Entrevista de Renato Farina a don Luigi Giussani, publicada en el diario Libero el 22 de agosto de 2002
El campo que rodea al tranquilo poblado de la Bassa milanesa está mojado y de él se alza la niebla al sol del mediodía. Hoy Monseñor Luigi Giussani ha hablado todo el tiempo del Ser, del Misterio. “El Ser existente aquí y ahora, el Ser-Caridad”. Pero no del Ser de los filósofos, o, más bien, también de ése, claro. Pero sobre todo del Ser que son nuestros rostros. Un Misterio familiar. Don Gius (así se le llama familiarmente) le ha dado un nombre que yo no esperaba. No ha dicho ante todo Cristo, sino María, “la Virgen”. Y luego la frase profética, dicha con absoluta certeza: “Yo creo que, si no llega antes el fin del mundo, los cristianos y los judíos podrán ser una sola cosa en unos 60 ó 70 años”.
Ha adelgazado don Giussani, le resulta imposible distraerse de lo esencial, su hablar recuerda a las manos de Chopin martilleando el piano: el hombre, Dios, la libertad, el amor, la belleza. Y los nombres de las personas. Y basta. Está seguro de que cada uno de nosotros tiene una tarea —“¡también tú que no crees en nada, amigo!”, te diría él—, una tarea discreta y esencial: sin nuestro trabajo las manos del Ser llegarían menos a las cosas: “¿no adviertes que tu yo se deshace cuando no mendiga el Ser?”, me dice. “El Ser quiere implicarnos, toma en sus manos nuestra confusión, como la madre escucha la voz de su pequeño, y se comunica a nosotros”. Sin esto, dicho por un anciano de ojos verdes como aguas lucientes, vivir sería mucho menos que vivir. Repite: “sin Cristo las cosas se desharían en migajas, el yo vagaría perdido. En cambio...”. Y saborea lentamente el buen vino, el pan reciente (“Después de la poesía y la música, los hombres ejercen su gusto por la belleza en la comida y el vino”, dice inesperadamente). Trato de transcribir aquí los apuntes un poco deslabazados de un encuentro personal que no tenía intención de ser una entrevista. Perdonen el paso frecuente de mayúsculas a minúsculas: no comprendo nada, pero también con la “s” minúscula el ser es todo, tú, lector, eres todo. Vuelve a menudo la palabra caridad. Pero si alguien se indispone por el humo del incienso, piense que se asemeja al amor, es su nombre cristiano. Don Luigi Giussani, casi 80 años de edad, es la personalidad religiosa italiana actual más conocida en el mundo, bastante más allá de los límites de Comunión y Liberación que inició en 1954. Sus libros han tenido un gran éxito en los EE.UU. de América donde ya CL está presente en muchas ciudades. El Meeting de Rímini, dedicado este año a “El sentimiento de las cosas, la contemplación de la belleza”, está teniendo lugar esta semana.
¿Qué está estudiando y pensando, don Giussani?
“Me estoy dando cuenta cada día más vivamente de que el Ser es Misterio, misterio existente. ¡El ser existente! La situación trágica del hombre hoy es que no lo reconoce”.
Nos damos cuenta de que existimos. Y ya es mucho.
“Puesto que el ser es Misterio no se le puede reconocer si no se le ama. ¡Amarlo! Porque el amor ¿qué es? Distanciarse completamente de uno mismo para entrar en un tú. De modo que sales de ti mismo y te dejas aferrar por un torbellino desde donde empiezas a comprender el Ser. El Ser-Misterio no podría identificarse, no podríamos advertirlo y adherirnos a él si no se desvelara como Caridad”.
Misterio, como también la palabra amor, se han convertido en palabras que se encuentran en las revistas de las peluquerías, palabras que ya no tienen sabor.
“Lo sé muy bien. Pero queda un instinto no destruido todavía en las personas que permite que las palabras recuperen espesor. Para comunicar lo que he dicho se necesita una actitud de ánimo que sorprenda a todos, una responsabilidad que reconduzca de nuevo al punto verdadero donde todo empieza”.
En resumen, si he leído bien en sus libros, la experiencia: sin experiencia no se conoce y no se comunica.
