Se hace muy difícil creer que las últimas noticias aparecidas en la prensa y en la televisión calificando de ritos supersticiosos las costumbres de los peregrinos del «abrazo al Santo» y «la mano en la columna parteluz del Pórtico de la Gloria» procedan del Cabildo de la Catedral. Una carta en defensa del significado de los gestos que el peregrino tradicionalmente realiza en la Catedral del Apóstol
Hago constar que el Cabildo de Santiago ha restringido el acceso al altar para el abrazo al Santo en los últimos años. Tengo entendido que «por razones de culto», pero personalmente me temo que ha sido por razones económicas. Soy testigo personal del cierre del acceso desde antes de la última misa vespertina hasta el cierre de la catedral. Comprendo que el aluvión de peregrinos sea “molesto” y la abundancia “devalúe” determinados valores pero…
Nacido en Pontevedra, desde mi niñez he estimado la devoción al Apóstol como un rasgo que marcaba no solo la religiosidad sino cuando menos la identidad cultural de nuestro pueblo. Lo que puedo decir hoy en día es que, acompañando a amigos que de otras tierras vienen a visitar al Apóstol he escuchado en diversos idiomas a los guías oficiales, pero no he oído ni a uno sólo de los guías decir palabra alguna del significado de apoyar la mano en la columna de la Catedral.
La propia información de la página oficial en la Web del Arzobispado tan solo dice lo siguiente: «La columna de mármol representa la genealogía humana de Jesús. De la figura de José (padre del Rey David), brota un tallo (Isaías 11, 1), que crece y enreda a David, Salomón y al llegar a la Madre de Dios aparta sus ramas dejándola exenta. El capitel nos muestra la generación eterna de Cristo en cuanto Dios: El Padre le tiene en su regazo, y sobre ellos en forma de paloma el Espíritu Santo». Nada más y nada menos.
Ese «tallo que brota, que crece y que enreda a David…» es lo que se conoce como el tronco de Jesé, de donde nace a través de María, Cristo y todo el pueblo cristiano. Los peregrinos, al apoyar en él la mano y orar, están dando testimonio de su pertenencia al mismo pueblo cristiano ahora y desde hace siglos. Tachar a esta costumbre de supersticiosa me deja anonadado.
El argumento de que se daña la columna me parece cogido por los pelos y más bien parece una disculpa para menoscabar la tradición del peregrino. El parteluz se puede proteger de muchos modos e incluso puede ser sustituido por una copia. Esto se ha hecho en la puerta de las Platerías y en otra catedral, la de León (la Virgen Blanca de su parteluz es una copia).
En un año Santo, como este del 2004, el rito es más llamativo, ya que el peregrino entra por la Puerta Santa, también llamada Puerta del Perdón, una puerta pequeña donde el peregrino hace el signo de la cruz en las cruces esculpidas en la piedra de sus jambas, y a continuación accede al altar y reza en la tumba del Apóstol. Así, habiendo alcanzado la meta de su peregrinar, se dirige a continuación al Pórtico de la Gloria.
No conozco, a parte de la participación litúrgica, nada más cargado de sentido cristiano para un peregrino penitente en Santiago que los viejos “ritos tradicionales”, por lo que le rogaría al Cabildo que se preocupase de informar a los guías, para que estos informen a su vez, a los peregrinos de algo tan significativo y que datos de los “porqués” completen los textos tan solo descriptivos de las publicaciones.
Por cierto que el abrazo al Santo es una costumbre que nace cuando el arzobispo Don Juan de Sanclemente y Torquemada, 1587-1602, ante la amenaza del corsario Francis Drake que había manifestado su intención de destruir la catedral y el relicario del apóstol, ocultó sus restos llevándose el secreto a la tumba. El peregrino que llegaba y no podía tocar la tumba con sus propias manos, como lo había hecho con anterioridad, se consolaba con el abrazo al Santo. No se construye el oratorio actual que está debajo del altar tal y como hoy lo vemos hasta cerca de 1.900.
Y por último, hablemos de la figura orante del maestro Mateo, el autor del Pórtico de la Gloría (lectura en piedra de la victoria de Cristo, magnifica explicación del Apocalipsis), esculpida en la base del parteluz mirando hacia el altar mayor. Si dar tres ligeros cabezazos en es un gesto que encierra la petición de los estudiantes santiagueses de participar de la inteligencia del autor, yo como peregrino comparto su deseo, y además lo hago como signo de agradecimiento al trabajo de quien ha esculpido algo que los gallegos debiéramos con mucha atención estimar y custodiar.
En suma, debo repetir que calificar como ritos supersticiosos estos gestos de la tradición me parece tergiversar el sentido más sencillo y significativo de gestos que miles de miles de hombres han repetido con inteligencia y humildad.
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