Queridos amigos de Tracce:
Siento la necesidad espiritual de daros las gracias públicamente por vuestra solidaridad durante estos largos años de prueba. A decir verdad, a diferencia de otros políticos objeto de linchamiento, yo he tenido el privilegio de no encontrar hostilidad entre la gente.
Excepto un primer momento de desconcierto, casi por doquier advertí incredulidad acerca de las sospechas y acusaciones que se me dirigían, y una constante simpatía. Sin embargo, muchos no lo decían públicamente y no pocos acudían a mí de noche, como Nicodemo. Hubo incluso un joven que, en el curso de una audiencia pública, reprochó al Santo Padre haberme manifestado confianza y simpatía. Pero fue un caso aislado.
En la escuela de don Luigi vosotros, siendo de opinión contraria a la de los acusadores, no sólo me habéis sostenido con vuestra oración, sino que no habéis desperdiciado ocasión para manifestarlo públicamente y comunicármelo personalmente. El secreto de CL, por otra parte, es la coherencia, el valor y el compromiso total.
Cuando los violentos pensaron que podían dominar, con vosotros empezó la recuperación, en esa misma ciudad de Milán que incluso vio lamentablemente a jóvenes vitorear a los asesinos del agente Annarumma (que fue asesinado en noviembre de 1969 en la Via Larga durante los disturbios del Movimiento Estudiantil y de los sindicatos; ndr.). Unos tiempos que jamás han de volver.
Con amistad,
Giulio Andreotti
Algunos comunicados de prensa de CL sobre el caso Andreotti
En relación con la noticia del nuevo juicio contra el senador Giulio Andreotti, Comunión y Liberación ha difundido la siguiente nota:
Usando el derecho que la democracia otorga a cada ciudadano, en conciencia sentimos el deber de expresar nuestro parecer respecto a los sucesos de ayer.
Sostenemos, como muchos otros en Italia y en todo el mundo –y no sólo por asegurar las garantías constitucionales–, que el senador Giulio Andreotti es inocente y que se le está aplicando un método persecutorio. Cuando ya no se puede estar seguro de la objetividad y la imparcialidad de la justicia, la educación humana de los jóvenes y el bienestar civil de un pueblo se ven gravemente perjudicados.
Consideramos que lo que ha sucedido es sintomático de todo un trágico momento histórico, en el que la autoridad del país parece cuando menos incapaz de defender la vida y la tradición espiritual del pueblo, incluso de los ataques auspiciados por enemigos externos.
En esta situación tratamos de comprometernos en una educación real de la juventud para favorecer el incremento de las relaciones civiles.
Teniendo en cuenta, además, que en el mundo el senador Andreotti es el representante más autorizado de Italia y de la tradición de compromiso político de los católicos durante medio siglo –por lo que este proceso arroja fango a todos los italianos–, la vista hubiera debido realizarse de inmediato para testimoniar que en nuestro país es posible la justicia.
Milán, 3 de marzo de 1995
Cuando en 1993 la Fiscalía de Palermo sometió a investigación al presidente Giulio Andreotti, nos parecían increíbles las acusaciones vertidas contra él. Del mismo modo, hoy nos resulta increíble la demanda de condena del senador Andreotti, al que nosotros consideramos inocente. Reafirmamos nuestra estima por una personalidad que desde hace más de cincuenta años es un referente político para los católicos, por su fidelidad a las indicaciones de quien guía a la Iglesia –testimoniada también en estos trágicos días de guerra– y por la defensa de la libertad de nuestro país y de nuestro pueblo. Por esto, como ciudadanos italianos nos sentimos lastimados por la solicitud de condena.
Cuando del modo que sea viene a menos la certeza de la imparcialidad y la objetividad de la acción judicial, la educación de los jóvenes y el bienestar de un pueblo corren un grave peligro, porque también la justicia puede vivirse como violencia.
Milán, 8 de abril de 1999
Creemos que la increíble demanda de prisión para el senador Giulio Andreotti en el proceso Pecorelli es fruto de una ciega obstinación en hacer creíble un teorema que no existe. ¡Llueve sobre mojado!
No queda sino reafirmar que cuando del modo que sea viene a menos la certeza de la imparcialidad y objetividad de la acción judicial, la educación de los jóvenes y el bienestar de un pueblo corren un grave peligro, porque también la justicia se puede vivir como violencia.
Milán, 30 de abril de 1999
¡Por fin! Es el final de una pesadilla, sobre todo para la persona de Giulio Andreotti y su familia, hacia los cuales renovamos toda nuestra estima y amistad; y, después, para la justicia, que en este caso ha reafirmado la certeza de la imparcialidad y la objetividad del derecho, sin la cual la educación de los jóvenes y el bienestar de un pueblo correrían un peligro grave, en cuanto que también la acción judicial podría en último término vivirse como violencia.
Milán, 24 de septiembre de 1999
¡Qué hermosa victoria la absolución del senador Giulio Andreotti en el proceso de Palermo «porque el hecho no subsiste»! Ciertamente, lo es para el senador Andreotti y su familia, que por fin se ven libres de una pesadilla que ha durado años. También para Italia, que no ha sido gobernada durante cincuenta años por un mafioso. Y, además, para el tribunal, que, si bien muy lentamente, ha hecho justicia. Por último, también para nosotros que desde siempre hemos expresado nuestra certeza respecto a la inocencia del senador Andreotti.
Milán, 23 de octubre de 1999
Comunión y Liberación expresa su solidaridad al presidente Giulio Andreotti por una condena absurda, que no hace honor a Italia. Con el presidente Ciampi, nos sentimos turbados por algo increíble.
Cuando la expresión de la justicia es tan contradictoria e incomprensible, especialmente en estos días y, no sólo por el proceso Andreotti, se arroja al pueblo a la oscuridad. Los magistrados deben decidirse a expulsar de los tribunales la contaminación ideológica para encontrar de nuevo un fundamento seguro y objetivo del derecho, porque esto es esencial para nuestra democracia.
En este momento, se necesitan personas que, en el ejercicio de las tareas que les son propias, persigan con responsabilidad el bien común de nuestro pueblo, que después de diez años de terremotos merecería paz y concordia en vez de más confusión y sospechas.
Nos impresiona el testimonio del presidente Andreotti que, frente al enésimo sufrimiento al que se ve sometido, halla en la fe esa seguridad y esa esperanza tan necesarias para el hombre y tan puestas a prueba en este momento.
Milán, 18 de noviembre de 2000
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