“Y la experiencia es experiencia del amor o no es nada. Además, el Ser es Caridad. El Misterio que nos hace existir, que nos rodea, que suscita nuestras preguntas y nuestros deseos, y que se nos propone desde todas partes, es Caridad. Dios se soporta por esto...”.
Muchos no lo soportan.
“No quería decir eso. Quería decir exactamente que Dios se soporta a sí mismo porque es Caridad. Por esto el Ser se acepta a sí mismo, porque es Caridad. No lleva dentro de sí la muerte y la discordia: es Caridad consigo mismo y fuera de sí, con todo y con todos. Por ser Amor se acepta y se propone”.
Permítame: esto es increíble. El mundo entero está en llamas. Usted lo sabe, tiene el periódico en la mano, y dice: el Misterio nos rodea y es Caridad, que además es el nombre que da la Biblia al Amor (¿o me equivoco?).
“Exactamente. Y a los hombres les toca reconocer e imitar a este Misterio. Éste es el punto dramático de nuestro tiempo. Y es lo que los talibanes —los fundamentalistas islámicos— no comprenderán jamás: la identificación entre la percepción del Ser y el Amor. Ésta es la diferencia. Y es la gran partida que puede decidir de una manera u otra el porvenir. Me conmuevo al saber que en Kazajstán, a pocos kilómetros de la guerra en Afganistán, hay presencias cristianas de amigos míos que reconocen este Misterio-Caridad. Hay más espera de esto entre los pobres, sea cual sea la confesión a la que pertenezcan por tradición o elección, que entre aquellos que creen haber comprendido y medido definitivamente el Misterio, sean o no católicos”.
Es usted duro con los jefes de la cristiandad.
“El Papa es conmovedor por su neta percepción de la tragedia actual y por su ánimo trepidante e indómito con que nos indica la tarea que tenemos en esta situación. Me asombra la absoluta pureza de su presencia en el mundo. Es suficiente haberle visto en Toronto, o en Méjico, ante la Virgen de Guadalupe. He tenido la alegría de poder comunicarle, el mismo día de la fiesta mundial de la juventud, que 108 jóvenes de 22 naciones se han prometido con Cristo en la virginidad dentro de los Memores Domini (asociación de derecho pontificio nacida de CL y presidida por don Giussani,ndr). Pero, ¿quién escucha al Papa? No le escuchan... Incluso obispos y curas. Los mismos responsables de comunidades no entienden bien estas cosas, que harían añicos su conformismo abriendo nuevas vías hacia el futuro: no esperan la plenitud. Hoy no se espera. Esto vale tanto para CL como para fuera de CL, tanto para la Iglesia como fuera de ella. La cuestión es muy simple: lo que existe, el misterio que existe, la realidad del Ser, se acepta sólo si uno ha tenido la experiencia de ser objeto del amor de Dios. Te ves envuelto en un torbellino que sucede ahora, y que tiene una historia, pero la historia se reanuda siempre hic et nunc, de otro modo no es historia, y no hay historia. Y de esto nace una civilización. En caso contrario nos barren”.
Pero este hic et nunc, el aquí y ahora, ¿no se advierte?
“Se traslada un discurso correcto y limpio, algunas reglas sobre cómo ser cristianos y hombres. Pero sin amor, sin el reconocimiento del Misterio vivificante, el individuo se apaga y muere. Nuestra esperanza, la salvación de Cristo, no puede ser algo que hemos leído y sabemos repetir bien. Un discurso más o menos edificante o moralista, esto es: a esto se reduce con frecuencia el anuncio. Haría falta hervir... En lugar de eso se deja naufragar al mundo sin pastor... No se comprende esto: lo que resulta útil verdaderamente es lo que llega al pueblo y permite que se exalte: la unidad como signo visible de este Misterio-Caridad. Este Misterio ha penetrado y penetra hic et nunc (¡aquí, ahora!) en un pueblo que a veces ya no tiene ni siquiera jefes que se den cuenta de ello... Si no fuera así correrían impetuosamente a mostrar y demostrar la salvación de Cristo”.
¿Así que no se trata sólo de una incapacidad de comunicar?
“Ya no se ve que la fe alcance a ser principio interpretativo de las cosas. Y también fuera de la comunidad cristiana ya no se percibe la esencia del caminar religioso humano. Estamos viviendo en el absurdo de que sólo esté autorizado a hablar de Israel quien dé por descontado que este pueblo, que sigue siendo el pueblo elegido, no pueda ya reunirse con los cristianos. Pero es el pueblo de la espera... Los judíos más conscientes lo saben: me ha llegado un mensaje del rabino de Nueva York que llama a Comunión y Liberación “el resto de Israel”. Yo creo que, si no llega primero el fin del mundo, los cristianos y los judíos pueden llegar a ser una sola cosa en unos 60 ó 70 años”.
Esto es algo inaudito.
“Precisamente éste es el problema: es como si ya no se esperara nada. Y en este punto es donde entreveo la tarea de los cristianos. Es necesario que perciban este Misterio-Caridad. Me gustaría que la participación de la presencia del Papa en la historia de hoy les consuele y anime: bastaría solamente con obedecer y ponerse en movimiento de nuevo, que sean arrastrados por un torbellino en cambio... Se sigue sin comunicar la exaltación de la persona, la victoria del Misterio, la gloria de Cristo frente a lo que sucede. Pero esto sucede si se da esta experiencia. Ésta es la razón por la que quiero conducir a todos a reconocer que el Ser es Misterio. ¿Y cómo afirmar una cosa así? ¡Porque se reconoce que existe! ¡Existe! El Misterio existe. ¿Cómo se puede hablar de esta manera? Se puede imitar al Misterio. Imitar al Amor en la forma que tiene Él de gobernarse a sí mismo, en su dedicación a sí mismo. Encontrar el modo de decirlo, obrar de tal forma que estas cosas sean para nosotros el estremecimiento y la paz de nuestro yo. El punto en el que el Misterio se recompone es la voz del niño, la relación con su madre, la relación con el Misterio que se comunica a nosotros”.
Dice una sola cosa...
“Vuelvo siempre a ello, y a ti te parece que repito siempre lo mismo: pero es que lo que digo es la realidad, es todo. La situación del hombre frente al Ser es dramática. Sólo se acepta aquello de lo que se tiene experiencia. Pero si la experiencia no se vive como experiencia de amor se termina por anclarse en una visión trágica, en comunicar la cruz sin que esto dé vida. Se termina por comunicar a Cristo y lo que de Él se deriva con un discurso correcto, pero no santificante, porque sin amor, sin ser atrapados por ese torbellino que es el Misterio-Caridad terminamos siendo estériles. Sin Cristo nada es seguro, estaríamos en la inseguridad absoluta. En cambio con Él se exalta a la persona. Por eso quiero reducir todo a esto: el Ser es Misterio. El Misterio existe. Lo que nosotros podemos hacer es imitar al Misterio. Hablo del Ser como afirmación de positividad, de la positividad de la vida: la caridad”.
El catecismo decía que había que hacer obras de caridad.
“Pero uno no se salva él solo, por los propósitos que hace. Es Otro quien le salva a uno y al mundo a través de algo nuevo que ha nacido dentro de la historia. ¡El Ser! ¡Todo brota del flujo del Ser!”.
Pero nos olvidamos de esto y nos apoyamos en la moral, aunque también la traicionamos.
“Sin Cristo uno se siente disperso dentro de sí, inédito, incapaz de enfocar la realidad, incapaz incluso de percibir con nitidez cualquier belleza perdurable. La capacidad de los hombres de engañarse y de dejarse engañar es grande. Es la falacia de la apariencia. Y a menudo los cristianos se hunden en ella, se creen buenos porque una vez comprendieron, y se refieren a ella como si pudieran salvarse con el discurso y la coherencia. Prefiero a muchos que no son cristianos, pero que son conscientes del mal y de su incapacidad para seguir el bien que sin embargo presienten. Por eso tengo predilección por algunos temperamentos que se agitan en el mundo y esperan una paz que no llega, y los prefiero a esos católicos que se construyen un sistema en donde descansar su supuesta fe y su supuesta caridad. En ellos Cristo vive momificado y, lo que es peor, creen que le conocen”.
Y mientras tanto el mundo está ardiendo.
“Una de estas mañanas, leyendo los periódicos, pensaba en Bush y en los jóvenes americanos que EE.UU. ha enviado a Afganistán. Quién sabe cómo se sentirá al conocer las noticias que le llegaban de vez en cuando acerca de los que han muerto. Quizás pensara: “La muerte de estos jóvenes es culpa mía, porque soy yo quien manda el ejército. Pero para salvar a la nación no tengo más remedio que actuar así contra los talibanes”. Me gustaría decirle: no eres tú quien salva a la nación. La salva Aquél, la Realidad, el Ser, el nivel del Ser a quien tú, Bush, dices: te reconozco y hago lo que puedo para salvar a la nación, de forma que este Misterio-Caridad pueda ser reconocido. Ésta es la diferencia entre Bush, en tanto en cuanto reconoce su pertenencia a una historia cristiana, y los talibanes”.
Don Gius, en octubre cumple 80 años y la salud no siempre le ha acompañado. Debe ser muy potente ese misterio que permite sonreir a los ancianos en medio de la actual disipación del Cristianismo.
“Yo digo lo que veo, soy entusiasta de lo que soy. Dios ha hecho al hombre, Cristo ha hecho al hombre y a la Iglesia como desarrollo suyo. Por eso hay que vivir como Cristo y vivir la alegría pascual. Debemos dar gracias al Espíritu por lo que nos ha dado a conocer, Cristo y su historia, y por habernos llamado a vivir todos los aspectos de la historia como parte de Su historia”.
Pero todo esto resulta difícil....
“Hay una forma de hacer sencillo todo esto: decir lo que se ve. Dios hecho hombre, Cristo, y la Iglesia que es su desarrollo. En los hombres hay un instinto que todavía no está destruido del todo, la razón todavía nos permite no considerar el mal como algo ineluctable, como si la historia estuviese necesariamente destinada a ver el predominio de la visión de los talibanes o de los fundamentalistas. Pero sus victorias no son inexorables, porque con la razón podemos identificar que lo que ellos afirman no es el Misterio y no corresponde a la espera del hombre. Este instinto existe; no se ha destruido por completo. ¡El ser como caritas! Si has tenido experiencia de ello, aunque haya sido sólo por un instante, no podrás ya olvidar este punto de vista. Siempre que haya alguien que te lo recuerde con su compañía”.
¿Qué método público propone para que se recupere el interés y la acción de los cristianos sobre las cosas? Ahora se celebra el Meeting, por ejemplo...
“La preocupación mayor debe ser para nosotros ésta: que con palabras sencillas la experiencia del Misterio retorne a la mayoría, a la gente-gente. El único punto de inteligencia es estar en medio de los hombres. Estar entre la gente-gente como diciendo a cada uno, independientemente de lo que haga, diga o escriba: ‘¿qué tienes que ver tú con esto?’. Hace falta un impulso generativo en el que implicar a amigos y enemigos, invitarlos a tener encuentros, a reuniones que no tengan como centro la misma reunión sino el hombre, siendo conscientes de lo grande y único que es el Misterio. Dios como Misterio de caridad es la única carta que quisiera escribir a los de CL y a todo el mundo”.
¿Cuál es el síntoma de la falta de experiencia cristiana?
“La fe no opera ya el salto cultural, no dice nada a la sangre que bulle. Nosotros los cristianos somos los únicos que podemos penetrar culturalmente en la masa, no hablando para las élites sino dentro de la gante dispersa, esa que enciende la televisión, que va a la escuela y se encuentra con profesores a quienes no les importan nada los alumnos. Tiene que volver a suceder algo, si no.... En los 12 años de seminario que viví no se hablaba de otra cosa más que de esto, de lo que afecta a todo: Carducci, Leopardi y Pascoli. Si uno ha experimentado mínimamente el misterio de Cristo, el crecimiento personal será un crecimiento en la caridad, y no podrá dejar de entusiasmarse con Leopardi, con Dante, con Pascoli y con cualquier expresión en la que el hombre esté presente: porque no se puede adorar una presencia —¡Dios!— sin sufrir por una ausencia que tú quieres colmar, que tienes fiebre de colmar”.
(Me revela que pasa buena parte del tiempo “leyendo el breviario”). ¿Qué es lo que en este tiempo encuentra en el breviario?
“Una exaltación de la Virgen, la carnalidad del cristianismo. Ella expresa plenamente la pedagogía de Cristo al revelarse. Hoy se expresa también como oposición a la negación de todo, a ese nihilismo que caracteriza al mundo post-liberal, tan indefenso ante el avance del islamismo. La Virgen es el Misterio”.
Usa mucho la palabra Misterio, término que hoy se traduce en imágenes tenebrosas y vagamente esotéricas.
“El Misterio no son las tinieblas sino lo que se nos ha dado experimentar del Ser. La Virgen, en su sencillez y carnalidad, elimina cualquier equívoco. ¿Cómo se revela el Misterio como Misterio? ¡La Virgen! Ella es el punto culminante de la dialéctica religiosa y filosófica. Si el Destino se considera a sí mismo como Misterio, el aspecto humano que nos permite decir que es misterioso se vuelve consciente en la Virgen. Porque lo primero que el hombre puede conocer en el Misterio, la primera nota física y espiritual del Misterio es la Virgen. La característica del Misterio es que los pobres ignorantes lo pueden comprender. Por eso la obra del Espíritu, Creador del universo, es la Virgen. No lo digo por hábito devocional, sino porque objetivamente es así. El Espíritu se vuelve experimentable como caridad en la Virgen. Querría escribir un artículo sobre la Virgen: cualquier cosa que toca se hace humana y al mismo tiempo la sitúa en el Misterio. Provoca escándalo que la Virgen sea el primer signo de la Presencia de Dios. Pero solamente quien comprende esto puede interesarse de verdad por lo divino. Descubrir cómo en la Virgen bendita se ha encarnado Dios, hace que todo llegue a formar parte de este descubrimiento: la primera página del periódico, el número de cabellos de la persona que amas”.
Las personas que pasan por ser más inteligentes son las que encuentran un escollo precisamente en esto y no comprenden. Dicen: residuo pagano. Con toda su buena fe, no lo aceptan.
“¡Sin embargo lo entienden sus madres! Pero ellos rehusan aceptar la plenitud de lo que escribió Dante, “Vergine madre, figlia del tuo figlio” —Virgen madre, hija de tu hijo—. Porque la libertad existe, ¿entiendes? Y esto me hace estallar de alegría. Mi límite no me asusta, es la demostración más fantástica de la existencia de Dios, que se manifiesta en negativo, como carencia mía”.
¿Qué tiene que ver el Misterio-Caridad con la crueldad de la Naturaleza? Para muchos es una objeción dramática y proyecta una sombra sobre Dios...
“Cuando tu madre te tomó en sus brazos y pronunció tu nombre, en ello se estaba manifestando el Misterio. ¿Cómo puedes tú darle las medidas, juzgarlo? Era la misma elección que se le planteó a Abraham frente a Isaac. Dentro del Misterio incluso la anchoa que se ha comido el atún encuentra su redención. Quien ha experimentado el abrazo de Cristo lo sabe. Quien no lo haya experimentado que no cierre la puerta y pida que Dios le revele su rostro”.
Es hora de marcharme. Me mira y me dice: “A vosotros los periodistas os pido que seáis conscientes de que estáis en la raíz de la conversión del mundo. Probad a ser los potentes provocadores de la vida en común de los hombres”. Tiene entre sus manos una imagen de Rafael que representa a san Pablo pensativo: “Si no se llega al nivel de Rafael, si no se distinguen los rostros como lo hace Rafael, no se tiene experiencia del Misterio. Demos gracias al Espíritu, es decir, a la Fuente del ser, por lo que nos ha hecho conocer, Cristo y su historia, y vivir los aspectos incluso diminutos de nuestra historia como parte de la Historia”. Silba “La donna è mobile”. Fuera el sol está bellísimo y el viento tensa las hojas de los tilos, “el sentimiento de las cosas, la contemplación de la belleza”, ¿verdad?
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón