Un intercambio de experiencias muy vivaz entre estudiantes de bachillerato. El instituto, el tiempo libre, la música, la televisión, la política y la noche del sábado. Jóvenes como todos, pero diferentes...
«La novia y la política»; «los amigos y la historia»; «la familia y la amistad»; «bueno, de vez en cuando también el instituto». Son las ráfagas en respuesta a mi pregunta, disparada a quemarropa para abrir el debate: «¿Qué es lo que os interesa?». Sienta seis chicos y una chica entre 17 y 18 años, - Vito, Mattia, Matteo, Giacomo, Martino, Giuseppe y Giulia - alrededor de una mesa, de diferentes institutos y ciudades; añádele un tema candente, de esos que se viven a diario pero apenas se comentan; y he aquí el resultado, después de hora y media de charla a corazón abierto y con mucha libertad.
Así que insisto:
Huellas: ¿Qué es lo que más os interesa?
Giacomo: La verdad de mi mismo. Y, por eso, en principio todo. Todo puede ser interesante y útil para mi vida: la novia, los amigos, la música, el deporte...
Huellas: Pero, ¿cuándo se vuelve algo “interesante”?
Giuseppe: Cuando es atractivo, grande de verdad. No sé, por ejemplo, los amigos. Estar con ellos, pasar una tarde cantando juntos, me interesa por su atractivo. Me deja contento. O estudiar historia, que está llena de personajes fascinantes... es fascinante, eso es.
Matteo: Y más cuando no es un castillo en el aire, sino que tiene que ver con mi vida.
Huellas: ¿Qué quieres decir?
Matteo: Sobre todo que me ayuda a entenderme a mí mismo.
Giacomo: Es cierto. Parecerá banal, pero algo tiene que ver con mi vida porque es bonito y es bonito porque tiene que ver con mi vida. Y esto vale para todo, incluso para lo que nunca pensarías. Por ejemplo, la música. Cuando toco la guitarra y me sale algo bonito, siento que tiene que ver conmigo.
Mattia: Con los amigos es igual. Uno se hace amigo de otro porque en esa relación se siente mejor descrito. Si alguien me habla y lo que dice no me atañe para nada, no me interesa. Pero las relaciones se vuelven interesantes cuando describen lo que yo soy.
Giulia: O sea, cuando tienen razones fundadas. Uno puede estar con los amigos porque solo se aburre y no sabe qué hacer; o puede ser un simple do ut des. Lo habitual es estar juntos para utilizarse. Pero cuando la relación tiene razones más profundas, se vuelve de veras interesante.
Huellas: Así pues, el interés no es sólo una cuestión instintiva, de simpatía inmediata, sino que implica algo más: un juicio.
Giulia: Sí, porque si fuera instintiva, mera empatía inmediata, no duraría. Es imposible que encuentres algo que de primeras sea lo máximo. Si sólo utilizas el instinto como criterio, siempre estás a la busca de probar cosas nuevas. Tal vez hagas muchas, tengas varias aficiones, pero terminas por vivir a salto de mata.
Huellas: ¿Me pones algún ejemplo?
Giulia: Yo siempre me he movido siguiendo la novedad. Sólo me interesaba eso. He practicado dos mil deportes. He aprendido un montón de cosas, pero al final no me ha quedado nada dentro. En definitiva, lo haces para llenar el tiempo como si fuera un cajón donde ir acumulando objetos.
Huellas: A la pregunta que os hice al principio casi ninguno ha contestado “el instituto”. Sin embargo, allí pasáis mucho de vuestro tiempo. ¿No os interesa?
Matteo: Mira, para mí el instituto es una caja. Es cierto que paso allí entre cinco y ocho horas diarias, pero en sí no es nada. Lo que pido no es tanto un cúmulo de nociones, sino que sea una ocasión para encontrar algo. Debe ser el lugar de la posibilidad. Cuando sucede algo, claro que interesa; pero si no, se queda vacío.
Giuseppe: A mí no me gusta ir, pero hay algunas asignaturas, como historia, filosofía o física que me interesan porque me exigen hacer un juicio sobre la realidad, no quedarme pasivo. Ante algo que te sucede puedes decir: «¡Ostras!, pero si esto me lo explicó justo ayer el profesor». Pasa a veces....
Huellas: ¿Por ejemplo?
Giuseppe: No sé, a mí me encanta la física. Cuando veo el arco iris puedo decir: «¡Qué guay! Esto se produce de esta manera», es decir, que no está allí por casualidad. Así, la escuela interesa cuando te ayuda a entrar de verdad en relación con las cosas.
