Cecilia y María han viajado a Italia para conocer de primera mano las obras que se han fundado para dar un hogar, trabajo y compañía a muchas personas que de otro modo estarían desamparadas ante la sociedad por sus discapacidades psíquicas. También en estas difíciles circunstancias es posible crear lugares de verdadera paz personal y social
l pasado mes de febrero viajamos a Údine, en la región del Friuli, para conocer una cooperativa social que trabaja con enfermos mentales. El motivo del viaje era la experiencia cotidiana que tenemos con enfermos y sus familiares y la constatación de que nadie mira y acoge verdaderamente a estas personas acompañándoles en su desarrollo y en el cumplimiento de su vida. Entonces, ¿esto es todo?
Una piscifactoría, una casa y una hostería
Una amiga respondió a esta exigencia: «Haz frente a esta necesidad que te ha salido al encuentro, ve a Italia a conocer las obras que han surgido allí». Roberto, director de la Compañía de las Obras de Údine nos esperaba. Visitamos algunos de los proyectos que se han creado para dar trabajo a estas personas. En primer lugar, una fantástica piscifactoría, donde se crían truchas y se cuidan algunos animales de granja, ya que para algunos enfermos es beneficioso este trato con la naturaleza y los animales para aprender a colaborar y sentirse responsables de ellos. Luego visitamos la «Casa per Ferie» de Strassoldo, un precioso hostal en el pueblo medieval de Nemesi, y «L’osteria Nojar», un mesón en S. Giorgio de Nogaro, donde estas personas se integran en un trabajo concreto y cotidiano. Aquí además se da cobijo a personas enfermas en una casa contigua, gracias a un acuerdo con el Departamento de Salud Mental.
¿Entretenerse o producir?
Gilberto, gestor de las diversas cooperativas, nos explica los tres aspectos en los que basan su acción: ofrecer a los enfermos una casa - en caso de que la necesiten -, que puedan realizar un trabajo productivo del que, a diferencia de los habituales talleres donde se les entretiene, se pueda beneficiar toda la sociedad, y darles la oportunidad de relacionarse de manera adecuada con otras personas. El corazón se ensancha al ver lo novedoso que es su modo de tratarles, tan simple y esencial como la atención a la persona concreta e individual. Su capacidad de acompañarles uno a uno en sus necesidades infinitas, igual que las nuestras. Unos pueden trabajar con plena autonomía, otros necesitan estar atendidos las veinticuatro horas del día.
El Ser es caridad
Nos trasladamos luego a una de las casas de acogida para enfermas mentales que forman parte de este consorcio de la Compañía de las Obras friulana. Paola, la responsable, habla con unas y otras, se ríen con ella y le cuentan sus problemas. A nosotras nos enseñan, orgullosas, los preciosos cuadros que han pintado y que adornan la pared. Allí se hace evidente la caridad del Misterio que se conmueve por estas personas y ha querido manifestarse a través de quienes crean este lugar y lo mantienen vivo. Personas que podrían haber terminado sus vidas en un hospital, están en un lugar donde son cuidadas y queridas.
Rainieri y el doctor Bértoli
En el fondo, toda esta actividad ni siquiera fue un proyecto, sino la respuesta a una provocación que la realidad plantea, a veces de manera brutal, y a Alguien que llama a personas concretas en situaciones específicas a colaborar con Él. Rainieri, que pertenece a las Comunidades Neocatecumenales y que es uno de los fundadores de la obra, nos cuenta que, tras haber cerrado el manicomio de su pueblo, las personas que vivían allí no tenían dónde ir, por lo que pidió al Ayuntamiento una casa en la que acogerlas. Después vino el encuentro con el doctor Bértoli, un psiquiatra del movimiento, y ambos comenzaron juntos esta obra. Rainieri nos habla de las condiciones para llevar a cabo los proyectos: todos han nacido de un gran realismo a la hora de afrontar los problemas y buscar soluciones, porque se basan en una red de relaciones y en la territorialidad; son personas que responden a las necesidades del lugar donde viven. Para él, el núcleo de la cuestión es que se hace evidente que la caridad es generadora de una sociedad nueva.
Objetivamente
La otra condición es la necesidad de trabajar junto con el Estado, demostrando que invertir el dinero en iniciativas como éstas puede ser objetivamente beneficioso para todos. Para los enfermos porque están mejor atendidos, para la Hacienda Pública porque utiliza el dinero de forma eficiente, para la sociedad porque se genera un contexto social basado en relaciones verdaderamente humanas. Después de diez años de relaciones han mostrado la eficacia de su concepto del trabajo: Rainieri es ahora presidente para la subsidiariedad sanitaria en la provincia de Údine.
Compañeros
Durante todo el viaje hemos podido sentir hacia nosotras esta caridad generadora de una nueva sociedad. Betta y Paolo, un matrimonio de CL, nos abrieron la puerta de su casa, donde, además de sus cuatro hijos, continuamente alojan a gente y reciben la visita de jóvenes de la zona que buscan en ellos una ayuda y una compañía. No sólo es un milagro que no haya habido ninguna extrañeza entre gente que hace unos días no se conocía, sino también que la amistad generada por la pertenencia a Cristo nos permita volver a casa dando gracias al Señor porque nos ha concedido nuevos compañeros de camino y testigos a los que imitar por la belleza y el bien de sus vidas y sus obras.
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