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Huellas N.6, Junio 2004

PRIMER PLANO 30 de junio. Iraq y nosotros

El diálogo. Para ganar la paz

Renato Farina

Permanecer para construir: la relación con el islam moderado. La alianza con países árabes moderados y la implicación de fuerzas internacionales; pero alejándose de posturas tibias contra el terrorismo fundamentalista

¿Es posible encontrar alguna positividad en esta terrible guerra? Nick Berg, hebreo y americano, fue decapitado en un ritual religioso en nombre de Dios; y del otro lado están las torturas de los americanos. No se trata de comparar a éstos últimos con los terroristas de Al Qaeda para ver quiénes son peores. Sería ofensivo para las víctimas. Aunque lo cierto es que los soldados de la Coalición actuaron a espaldas de Cristo, ninguno de ellos invocó el nombre de Dios como escudo ideológico.
Frente a esta situación se plantea una decisión a propósito de Iraq. ¿Qué hacer? ¿Quedarse? ¿Marcharse? ¿Cómo presentarse ante la comunidad islámica de nuestros países? Sobre estos y otros temas hablamos con Magdi Allam, personaje conocido ya por muchos, aunque su pensamiento sólo haya sido captado en parte a través de la televisión. Allam es periodista del Corriere della Sera, cuyo director, Stefano Folli, le quiere como vice ad personam. Ciudadano italiano nacido en Egipto, es un árabe musulmán no practicante. Recientemente ha publicado Kamikaze made in Europe. ¿Conseguirá Occidente derrotar al terrorismo islámico? (Mondadori). Adelantamos ya que será uno de los protagonistas del Meeting.

Ningún enfrentamiento total
Allam no está desesperado, no cree que sea inevitable un conflicto armado mundial, la famosa guerra total de la civilización entre cristianismo e islam. Sostiene que no sólo es posible sino que es necesario una confrontación positiva con el islam moderado. Pero no tolera medias tintas contra la tibieza hacia los fundamentalistas. Afirma que la ejecución de Nick Berg fue todavía más atroz por el hecho de que se practicó en nombre de Dios y del Profeta, con la convicción de ser intérpretes y depositarios del verdadero islam, ¡vivido como religión y cultura de la muerte! El desconocimiento del valor de la vida de una persona es total, cuando, en cambio, es evidente para todos que la vida de cada hombre concreto debe ser el eje principal de cualquier religión y civilización que pretenda llamarse humana. Con este islam es imposible cualquier diálogo. ¡Pero esto no es el islam! Juzgarlo así sería hacerle un favor a Al Qaeda. La ejecución de ese pobre americano no es más que la actuación de una ideología que quiere explícitamente imponerse como el verdadero islam, sin serlo de hecho.
También explicó Magdi Allam que hay un islam mayoritario basado en posiciones muy distintas, también en Irak. Sería un error considerar a los chiítas de Al Sadr, que han declarado su voluntad de matar a los italianos, como expresión de la mayoría de los chiítas iraquíes. Al Sistani, con una mayor autoridad y un mayor número de seguidores, sostiene una postura muy distinta y reconoce el «valor de la persona, la sacralidad de la vida».
Marcharse de Iraq sería abandonar aquella tierra a una guerra civil donde Al Qaeda intervendría con más peso para hacerse con la hegemonía en Mesopotamia y desde allí con todo lo demás. Sería una situación de irresponsabilidad hacia los iraquíes y frente a los países árabes moderados, incluso peligrosa para nuestra seguridad.

La guerra de Bin Laden
Con la ayuda de Magdi Allam intentamos comprender el trabajo que sería necesario tanto en el frente interno como en el del Tigris y el Eúfrates. Para ello partimos de la premisa que expresa así: «No hay que tratar a los musulmanes como un bloque, sino que deben ser considerados cada uno en su individualidad. No es posible que Occidente haga suya la medida del fundamentalismo islamista según la cual no existen individuos sino sólo entidades colectivas sin rostro a las que someter o aniquilar. Todo hombre es libre (excepto los kamikazes, que han sido reducidos a robots)».
Pero vayamos por partes. A la pregunta sobre cómo terminará la guerra contra el terrorismo, Magdi responde: «Depende de la capacidad de Occidente para comprender de qué se trata y de su voluntad frente al problema. Es necesario, en primer lugar, convencerse de la realidad que tenemos delante. La guerra desencadenada por Bin Laden y los suyos no es una guerra reactiva, provocada por una determinada política errónea o por una supuesta explotación. Es una guerra agresiva frontal total. Demostrar cualquier tipo de condescendencia no haría más que favorecer nuevas incursiones. Se trata de una guerra que tiene en sus kamikazes las armas vencedoras. Es algo totalmente distinto de las armas tradicionales, no sólo de una guerra, sino del mismo terrorismo. Los kamikazes, que, por cierto, proliferan sobre todo en Europa, son armas que se producen desde el momento en que se proclaman a sí mismos dispuestos al martirio. Son robots de la muerte, vaciados de toda voluntad. Claramente, un arma de estas características impone respuestas políticas, militares, jurídicas y culturales distintas respecto a las que existían tradicionalmente». Se hace necesario impostar culturalmente una lucha contra el nihilismo. Jurídicamente, la cuestión es muy delicada. En la práctica, un candidato a mártir no puede ser detenido, salvo un instante antes de hacerse explotar: algo totalmente imposible. Prueba de ello es el caso del kamikaze marroquí muerto en Brescia el pasado 28 de marzo. ¿Será acaso necesario convertir en delito la misma exaltación del martirio y de la jihad? Magdi nos deja entender que sí. De cualquier modo, no deberían ser posibles predicaciones de este tipo sin que las autoridades intervinieran de algún modo.

Derechos humanos y civiles
Desde el punto de vista político, Magdi Allam sugiere establecer una fuerte alianza con los países árabes moderados y la implicación de fuerzas internacionales. No haría falta más que un poco de inteligencia. «En un control en Bagdad, un dignatario de una tribu fue tratado sin ningún tipo de respeto por parte de los militares americanos, todo ello delante de los suyos. Estas situaciones convierten en enemigos a los que antes eran colaboradores. Es necesario un poco más de cultura y de estima por el otro».
Con respecto a Italia, responde que es necesario darse cuenta de que el verdadero problema es la representación de los musulmanes. No pueden ostentarla los mismos que dirigen las mezquitas. «Sobre un millón de islámicos, sólo el 5% acude con regularidad a las mezquitas. De ellos, el 70% está representado por el UCOI, cuyos jefes quieren controlar políticamente a los islámicos desde las mezquitas». Vinculados a los “Hermanos musulmanes”, persiguen conquistar la sociedad aprovechando la fragilidad de la democracia. La propuesta de Allam es un diálogo que no se base en estrechamientos de manos y discursos genéricos sobre paz y solidaridad, sino sobre la concreción de los derechos humanos y civiles. La posibilidad de convertirse, por ejemplo. ¿Y las mezquitas? «Sí, porque son casas de cristal, y si alguien predica la jihad, se le expulsa». Por desgracia, normalmente ocurre lo contrario. Magdi lamenta que fuera expulsado a Egipto el iman de la Gran Mezquita de Roma por ser moderado. En definitiva, es una lucha contra el terrorismo. Nos mira y añade: «Hace falta un recorrido, tanto por parte de Occidente, de cultura cristiana, como por parte de los islámicos moderados. Están en guerra y deben darse cuenta de que están en el mismo bando, que es urgente aliarse para actuar –también en Italia, sobre todo en Italia– contra el terrorismo islámico fundamentalista».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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