Un recorrido de presentaciones, encuentros y seminarios. El método educativo cristiano está dirigido a conocer el significado de las cosas gracias a una amistad que comunica algo más grande
En Buenos Aires y Sao Paulo, Comunión y Liberación y Comunhão e Libertação organizaron una auténtica tournée sobre educación, con Giancarlo Cesana como “artista invitado” por tierras argentinas y brasileñas.
Lunes 15 de marzo, Aula Magna de la facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Buenos Aires: novecientas personas en la presentación del libro Educar es un riesgo de don Giussani.
Martes 16 de marzo, sala Auditórium del Museo Mitre en Buenos Aires: cincuenta profesores universitarios han participado en un seminario titulado “¿Qué educación para el futuro de Argentina? El riesgo educativo como creación de personalidad y de historia”. Daniel Filmus, ministro argentino de Educación, abrió el seminario. El promotor del evento fue la fundación Diario La Nación, el conocido periódico argentino.
Jueves 18 de marzo, Auditórium del Colegio archidiocesano de Sao Paulo: monseñor Pedro Luiz Stringhini –obispo auxiliar de Sao Paulo– y Cesana, ante quinientas personas, entre estudiantes y profesores, hablaron de “Educar para la libertad: una respuesta al deseo de verdad, belleza y justicia del hombre”. Filippo Santoro, obispo auxiliar de Río, actuó de anfitrión. También estaba presente otro amigo, monseñor Giuliano Frigeni, obispo de Parintins.
Necesidad para todos
En Buenos Aires y Sao Paulo se puso sobre la mesa un concentrado de “riesgos educativos” que hicieron que Cesana y a los demás participantes, lo mismo que a nosotros los oyentes, nos sintiéramos protagonistas entre las mesas de la escuela, porque no se habló fundamentalmente de la educación de los demás, de los “pequeños”, sino de la educación como una necesidad para todos. Así lo explicaba Cesana: «La educación debe introducir en la realidad total, en el sentido de que el que es educado debería ser capaz de afrontar todas las situaciones de la vida, incluso las que nunca ha vivido antes. Sin embargo, conocer todo es imposible, no nos bastaría con una vida. Entonces, ¿cómo se puede hacer? El método educativo cristiano, que tan bien describe don Giussani en su libro, es conocer el significado de las cosas. El significado de las cosas es la relación que existe entre las cosas. Pero, ¿quién comunica estas cosas? ¿quién forma a un educador? La tradición: no te enseño lo que pienso, sino aquello que yo sigo, de forma que tú puedas verificar si lo que te digo es verdadero. No es la ciencia la que tiene que desvelar el significado de la realidad, y los científicos no son los mejores educadores. Es evidente que los científicos no son capaces de resolver los problemas más serios del hombre. Afrontar el problema de la muerte, por ejemplo, no significa medir en qué momento se detiene el cerebro. Para afrontar los problemas de la vida hace falta, por tanto, una amistad “educativa” que comunique ese algo más grande y misterioso que la tradición sigue anunciando: la presencia de Cristo. ¿Por qué es un riesgo la educación? Porque la persona que tienes delante es libre y, para implicarse, debe sentirse fascinado. La verdadera respuesta a la necesidad de un chaval es el Infinito, y por eso el educador debe animarle a encontrar su camino implicándose con todos los aspectos de la propia vida. Necesitamos educadores que sean críticos, que sean capaces de individuar no los aspectos negativos, sino todo lo positivo, lo que vale. De aquí se derivan dos cosas: es necesario empezar a educar verdaderamente, más que a organizar comités sobre los distintos problemas de la escuela; y segundo: nosotros mismos tenemos necesidad de ser educados».
Generaciones “esquizofrénicas”
Muy notables también las demás intervenciones. En el seminario de Buenos Aires –publicado íntegramente en un inserto del diario La Nación–, el ministro de educación, Daniel Filmus, definió como “esquizofrénicas” a las generaciones que se están formando, porque «la escuela enseña unos valores, pero en la sociedad, en la realidad, hay otros valores. Un ejemplo de esto es EEUU, donde se ha dado el caso de chicos que entran en su escuela y empiezan a disparar: nadie podía imaginar que estos chicos pudiesen matar, porque eran tan sólo estudiantes, sin embargo, sucedió así. Los valores se enseñan con el ejemplo, y por eso es necesario recuperar el concepto de autoridad, que sólo puede basarse en una relación. “Os deseo que nunca estéis tranquilos”, escribió don Giussani. «Bueno, en Argentina no hay problema –bromea el ministro– y este libro podría establecer verdaderamente las bases de un método que restablezca la autoridad de la escuela. En otras palabras, se puede explicar así: la diferencia entre la antigüedad y la modernidad es que la primera utilizaba los caminos; la segunda utiliza la autopista. Las autopistas son todas iguales, pero los caminos constituyen un verdadero “camino”: por esto la escuela es un camino». ¡No está mal! Fue impresionante ver a los ilustres asistentes siguiendo el seminario con gran atención, un seminario que duró, entre discursos y debates, casi siete horas, excluyendo las paradas para tomar un café (anheladas después de las cuatro primeras horas). En Sao Paulo, el obispo auxiliar de la ciudad, monseñor Stringhini, empezó así su intervención: «Don Giussani dice que la educación es el desarrollo de todas las estructuras del hombre hasta su realización total, y de esta forma funda un proceso educativo que integra la fe y la vida: documenta la fe como esperanza de la vida. La educación dirigida a dar razón de la propia fe es la participación de la conciencia de la creatura en la creación».
En palabras y obras
En América Latina he escuchado palabras grandísimas, pero sobre todo he visto obras grandísimas: la Obra del padre Mario Pantaleo en Buenos Aires; en La Plata, ciudad cercana a Buenos Aires, los chicos de la parroquia de don “Gringa” y de otros tres sacerdotes de la Fraternidad de San Carlos; el CREN (Centro de recuperación y de educación nutricional) en Sao Paulo; el Centro Educativo Cantinho da Natureza (“Rinconcito de la naturaleza”) en una favela en Río de Janeiro. Haría falta otro artículo, pero de momento nos conformamos con la conclusión: menos mal que existen las personas nombradas, porque su educación hace milagros.
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