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“Así se reanuda el camino del diálogo”

Fabrizio Rossi
08/06/2010
Un momento de la visita.
Un momento de la visita.

“El que terminó el domingo ha sido el viaje más importante que Benedicto XVI ha afrontado este año”. Franca Giansoldati, vaticanista de Il Messaggero, ha acompañado estos días al Papa durante su visita a Chipre del 4 al 6 de junio. Una misión “complicada”, precedida dos días antes por el asesinato de Monseñor Luigi Padovese, vicario apostólico de Anatolia. “Sin embargo, a pesar de la tensión, Benedicto XVI ha sido capaz de mostrar el camino del diálogo”. Así llegó a los lugares donde predicaron San Pablo, San Bernabé y el futuro evangelista Marcos.
¿Cómo valora este viaje?
Era la primera vez que un pontífice pisaba esta isla. El propio Juan Pablo II, en su peregrinación de 2001 siguiendo los pasos de San Pablo en Grecia, Siria y Malta, tuvo que renunciar por motivos de salud. Además, ha sido el viaje más importante que Benedicto XVI ha tenido que afrontar este año.
¿Por qué?
El Papa ha viajado hasta esta isla situada en el centro del Mediterráneo para hacer llegar un mensaje a toda Europa: aunque sin pronunciarlo explícitamente, ha lanzado un llamamiento sobre las raíces cristianas del Viejo Continente. Era evidente por su sola presencia en aquellos lugares.
¿Qué situación se ha encontrado el Papa?
Los turcos ocupan desde 1974 la zona septentrional. Por eso Nicosia, la capital, es la única ciudad europea que todavía está dividida por un muro y la relación entre la comunidad greco-chipriota del sur y la turco-chipriota del norte no es de las más fluidas. En estos 36 años, los turcos han destruido el 60 por ciento del patrimonio histórico-cultural de los ortodoxos, incluidas antiguas iglesias y monasterios, para eliminar la presencia cristiana en la isla, para extirpar los signos visibles. Y además han llevado allí a 160.000 colonos de Anatolia, naturalmente musulmanes.
¿Cómo se ha movido Benedicto XVI?
Ha sabido mostrar el camino del diálogo sin exacerbar los ánimos. Cuanto en el avión le pedimos su valoración sobre el asesinato de Monseñor Padovese, nos explicó que no había que atribuir a Turquía o a los turcos ese hecho. Y añadió: “Ahora no hay que mezclar esta trágica situación con el diálogo con el islam”. Así despejó el camino de todos los obstáculos que podrían haber minado el viaje a Chipre.
Sin embargo, por otra parte, el Papa ha evidenciado “las grandes pruebas” que las minorías cristianas viven en Oriente Medio.
Después de la misa en el Palacio de los Deportes de Nicosia, denunció las persecuciones y, dirigiéndose a las comunidades de Oriente Medio, dijo: “Vosotros contribuís de innumerables formas al bien común”. Así lanzaba también un mensaje a los países que los acogen, como si les dijera: si se reduce esta presencia cristiana, os empobreceréis. Y también les ha entregado el Instrumentum Laboris de la próxima Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos, que tendrá lugar en octubre.
¿Qué problemas se van a afrontar?
Por desgracia, la lista es larga, pero el punto principal es el aislamiento de los cristianos en Oriente Medio. Ésta es la cuestión de fondo y así me lo han señalado los obispos de la zona con los que he podido hablar. Se trata de comunidades muy antiguas que están disminuyendo progresivamente y que cada vez sufren más dificultades. La situación en Oriente Medio no es homogénea, pero los problemas más destacados en la lista son: cómo frenar la emigración de los cristianos, sómo mantener su presencia en esta zona, y cómo sostener y fortalecer una red de solidaridad.
¿Cómo se han desarrollado los trabajos de preparación del viaje entre la Iglesia católica y la ortodoxa?
Son varios los signos que nos muestran que las iglesias ortodoxas confían y piden ayuda a los católicos para fortalecerse. Un ejemplo: durante la visita, se acercaron al Papa tres monjes ortodoxos que antiguamente vivían en el monasterio de San Bernabé, hoy en la parte turca. Siendo todos ellos octogenarios, le expresaron su última voluntad, la de morir entre aquellos muros, aunque estén en ruinas. Y se lo piden a Benedicto XVI... Es un reconocimiento implícito de su autoridad. Será un ejemplo pequeño, pero es el paradigma de lo que está sucediendo, empiezan a caer las barreras.

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