fe y razón, sino entre fe y realidad social; se trata de un dualismo que hay que superar, que hay que vencer: una fe que no alcance a la totalidad del sujeto se queda abstracta. (…) «Cuando conocí a Cristo, me descubrí hombre». Me parece que en esta convicción se encuentra la intuición más profunda de don Giussani, a quien yo he llamado el don Bosco del siglo XX, porque ha inventado un método formidable para llevar a los jóvenes a Cristo, al encuentro decisivo, revolucionario, transformador, un encuentro que da unidad a la vida. (…) La fe no se debe relegar a la esfera privada, la fe es un hecho publico, es mi vida. He titulado esta breve intervención: “La lección de don Giussani: ciudadanos por ser cristianos”, ciudadanos en cuanto cristianos, partícipes de la ciudadanía evangélica y partícipes de la ciudadanía civil. Cualquiera que haya escuchado algo del catecismo que se enseña a los niños en las parroquias italianas sabe que todo gira en torno al encuentro con Jesús; podría decirse que por influencia de don Giussani el cristianismo es un acontecimiento más fuerte que cualquier interpretación. Por lo tanto, ya no se trata de una aproximación doctrinaria de deducción tomista, los niños, los jóvenes y también los adultos son introducidos en la fe a través de una aproximación experimentable e inductiva. Este es el núcleo de la intuición de don Giussani, que ya se ha convertido en cultura.
(…) Esto es, reconocer el acontecimiento de Cristo significa superar los condicionamientos, la falsa división entre fe y vida, entre fe y razón, restablecer una continuidad, sin necesidad de desdoblarse para ser cristianos. (…) Don Giussani ha hecho que el camino de la unidad creciera y pudiera recorrerse. Esperemos que otro maestro del pensamiento abra el candado que impide a los cristianos dar una interpretación menos rígida del concepto de laicidad, en el fondo del cual se encuentra la reducción de la fe a simples convicciones personales, en una especie de vuelta a las catacumbas. (…) Don Giussani fue un gran educador en la fe que, si está viva, obra (…) a través de la caridad, ha propuesto un cristianismo de alto perfil y gran compromiso. (…) Don Giussani ha convencido a multitudes de jóvenes a poner a Cristo en el centro de su vida y a percibirlo como presente, verdadero compañero de viaje en el difícil recorrido del crecimiento hacia una humanidad nueva. Es una herencia que todavía puede contagiar a muchos jóvenes, un proyecto que se nos ha confiado a nosotros, hoy y mañana, hasta el final de los tiempos.
Con él, con su mirada, Jesús nos mira y nos dice: «¡No temas, pequeña grey!» ¡Pero lo que veo aquí no es una grey pequeña!
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