De Uganda a Nigeria, un viaje por las comunidades de CL. Los universitarios, los voluntarios de AVSI y los Memores Domini: la realidad de un pueblo que trabaja y construye obras lleno de esperanza
Enero del 2004, Hoima, Uganda
El pequeño Filippo duerme tranquilo. Estamos volando hacia Uganda con Giorgia y Andrea Rizzi. Destino, Hoima –al noroeste de la capital, Kampala, hacia el lago Alberto y la frontera del Congo–, donde trabajarán en un proyecto de AVSI, ella como ingeniero y él como cirujano en el hospital. Esta es el África en la que la malaria se lleva por delante la vida de al menos un millón de personas al año, en su mayoría niños. Es el África subsahariana, donde 11 millones de niños han perdido a uno o ambos progenitores, victimas del sida; donde la mitad de los nuevos infectados son jóvenes de entre 14 y 25 años. Es al región de los grandes lagos que bañan Uganda, Congo, Ruanda y Burundi, en la que no hay familia que no haya perdido alguno de sus miembros en la infinidad de terribles conflictos y masacres que jalonan la historia reciente (y que nuestros medios de comunicación han ignorado). ¿Qué será de estos países? ¿Quién criará a estos niños y quién les transmitirá un sentido y una esperanza para su vida? ¿Quién se ocupará de ellos y les curará? ¿Quién será su maestro y amigo? Estas preguntas me martillean desde 1986, fecha de mi primer e inesperado viaje a África.
Aterrizamos en Entebbe, casi planeando sobre el agua del inmenso lago Victoria. Ha venido mucha gente a recibirnos, negros y blancos. La historia del movimiento aquí es una larga historia. Empezó en 1969 en Gulu –famosa hoy por el Ébola y por los niños soldado– con los Guffanti y los Vimercati. Preparamos el programa con el padre Tiboni –uno de los pilares de la comunidad, que conoció el movimiento en sus primeros pasos en África–. Hoy, reunión con los responsables locales y con los universitarios; mañana domingo, encuentro con los responsables nacionales e introducción a la Escuela de comunidad; el lunes iremos a Hoima, donde se instalarán los Rizzi.
De Kampala a Estocolmo
En la reunión de responsables no se habla de organización. Cada uno intenta comprender las intervenciones recientes de don Giussani, lo que significan y lo que suponen para la propia tarea. Después, los universitarios. Estamos en cuatro centros: Makerere, en Kampala, donde también hay algunos profesores nuestros, Nkozi, Mukono y Gulu. Los chicos sienten de manera apremiante la necesidad de una referencia capaz de sostener sus deseos y su libertad. Patricia, la responsable, expone con claridad cómo la Escuela de comunidad ha sido una ayuda fundamental; es la mejor estudiante de la facultad de Medicina y le acaban de conceder una beca de cuatro meses en el Hospital Karolinska de Estocolmo, pero no se puede comparar su sonrisa cuando está hablando de su experiencia ahora, tras haber encontrado el movimiento, y cuando se refiere a ese reconocimiento, que no deja de ser importante.
Su primera preocupación es poder encontrar también en Suecia a alguien del movimiento. Con ellos está Sasa –Samuele Rizzo, en Kampala gracias a un programa de AVSI sobre educación– que les entusiasma con su relato de la experiencia que ha compartido con los chicos del CLU durante su reciente estancia en Italia. Juntos vamos comprendiendo que la amistad que se crea al compartir iniciativas comunes es la primera responsabilidad que tienen, la primera manera de responder a la comunidad que han conocido. Esto es lo que podrán ver sus amigos de la Universidad: su amistad, una relación nueva entre ellos que les permita reconocer a Otro que les reúne. Por esto hay que procurar mantener una relación estable con la comunidad del CLU de Italia.
¿Por qué la Iglesia?
