Cursos para profesores en algunos institutos del país para proponer un método nuevo de enseñanza. El ejemplo de la escuela St. Kizito de Kampala
Através de dos proyectos de AVSI se ha creado en Uganda una trama de realidades implicadas establemente en la aventura de la educación del corazón. Se trata en primer lugar de un equipo de profesores y de trabajadores sociales capaces de vivir y de comunicar la fascinación del “riesgo educativo”, y también de escuelas en Kampala y en Jinja (St. Kizito Primary and Secondary Schools, St. Jude Primary School, Vocational Training Centre, Centenary Vocational Training School y Mother Kevin Secondary School), de grupos de profesores (Tutors, en Kitgum y profesores católicos en Hoima) y de ONGs locales (MPI y COWA en Kampala y Chdeco en Tororo).
El nuestro es un trabajo poco aparente que no es noticia.
Por otra parte es verdad que lo que hacemos tiene una repercusión directa sólo sobre algunos miles de estudiantes, casi nada con respecto a los más de siete millones de jóvenes que frecuentan los siete cursos de escuela primaria en Uganda.
Pero en una sociedad y en un sistema escolar que consideran como tarea propia “inculcar” en los jóvenes conocimientos, comportamientos y valores, existen ahora realidades (personas, escuelas, organizaciones) que trabajan juntas persiguiendo “la educación del corazón” como objetivo y método de su acción.
Y esto supone una novedad radical.
La aventura de la escuela St. Kizito
Una de las primeras escuelas en las que propusimos nuestro curso sobre The risk of education fue St. Kizito, un instituto de Kampala con más de dos mil alumnos.
El rector, un padre comboniano párroco de la iglesia a la que asistimos y un buen amigo nuestro, se mostró enseguida entusiasmado con nuestra iniciativa. Al final de la segunda jornada del curso nos dijo que nuestra hipótesis de trabajo se correspondía plenamente con aquello que podía sostener y dar consistencia a la identidad de una escuela católica, y nos pidió una colaboración estable con la escuela, destinada a acompañar a los profesores en la profundización y en la realización de la imagen de educación propuesta.
De esta forma nos pusimos a trabajar con cuatro profesores de dicha escuela.
Sobre la base de esta experiencia, estructuramos otro curso al que llamamos “Educate while teaching” (Educar mientras se enseña, ndt.), que identifica y ejemplifica las líneas de una “pedagogía del riesgo educativo”, detallándola en implicaciones didácticas puntuales, con la identificación de los objetivos educativos y didácticos fundamentales y de las metodologías consecuentes.
“ Educate while teaching” se propuso inicialmente a un grupo restringido de profesores del instituto St. Kizito, con el objetivo doble de hacer más ágil el trabajo durante el curso y sobre todo de formar, dentro del instituto, un núcleo capaz de mantener un contacto con el equipo de los ponentes, y de experimentar y hacer visible una línea educativa y didáctica que pudiese ser punto de referencia y de confrontación para todos.
Intercambio de experiencias
En un segundo momento se implicaron también el resto de los profesores, en dos sesiones sucesivas del mismo curso en las que se dio siempre mucho espacio a la discusión, a la comunicación de experiencias, a las sugerencias y a las propuestas de los participantes, pero sobre todo se mantuvo una relación estable con los profesores incluso después de terminado el curso. Además de encuentros periódicos, se dieron ocasiones más informales, según los ritmos y las modalidades de una amistad que tiende a convertirse en compañía en la cotidianidad del trabajo y de la vida.
No se trataba de una estrategia, sino del deseo de hacer experimentar una modalidad de enseñanza que llama a una relación y al trabajo común de verificar, confrontar y valorar todo lo que se propone, sobre la base de la experiencia personal.
A continuación de este trabajo común fue posible diseñar algunas líneas de profundización sobre los temas de la libertad y de la autoridad (que ya se han traducido en un nuevo curso) o sobre temas más específicos (didáctica de las asignaturas, educación sexual, educación religiosa, etc...).
A día de hoy, han participado en nuestros cursos un total de mil trescientos cuarenta profesores.
Repercusiones positivas
El impacto de “Educate while teaching” fue superior a las expectativas: la superación de una visión estrechamente teórica de la educación, el valor de la persona de cada alumno en su individualidad, el significado de la unidad entre los profesores o la importancia de la relación con los padres de los alumnos fueron recibidos por los profesores como descubrimientos capaces de transformar la percepción de sí mismos y de su papel, con repercusiones altamente positivas en la didáctica y en la experiencia cotidiana en clase. Algunas de las experiencias que emergieron como consecuencia del curso se han reflejado en una revista trimestral destinada a los padres de los alumnos, que constituye un instrumento para implicarles en la educación. Las experiencias son sencillas:
- El cambio con el que se encuentran cuando empiezan a enseñar no a una clase indistinta, sino a cada uno de los alumnos, ofreciendo una relación personal (hay que tener presente que la utilización de castigos corporales para obtener atención y disciplina no ha desaparecido del todo de las escuelas ugandesas);
- El descubrimiento de que un comportamiento rebelde expresa un malestar que el niño vive en clase o en su familia, y que por eso no es adecuado cerrar la cuestión simplemente castigándole;
- La sorpresa de los resultados obtenidos dando espacio a las experiencias de los alumnos, aceptando o provocando sus preguntas en vez de considerarlas un acto de indisciplina;
- La satisfacción por la nobleza de un trabajo que contribuye a formar personas conscientes y libres...
Cada niño es único
La vicedirectora de la escuela, Florence M., exponiendo recientemente al arzobispo de Kampala, el cardenal Wamala, su entusiasmo por el trabajo realizado, le dijo entre otras cosas: «Considero este trabajo como un don real del Señor. Nuestra escuela está totalmente cambiada desde que los profesores han comprendido que cada niño es único, que tiene un gran valor y que el cumplimiento de su deseo de belleza, de verdad, de justicia y de felicidad puede ser facilitado por el maestro. Hasta ahora todos nosotros, yo incluida, habíamos tratado de huir de los problemas y de los desafíos que la relación educativa comporta. Ahora estamos entusiasmados con el hecho de trabajar juntos y afrontar la realidad tal como se nos presenta, porque ya no tenemos miedo de ella».
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