Las impresiones del enviado del ANSA (Agencia Nacional Italiana de la Prensa Asociada) en la base militar americana de Qatar
Se pasado la primera semana de guerra, desde el primer bombardeo sobre Bagdad, en la base militar de As Sayliyah en el pequeño emirato del Golfo que ha ofrecido a EEUU e Inglaterra el apoyo logístico para las operaciones bélicas que Arabia Saudí esta vez les ha negado. Desde aquí el general Tommy Franks y sus colaboradores, atrincherados en un búnker de alta tecnología en medio de la nada, guían a través del ordenador todas las operaciones de guerra en la zona del Golfo. Se trata del comando central de la operación “Iraqi Freedom” y el Pentágono ha ofrecido a centenares de periodistas de todo el mundo seguir la guerra desde un centro para la prensa situado en un hangar de esta base, en el desierto, a algunas decenas de kilómetros de la capital, Doha. A poca distancia de aquí, los F-117 Stealth salen disparados desde la base aérea de Al Udeis para ir a sembrar sus bombas sobre Bagdad y los alrededores. Aparentemente, EEUU ha ofrecido un amplio acceso a información sobre la guerra, mucho más que en 1991. Pero pasando los días en esta fortaleza en el desierto los interrogantes se acumulan. Hay aquí 500 periodistas, casi todos estadounidenses, insertados en los departamentos militares y capaces de mostrar al mundo las acciones del combate. Pero ha sido el Pentágono quien ha decidido en qué departamento situarles y por tanto qué parte de la guerra llega a las pantallas. En As Sayliyah la información es muy limitada. Largos ratos de imágenes para dar al mundo la impresión de un “diálogo” con todo el mundo, sobre todo con el árabe. El escenario para las entrevistas lo ha montado un equipo de Holliwood por 200.000 dólares. El general Franks es un oficial de rostro tranquilizador, apto para ofrecer garantías a los americanos acerca de una guerra que se revela más difícil de lo previsto. Pero verle en el escenario hace un efecto extraño, parece más bien un corredor de bolsa que el responsable de una guerra.El mensaje global que se recibe es exactamente el que Washington había programado que llegara al mundo: la impresión de estar ante una guerra confeccionada de antemano.
En la sala de prensa tenemos seis pantallas siempre funcionando que crean la ilusión de participar en la acción. Cuatro son de los medios estadounidenses, una de la BBC, la sexta de la televisión árabe Al Jazira. Después de un par de semanas trabajando ante estas pantallas no he visto ni un solo muerto en las televisiones anglo-americanas. En el medio está la pantalla de Al Jazira, que enseña continuamente cadáveres descuartizados, prisioneros americanos interrogados, niños heridos y casas destruidas. ¿Cuál es la verdadera guerra?
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