Con los responsables nacionales siempre es un milagro, es más, muchos llegan de zonas que están literalmente en guerra, (Kitgum, Gulu), y nunca se sabe si esta vez conseguirán llegar. Cuando aparecen, un abrazo intenso y verdadero de personas que pertenecen unas a otras, incluso si hace mucho tiempo que no se ven o si nunca se habían visto antes. Pero ¿a qué se debe esta pertenencia?, ¿por qué esta unidad?; o lo que es lo mismo, ¿por qué la Iglesia? Al trabajar juntos la Escuela de comunidad queda claro que ante todo la respuesta es que es por mí. Nada como esta experiencia palpable puede mostrar lo esencial de la pregunta y lo razonable de la respuesta. De ello dan testimonio personas normales y corrientes que llegan a ser protagonistas de historias increíbles, historias de esperanza y de construcción, allí donde se diría que no cabe más que desesperación y desolación.
A la hermana Boniconsilii (para todos, Boni) le ha encomendado su orden la dirección de una escuela con centenares de chicos en Jinja, a orillas del lago Victoria, cerca de donde nace el brazo principal del Nilo. Antes de dejar Kampala, quiere hablar conmigo para que don Giussani conozca «our joy in a hopeless situation» (nuestra alegría en una situación desesperada, ndt.) y me pide que le diga que todos los días rezan por él dando gracias a Dios por su carisma, que permite que ellas puedan también vivir así.
Las palabras de Giussani
Estamos en Hoima con la familia Rizzi. Una larga carretera mal asfaltada seguida de otra de tierra interminable, donde hasta el polvo parece no tener fin. Pero el viaje es tranquilo: conduce Pippo, constructor vigilante de esperanza entre esta gente desde hace 15 años. Todo lo que nos rodea es verde, sobre una colina un santuario mariano, construido durante la segunda guerra mundial por prisioneros polacos. En un gran claro, bajo inmensos árboles, encontramos la “casa Rizzi”, junto a la de Manolita, Stefano y sus tres hijas, y la de Gaetano (el de Gulu y el Ébola). Pollo con deliciosas patatas fritas en la larga mesa de madera al aire libre. Incluso los niños se han hecho ya amigos.
Los comienzos son un poco difíciles, porque las necesidades son inmensas, y a la vez conmovedores, aquí, tan lejos. Y se hace mucho más claro todo lo que dijo don Giussani cuando se vieron con él un momento, antes de partir: «El amor a Cristo está en el origen de todo bien, todo el bien que hagáis a cualquier hombre, en cualquier sitio».
Julio 2004, Lagos, Nigeria
Lagos es una ciudad muy conocida, porque no hay periódico o revista en el mundo que no haya publicado un reportaje sobre las ciudades más violentas y menos habitables del mundo. Siempre sale Lagos encabezando las listas. La inseguridad es palpable cuando uno está allí, pero para nosotros Lagos es la ciudad donde está la casa de las Memores, la escuela y la cínica nacidas gracias a proyectos de AVSI, donde viven algunos chicos que conocimos hace tiempo y ahora tienen familia, y otros que hemos conocido ahora, sobre todo en la universidad. Como siempre, vienen dos coches a recogernos al aeropuerto, por si se estropea uno. Ya es tarde y si tuviésemos una avería en uno de los largos puentes sobre la laguna, no se volvería a saber nada de nosotros.
En cuanto llegamos, la primera llamada es de Stephen, el primer gran amigo que hicimos en Lagos hace 10 años. Nos veremos al día siguiente, ahora ya es tarde incluso para ponerse de acuerdo sobre los controles médicos del pequeño Joseph, al que encontraron entre la basura y que Florence y él han acogido en su familia, solo por amor a lo que él es.
La escuela y el ambulatorio
La escuela, inaugurada a principios del 2003, tiene ahora unos 400 alumnos. La gestión está en manos de Francis, William y Jovita, ya adultos. Con una profesionalidad y una consistencia clara de la vida y del trabajo que ha madurado en la experiencia del movimiento, son capaces de dirigir una obra que, habiendo nacido como una pequeña acción caritativa en un viaje, se ha convertido en un ejemplo para las autoridades religiosas y civiles de la zona y para todas las organizaciones internacionales que la conocen. Por su parte, Tonya, Luisina y Margaret, son los pilares de la cínica, un ambulatorio donde no sólo se atiende a centenares de personas al día sino que además se desarrollan programas de vacunación, de lucha contra la desnutrición, de preparación al embarazo y al parto o de educación para prevenir el contagio de V.I.H. Tienen muy buenas relaciones con el LUTH (Lagos University Teaching Hospital), que les envía muchos estudiantes de la facultad de Medicina para hacer prácticas y en el que la cínica desarrolla seminarios y cursos breves de atención primaria para los estudiantes. En torno a estas obras tienen lugar encuentros con adultos, profesionales, entidades y personalidades que se apasionan por esa obra, en los que se despierta la curiosidad por la experiencia que la ha originado y se muestran disponibles para colaborar. Es impresionante la cantidad de veces que representantes de organizaciones importantes (organismos de la ONU y entidades italianas), o expertos de voluntariado de todo el mundo, han dicho al conocer nuestras obras y a los que trabajan en ellas: por fin unos con los que merece la pena invertir.
