Los evangelios de Mateo y Lucas plantean una pregunta legítima: ¿nació Jesús en tiempo del rey Herodes, o cuando su hijo Arquelao había sido destituido del gobierno de parte de los territorios que habían integrado el reino de su padre? La certeza del carácter histórico del nacimiento de Jesús abre paso a una adecuada hipótesis explicativa
En el evangelio de Mateo, el relato de la adoración de los magos comienza diciendo: «Habiendo nacido Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, he aquí que unos magos de Oriente vinieron a Jerusalén» (2,1). Por lo que se refiere al evangelio de Lucas, al introducir el relato del anuncio del ángel Gabriel a Zacarías dice: «Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacaría» (1,5). Y Lucas ya no vuelve a nombrar al rey Herodes el Grande, pero es muy natural para nosotros suponer que Lucas sitúa el nacimiento de Juan Bautista y de Jesús en el reinado del mismo rey. Recordemos que el embarazo de María el tercer evangelista lo sitúa en el sexto mes de la gestación de Isabel, cuya concepción había datado en la época del reinado de Herodes.
El problema
Sin embargo, contra esta impresión que nos da Lucas, en el comienzo de su relato del nacimiento de Jesús en Belén dice que éste tuvo lugar en dicha ciudad porque José y María debieron acudir a ella para realizar un empadronamiento que se hizo siendo gobernador de Siria Quirino (2,1-4). Pues bien, según el historiador judío Flavio Josefo, Quirino fue nombrado gobernador de Siria el año 6 d. C., al tiempo en que Augusto deponía de sus territorios al tetrarca Arquelao, hijo de Herodes el Grande, y colocaba éstos bajo el gobierno de un prefecto o procurador. Con este motivo, Roma quiso hacer ella directamente el cobro de los impuestos, para lo cual se realizó un censo que dio lugar a un fuerte descontento e incluso insurrecciones en el pueblo, principalmente entre los que fueron llamados desde entonces celotas. A la luz de estos datos, es evidente el problema: ¿Nació Jesús en tiempo del rey Herodes, o cuando su hijo Arquelao había sido destituido del gobierno de parte de los territorios que habían integrado el reino de su padre?
¿Verdad teológica o histórica?
Entre los estudiosos encontramos un nutrido grupo que explica la incongruencia de los datos como resultado de la deficiente información que sobre los hechos tenían Lucas o su fuente. Incluso hay autores católicos que en los últimos decenios hablan con pleno convencimiento de que este relato del nacimiento de Jesús en Belén con ocasión de un empadronamiento es una creación literaria de Lucas, o del autor que utilizó como fuente. De este modo, según ellos, el narrador expresaría una verdad teológica: la de que Jesús es verdaderamente hijo de David, título equivalente a Mesías. Estaríamos así, a su juicio, no ante una narración histórica, sino ante un relato parabólico o catequético, tras el cual se esconde una verdad teológica. Al hacer esto se olvida que los evangelistas son narradores, no teólogos; y por tanto lo que importa antes de nada es poner en claro la narración, solucionando sus contradicciones.
Intentos de explicación
Algunos estudiosos han intentado defender la veracidad de la noticia referida por Lucas apelando a la posibilidad de que Quirino hubiera ejercido por dos veces la legación en Siria. Para ello, estos estudiosos se apoyan en una inscripción descubierta en 1764 en Tívoli, conocida en la actualidad con el nombre de Titulus Tiburtinus, en que se hace mención de un oficial romano victorioso que obtuvo por dos veces el gobierno sobre Siria. A pesar de que el personaje no es mencionado, estos autores lo han identificado con Quirino, proponiendo para su primera legación los años 4-1 a. C.; periodo de tiempo en que no nos es conocido el nombre del gobernador de Siria. Por otra parte, gracias a una inscripción funeraria descubierta en casa de N. Venario en Venecia, sabemos con certeza que Quirino mandó realizar durante su mandato censos de los ciudadanos de aquella región. Por tanto creen legítimo pensar que también ordenó realizar el empadronamiento al que Lucas hace referencia en su evangelio y que fue la ocasión del viaje de José y María a Belén. Esta medida no hay que identificarla con el censo que el mismo Quirino realizó en la que fue la tetrarquía de Arquelao, después de su destierro en el año 6-7 d. C.
Datos contradictorios
Las noticias acerca de la carrera política y militar de Quirino son escasas e imprecisas, insuficientes para dilucidar la cuestión de su doble legación en Siria. Ni siquiera Flavio Josefo, al referir el comienzo de su gobierno el año 6 d. C., alude a un mandato anterior. Pero en cualquier caso, de poca utilidad resultaría situar esta hipotética legación primera el año 4 a. C., después de Quintilio Varo, ya que para entonces Herodes había muerto. Por otra parte, parece muy improbable que Quirino fuera el responsable de un censo en los territorios del rey Herodes mientras gobernaba éste, pues se trataba de un reino independiente, aunque estuviese asociado a Roma. Si el emperador hubiera forzado un empadronamiento en tiempos de este rey, se habría realizado bajo la supervisión del mismo Herodes, no de un legado romano. Por tanto, la noticia que leemos en el texto griego de Lucas, según la cual el censo de que habla «tuvo lugar siendo Quirino gobernador de Siria”, nos obliga a situar este empadronamiento después de la muerte del rey Herodes; lo cual contradice los datos de Mateo y del mismo Lucas.
