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Huellas N.8, Septiembre 2003

EDITORIAL

La exaltación del yo

Hace cuatro años, durante una cena ruidosa y cordial en el Meeting de Rímini, el escritor judío-americano Chaim Potok entonó el Salmo 8 del rey David: «Oh, Señor, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para que cuides de él?». Él ya no se sentía perteneciente a aquella tradición – comentó en aquella ocasión –, pero en Rímini había sentido el deseo de cantarlo. Potok, tristemente, nos dejó el año pasado. Pero su canto, de algún modo, ha resonado y se ha amplificado este año, en todos los que en Rímini han vuelto a encontrar aquello de donde provienen, y también algo nuevo e imprevisto.

Así se ha visto y escuchado en las intervenciones de personalidades de distintas religiones como Archie Spencer, ministro baptista, David Brodman, rabino de Tel Aviv, o Ali Kleibo, musulmán; en el dominico Mauro Lépori, o el P. Sergio y el P. Claudio, benedictinos; en hombres de cultura como Joseph Weiler o directivos de empresa como François Michelin. También se ha visto en cómo miles de personas han participado en este evento que nace con toda evidencia de un Hecho desproporcionado tanto respecto a las energías de quien lo realiza, como respecto a toda clase de explicación o definición.

A través de su tradición y cultura, todo hombre proviene de una promesa, de una llamada a la felicidad. La mezquindad, las ideas dominantes y la dureza de la vida a veces parecen encubrir o traicionar dicha promesa.
En su saludo final al Meeting don Giussani ha evocado la piedad de Dios, que suscitó en la historia la figura de María y su aventura humana, primer paso y método del misterio de la Encarnación. Desde entonces, ella acoge y sostiene el deseo que aquella promesa suscita, ofreciéndose como respuesta positiva y liberadora de las energías de toda persona. «Muerte, ¿dónde esta victoria?» es algo que, incluso en medio de la prueba, puede decir el hombre que Cristo alcanza. Se trata del descubrimiento de una perspectiva y una esperanza que hunden sus raíces en algo presente.

En efecto, la certeza de una bondad que obra en la historia y por la cual todo es bueno, constituye la esperanza que puede impulsar razonablemente a los hombres a realizar cualquier tipo de tarea. En medio de todos sus límites y necesidades, la personalidad del individuo encuentra ayuda y expresión adecuada en la vida de un pueblo que obra una exaltación del yo, ese pobre yo que es cada uno de nosotros y no un concepto abstracto que sólo existe en las páginas de los periódicos.
El Meeting ha sido un lugar acogedor y paradigmático de este pueblo que nunca pretende haber llegado, sino que tiende continuamente hacia la meta.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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