Vito: Sí, pero a veces sirve para otro objetivo. Yo estudio la rama de Arte. Las matemáticas y la física son materias que aparentemente no tienen nada que ver; pero desde que empecé una amistad con un profesor, esas materias se han vuelto interesantes. He descubierto que son algo objetivo, una ayuda para todo. En definitiva, para mí es importante que haya una amistad y un maestro. Igualmente, para aprender de verdad a dibujar necesitas que alguien te guíe, que te ayude a utilizar la mano.
Huellas: Has empleado una palabra importante: “maestro”. Pero, ¿los maestros tienen que ver también en la elección de vuestras aficiones?
Matteo: Creo que ayudan. Cuando es una persona madura, que dada su experiencia tiene una visión más amplia que la tuya, te abre. Si no tienes a quién seguir, sigues errando por la estratosfera haciendo castillos en el aire en lugar de descubrir la realidad, ¿no?
Giacomo: Además, hay tanto que conocer que necesitas de alguien que haya visto algo más que tú y te explique, te enseñe la hermosura. Cuando mi “profe” de italiano, que no es santo de mi devoción, pero con ganas conoce muy bien a Dante, me explica un canto de la Divina Comedia, me hace descubrir todo un universo que jamás habría imaginado. Hay tanto por descubrir que es un disparate querer parar allí donde llegas por ti mismo. Al final, sólo no llegarías más allá de tu nariz.
Mattia: Mi profesor ha despertado en mí una gran afición por la filosofía porque a él le apasiona. Es declaradamente marxista, por lo cual no es que yo me identifique totalmente con él, pero es interesante por la historia que tiene detrás, por cómo va hasta el fondo en su ideal. Viéndole me he entusiasmado por la filosofía.
Huellas: ¿Por qué tan a menudo no surgen este tipo de relaciones? Quiero decir, que frente a la misma propuesta, al mismo profesor, en algunos se despierta un interés y en otros no, ¿por qué?
Martino: No lo sé, pero si pienso en mis compañeros de clase veo que a muchos les basta con lo que ya saben. Les basta vivir con lo que alcanzan: la playstation, divertirse los fines de semana...
Giulia: No quisiera repetirme, pero para mí la clave es siempre la razón. Si uno intuye una razón en las cosas, va más allá, descubre, aprende.
Mattia: Y luego hay un factor cultural. Vivimos en un mundo de escépticos, en el que nos enseñan sólo la duda. Dado que todo es dudoso, no existe el conocimiento. Y si no hay conocimiento, no se despierta el interés. Porque, si no puedo tener certezas acerca de mi vida, ¿qué interés puedo tener en aprender historia o en tocar la guitarra? Cero. El problema está en la raíz.
Giacomo: Exacto. Para mí el problema es que muchos ni siquiera sospechan hasta qué punto vale la pena. Pienso en mí y en mis compañeros: como él decía ahora, muchos se conforman. Así que, el instituto, bueno, nos toca, y pasamos de todo... Ni sospechan que puede ser más interesante que ir a emborracharse el sábado por la noche. Yo mismo, ¿por qué puedo esperar que valga la pena? Porque me lo he topado. Uno se da de bruces y encuentra algo o a alguien que le hace comprender cuántas cosas interesantes hay. Hace dos años estuve un mes en Norteamérica con algunos amigos. Estuve contento el mes entero y cuanto más veía, más intuía todo lo que me quedaba por descubrir.
Huellas: ¿Hasta qué punto es importante compartir una afición?
Vito: Para mí es fundamental. Cuando intuyes que algo es grande para ti, deseas que la gente a la que quieres lo comparta. Es natural que no te lo guardes para ti: pide a gritos que se lo muestres a otros.
Mattia: Es la presencia de algo interesante lo que reúne a la gente. Reunirse no es automáticamente algo interesante. Sin embargo, a veces parece lo contrario: si hay un grupo de amigos que se reúne porque le gusta un tipo de música determinado, entonces la música «mola» e interesa; si no, no.
Huellas: Una palabra que habéis mencionado muchos al principio es “política”. Al menos cuatro de vosotros habéis dicho que os interesa, ¿por qué?
Giacomo: Para mí el quid de la cuestión es la unidad en la vida, lo cual vale para todo. No puedes vivir en compartimentos estancos. Estos días pensaba en algunos de mis compañeros que tienen una humanidad espléndida y que después de una fiesta iban borrachos como cubas abrazándose a las farolas... Y me entraba una tristeza... No porque “no se debe”, que eso me toca el pie... Es que así se desperdicia la propia humanidad. ¿Sabes por qué? Porque vives como a jirones: tienes un trocito que es el colegio, otro que es lo sentimental, después tal vez el compartimento de la política. En cambio, este año estoy entendiendo algo que nos decía don Giorgio: no hay que hacer nada especial, hay que vivir. Y si en el instituto pasa algo que no puedes soportar, qué sé yo, que impidan entrar al instituto mediante un piquete, tú te abres paso y entras. Pero no porque digas: «Abro la caja de la política. Ellos son comunistas, yo no, así que yo paso». No, eso sería alienante. La vida es una y la política forma parte de ella.
Mattia: Además, el interés por la política radica en el deseo de plantarse en medio y decir quién eres. Yo soy de Módena. En mi ciudad la política domina el ambiente. Cuando estaba en 4 de Secundaria me sentía perdidísimo. Éramos cuatro gatos contra todos los demás. Entonces pensé: «¿Cómo puedo decir “quien soy yo”?» Porque en el fondo es lo que me interesa. Esto me lanzó.
Huellas: ¿Cuántos leéis el periódico todos los días?
Mattia: Todos todos no...
Martino: Entero nunca...
Giulia: Yo lo hojeo...
Huellas: ¿Y la “tele”?
Matteo: Yo veo a Ferrara y a Antonio Socci.
Vito: La tele me acompaña desde que era pequeño. Nunca había nadie en casa y... la tele estaba siempre encendida. Era como sentir a alguien cerca.
Giulia: Yo no la veo casi. Únicamente, cuando no he leído el periódico veo las noticias. Luego, a veces, si son las dos de la mañana y el cerebro me echa humo y hay una buena película como la de ayer, los Blues Brothers, entonces la veo...
Giuseppe: Yo también veo las películas, pero también los dibujos animados más idiotas... No sé, a veces estoy en casa, ya he terminado los deberes y me pongo con mis hermanos pequeños a ver los Pokemon. También veo las noticias, los informativos, el programa de Socci.
Matteo: Pero hay una diferencia con muchos compañeros y es que no confiamos nuestros juicios a la televisión. Para muchos las únicas fuentes de juicio sobre la realidad son sus fantasias o la tele. Pasolini tenía razón cuando decía que si no hay ningún maestro, algo que habla veinticuatro horas al día al final te taladra el cerebro.
Huellas: ¿Cómo transcurre para vosotros un día normal y un domingo?
Giacomo: Un día normal: me despierto a las 6.40, voy a clase. Un día a la semana como en casa y me quedo a estudiar allí, pero normalmente estoy en el colegio o con GS. Después, entre las 17 y las 21 vuelvo a casa, ceno y, a veces, veo la tele, paso el rato hablando por teléfono o me voy a la cama, si estoy destrozado. No puedo estudiar por la noche, lo suelo hacer por la tarde. Si no, no estudio. El domingo duermo todo lo que puedo, voy a misa, como con mi familia; si estoy en casa, me quedo traspuesto después de comer. Estudio, ceno, algún día salgo.
Huellas: Los demás, ¿os sentís reflejados?
Giulia: Más o menos, porque yo salgo a las 7.30 y vuelvo a casa a última hora de la tarde. Durante el día voy al colegio, después tengo teatro o me quedo a estudiar por ahí o hay algo que hacer, como terminar de escribir el guión o ir a la Escuela de comunidad. Después, ya por la noche me pongo a estudiar. Así voy tirando y cuando hay que irse a la cama, me voy.
Martino: Caray, pero así resulta agobiante. ¡Te dejas aplastar por lo que tienes que hacer!...
Giacomo: Para mí el agobio es mi madre, que me dice todo el rato: «Nunca estás en casa». Pero siempre me acuerdo de un amigo que cuando su madre le dice: «Siempre andas por ahí, estás cansado...», le responde: «Pero, mamá, el problema de la vida no es estar cansados, es estar contentos».
Huellas: ¿Qué hace posible que lo que os gusta dure? Porque a veces determinados intereses son manías de un momento y luego se desvanecen...
Mattia: Si algo es verdadero es verdadero siempre.
Huellas: ¿Qué es lo que más deseáis para vuestra vida?
Giuseppe (de golpe): Ser feliz
Tres o cuatro a la vez: La felicidad.
Martino: Y que la vida tenga un sentido. Que todo lo que hago tenga una finalidad.
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