La aportación del P. Lagrange
Otros estudiosos, entre los que destaca el P. Lagrange, que a fines del siglo XIX fundó la Escuela Bíblica de Jerusalén, han intentado hacer compatibles las noticias de Mateo y Lucas proponiendo una lectura diferente del texto griego. Su base principal reside en la información que nos da Flavio Josefo respecto al juramento de fidelidad al emperador romano que Herodes exigió a sus súbditos en los últimos años de su vida. Este juramento debió hacerse para que Herodes recuperase ante Augusto la gracia perdida. Es natural suponer que para la realización de este juramento fuese necesaria alguna forma de empadronamiento. Por otra parte, el P. Lagrange y los estudiosos que le siguen quieren leer el texto griego de Lucas de modo que en él se diga que el empadronamiento que obligó a María y José a ir a Belén fue anterior al que se realizó el año 6 d. C., siendo gobernador de Siria Quirino. Para justificar esta lectura llaman la atención sobre un fenómeno del griego koiné: en éste, con frecuencia, “primero”, es usado con el valor de “anterior”. Huellas de este uso - dicen - tenemos en el Nuevo Testamento.
Una hipótesis aceptable
De este modo creen posible traducir el texto de Lucas del modo siguiente: «Este censo fue anterior al (realizado) siendo gobernador de Siria Quirino». Lucas, al escribir esta referencia histórica, buscaba distinguir este primer censo del que años después tendría lugar durante el gobierno de Quirino; algo que juzgó oportuno, muy probablemente, por tratarse de un suceso que marcó tanto la historia del pueblo judío que resultó llamarse el censo por antonomasia (cf. Hch 5,37).
Esta hipótesis para resolver la dificultad que entraña el griego de Lucas es totalmente aceptable, e incluso muy probable, por lo que se refiere al suceso del juramento de fidelidad exigido sin duda por Augusto y hecho realizar por Herodes. En cambio, la lectura del griego en que quieren justificar que Lucas se refería a este empadronamiento, realizado con anterioridad al de Quirino, es totalmente inválida; desde hace tiempo así lo señalan los estudiosos.
El empadronamiento
A nuestro juicio, la explicación de esta noticia errónea se encuentra en el paso del hebreo, lengua en que fueron escritos los dos primeros capítulos del evangelio de Lucas, al griego. Dejando a un lado algunos errores pequeños de traducción, el mayor desacierto que cometió el traductor griego consistió en considerar una construcción hebrea en infinitivo constructo precedido de la preposición beth como proposición en genitivo absoluto. Esta equivocación es fácil de explicar, pues construcciones hebreas semejantes suelen ser traducidas al griego por los LXX con genitivos absolutos. Y así, los traductores actuales suelen ofrecer esta versión de la frase griega del evangelio de Lucas: «Siendo gobernador de Siria Quirino», es decir, «cuando era gobernador de Siria Quirino». Pero no es ésta la única posibilidad de traducción de dicha construcción hebrea.
La construcción hebrea original debía estar formada por el infinitivo constructo del verbo “ser (hayâ)”, precedido de la preposición beth y seguido de un sustantivo que significase “gobernador”, como predicado del verbo “ser”, seguido del genitivo “Siria” y terminado con el nombre del sujeto, Quirino. Ahora bien, entre los valores de la preposición beth existe también el de “antes de”. Atendiendo a estos datos, el original hebreo del versículo decía así: «Este es un empadronamiento primero, que se hizo antes de ser gobernador de Siria Quirino».
Una confirmación indirecta
En esta breve noticia, el evangelista Lucas o su fuente señala como ocasión del nacimiento de Jesús en Belén un censo que tuvo lugar antes del que, algunos años después, se realizó bajo el mandato de Quirino. Dicho empadronamiento se realizó durante los últimos años del reinado de Herodes el Grande. Se trató muy probablemente, como señalaba el P. Lagrange, de un juramento de fidelidad al emperador, cuya realización conllevaba un censo de personas.
Curiosamente una confirmación indirecta de esta traducción nos la ofrece Tertuliano en su obra Contra Marción (IV,19). En esta obra, este escritor cristiano refiere que Jesús nació con ocasión de un censo realizado en Judea bajo el mandato de Sencio Saturnino, gobernador de Siria durante los años 9-6 a.C.
En la historia
Este pequeño detalle histórico subraya el realismo de la encarnación. Jesús, el Hijo de Dios, entra en el mundo como cualquier hombre: naciendo de una mujer en un tiempo y lugar precisos, concretísimos. Jesús no es una figura mítica construida con elementos de religiones paganas, como han sugerido algunos autores. Estamos ante un hombre real, que nació en la provincia de Judea, en concreto en Belén; en los años finales del reinado de Herodes el Grande. Y por eso, el nacimiento de Jesús se puede poner en relación con otros sucesos de la historia del pueblo judío.
Un hecho concreto que introdujo el significado del tiempo, que hizo posible la historia, como nos recuerda el poeta T. S. Eliot.
«Entonces llegó, en un momento predeterminado, un momento en el tiempo y del tiempo, un momento no fuera del tiempo, sino en el tiempo, en lo que llamamos historia: cortando, bisecando el mundo del tiempo, un momento en el tiempo pero no como un momento del tiempo, un momento en el tiempo, pero el tiempo se hizo mediante ese momento, pues sin el significado no hay tiempo, y ese momento del tiempo dio el significado».
(Coros de la Piedra. VII)
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