Protagonista: una amistad
El corazón del movimiento es el grupo de universitarios, en continuo crecimiento. Medicina, Ingeniería, Economía y otras muchas facultades son testigos de nuestra presencia. El encuentro, primero con la diaconía y luego con los estudiantes, los que pueden llegar. Quiero decir que, a parte del problema de la distancia, muchas veces hay que escoger: «¿hoy como o me gasto el dinero en el autobús?». Naturalmente se organizan, como pueden, para hacer casi siempre las dos cosas. Son muchos, sus rostros, antes incluso que sus palabras, expresan lo mismo que decía sister Boni en Kampala «joy in a hopeless situation». Cantan durante mucho tiempo: llama la atención cómo cantan el himno de los centinelas de Asís, en perfecto italiano con un ligero acento de guerrero africano que no desentona. Para muchos estamos en época de exámenes, pero su primera preocupación es poder revisar juntos el trabajo de Escuela de comunidad y la exposición que están preparando para la presentación del libro ¿Por qué la Iglesia? el próximo otoño, a la que asistirá el cardenal Okogie, arzobispo de Lagos. Escuela de Comunidad, exposición, muchas iniciativas, pero de quien hablan es de ellos mismos, de su vida, de la necesidad que tienen de ser ellos mismos y de saber que existe un destino bueno. Entre ellos existe una potente amistad que les hace protagonistas, esperanzados y deseosos de construir en una sociedad que parece que te ofrece una sola posibilidad: huir. Están a gusto, se ve que tienen mucho que hacer, con un motivo y un objetivo. Que Dios nos ayude a todos a ser dignos compañeros suyos en esto.
Contra la desesperación
El día siguiente se reúne toda la comunidad. Estamos todos en un salón de la cínica. También están algunos médicos que han iniciado una colaboración con la clínica. Retomamos la Escuela de comunidad. ¿Cómo saber cuál es la Iglesia verdadera? (Hay miles de sectas que continúan surgiendo y expandiéndose). Veamos, hay un hilo que puede seguirse a lo largo de la historia, los primeros amigos que Él escogió, luego los amigos de esos amigos, luego…De repente es como si para todos se hiciera evidente que precisamente de ese acontecimiento es del que todos formamos parte. Después, Misa. Este es el cuerpo de Cristo. Llegamos felices al descanso, uno o dos fritos consistentes que hacen honor a su nombre, puff–puff, y un trago de agua. Después, todos juntos vemos los paneles de la exposición, más preguntas y sugerencias; se deciden algunos cambios y se concreta el trabajo. Será un trabajo largo pero el entusiasmo es grande. Llega la noticia de que en el Meeting se podrá ver la exposición sobre Educar es un Riesgo que ya se mostró con gran éxito en las Universidad de Lagos y en otras muchas escuelas, también el vídeo musical que prepararon los universitarios sobre su experiencia, que lleva por título «…outcrying the positivity of life» (anunciar a gritos la positividad de la vida, ndt.). ¡¿Positividad de la vida aquí?!
Llega de improviso la noticia de que el pueblo en el que nació la escuela será desmantelado en dos semanas para construir una carretera. Diez mil personas que perderán todo. ¿Dónde irán los niños de la escuela? ¿Y la escuela, perderá todos esos niños? En poco tiempo se toman varias decisiones. Hay que ponerse en contacto con el Gobierno local, tú tantea al cardenal, mañana tenemos que vernos con los jefes del pueblo, vosotros intentad… De nuevo lo conseguiremos.
¿Quién habla de desesperación?
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón