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Vivir como cristianos en el mundo árabe

20/08/2016

“Amistad” fue la palabra central del encuentro con Monseñor Camillo Ballin, vicario apostólico de Arabia del Norte, que comenzó a partir de una pregunta planteada por Davide Perillo, director de la revista Tracce: «¿Qué significa vivir como cristianos en Arabia, un país donde Cristo parece aparentemente un desconocido?».

Este misionero comboniano lleva 47 años en los países árabes. Antes de ordenarse, sus superiores le preguntaron dónde había pensado vivir su vida misionera y le pidieron que indicara tres destinos posibles. Escribió: «1. En los países árabes; 2. En los países árabes; 3. En los países árabes». Él lo explica así: «Estaba aceptando lo que el Señor, según mi conciencia, había suscitado en mí por voluntad suya, y por tanto donde Él sabía que estaba el mayor bien para mí». En 2011 la Santa Sede le confió los países de Bahrein, Kuwait, Qatar y Arabia Saudí, un Vicariato con más de dos millones de católicos y tan grande como siete veces Italia.

«Este “Tú” que es “un don para mí” son estos cuatro países del Golfo de los que soy responsable», explicó Ballin, analizando brevemente las características principales de estas naciones. «En Bahrein la religión de Estado es el islam y el país está gobernado por la dinastía suní de los califas. En Kuwait el islam es la religión de Estado y la sharía es la principal fuente de legislación. En Arabia Saudí el islam suní es la única religión autorizada y no se permite ningún otro culto, ni siquiera en privado».

«Estos países han basado su economía en el petróleo, pero la caída de los precios los ha puesto en serias dificultades. La política puede hacer muy poco si no hay cambios, es necesaria la conversión de los corazones. La Iglesia en el Golfo es una Iglesia de inmigrantes. El clero, los religiosos, los laicos desarrollan una función religiosa solo en el ámbito de las parroquias y en las escuelas, allí donde las autoridades estatales lo permiten».

«Los cristianos colaboramos para la formación de una sociedad cada vez más humana. No podemos ocuparnos de muchos problemas, ni mucho menos entrar en política, pero somos parte de ese proceso de paz y convivencia fraterna que se refleja en el propio tejido social y político. En el Golfo estamos en una zona de tránsito porque, o bien por estudios universitarios o por haber alcanzado la edad de jubilación, nuestros fieles nos dejan. Nuestra vocación es el mundo entero, ofrecemos a los diversos países del mundo una riqueza mucho mayor que la exportación petrolífera, enviamos discípulos de Jesucristo y nuestra misión es ayudarles para que allá donde vayan sean “luz del mundo y sal de la tierra”».

«El desafío que cada día intentamos afrontar –añadió Ballini– es el de pasar de una espiritualidad de conservación, de devoción tradicional, a una experiencia profunda de la dulce amistad con Jesús. Si después de 47 años aún sigo en el mundo árabe es porque he encontrado en los cristianos y musulmanes hermanos que me acompañan en la vida. Nunca he tenido ningún problema personal con un musulmán, de hecho he encontrado entre ellos a amigos sinceros y fidelísimos. Después de 47 años puedo decir que es infinitamente más lo que he recibido del mundo árabe que lo que he dado hasta ahora. Estoy profundamente convencido y contento por poder decir con toda sinceridad a cualquier hermano árabe o no: tú eres un bien para mí. Aquí me siento completamente libre porque hago mi labor».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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