Nuevo papel de Italia en el escenario mundial, amistad con EEUU, entrada de Rusia en la OTAN, relaciones con el Vaticano, vacío europeo. Entrevista a Ernesto Galli della Loggia: «Bush y Putin, por motivos diferentes, consideran ahora a Italia como un punto de referencia en el área euromediterránea»
Galli della Loggia ríe al final de la entrevista: «¿Hemos diseñado de nuevo el campo de operaciones mundial? No, sólo hemos intentado interpretarlo». Puede ser, pero no es poco conseguir en estos tiempos tener una visión clara de lo que está sucediendo en el planeta: del embrollo de Oriente Medio a la inclusión de la Federación Rusa en la OTAN, del cenagal en el que se debate una Unión Europea que no consigue acreditarse ante los demás países, al papel de una Santa Sede que muchos, quién sabe por qué, siguen viendo como obstáculo para una política exterior italiana verdaderamente libre y autorizada. Y además el 11 de septiembre, y Bush y Berlusconi en la Farnesina.
¿Partimos de Italia, profesor?
Es una Italia que ha sabido labrarse un papel de gran respeto en la escena internacional: me parece un dato incontrovertible.
¿Gracias a quién o a qué?
Algunas situaciones pueden haber influido de manera objetiva, pero creo que el mérito de este nuevo realce de Italia en el mundo hay que atribuírselo totalmente a Berlusconi. El hecho de ser presidente del gobierno y ministro de asuntos exteriores le ha ofrecido una enorme ventaja para poderse mover libremente y tomar decisiones perfectamente coherentes con la línea de gobierno.
Enorme ventaja, dice. Pero cuando asumió este cargo provisional muchos se preocuparon porque pensaban que no tendría tiempo de hacer ambas cosas.
Quizá se equivocaron. O quizá ha dejado de ejercer de presidente y se ha lanzado de cabeza en el papel de ministro... En cualquier caso su profesión de empresario acostumbrado a la gestión ha hecho de él un hombre capaz de captar el núcleo de intereses que se esconde detrás de la toma de posición de un gobierno o de un ministro de otro país. