Es muy interesante ver cómo Jesús provoca a los discípulos para que se decidan ante Él. A la primera pregunta que parece no implicarles, ellos contestan con soltura, mientras que no pasa lo mismo cuando Jesús les pregunta acerca de quién es Él. «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Ante la confesión de fe de Simón, Jesús recuerda que la fe no es una cuestión de esfuerzo o el resultado de una capacidad humana, sino que es una apertura al Espíritu y la acogida del don de Dios. Abandonados a nosotros mismos quedaríamos en una insuperable debilidad. «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». La Iglesia no es la propiedad de Pedro, ni del Papa y los obispos; tampoco es la propiedad del pueblo. La Iglesia es del mismo Cristo, es Su Iglesia. Pedro es llamado dichoso porque por gracia del Padre puede penetrar en el misterio de la persona de Jesús. Él atestigua el don concedido a todos los discípulos: llegar a contemplar el Misterio del que Jesús es portador. La palabra evangélica nos impide pensar en la comunidad de Jesús como en una mera comunión de espíritu, y nos hace encontrar la naturaleza misteriosa de la Iglesia en la concreción de un cuerpo social traspasado por la realidad trascendente del Espíritu. Aquí radica la necesidad del ministerio en la comunidad. La imagen de la piedra de fundación nos invita a reflexionar sobre la necesidad de un signo de unidad visible de la Iglesia de Jesús, y en la situación actual del camino ecuménico a rezar para que el esfuerzo por comprender el primado de Pedro como servicio a la Fraternidad dé frutos abundantes. Permitidme ahora agradeceros haberme dado la posibilidad de estar de nuevo aquí con vosotros y de participar en vuestro encuentro que para mí es siempre fuente de una nueva inspiración. Pedimos la bendición para don Giussani, el Movimiento, para todos nosotros y nuestro seres queridos.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón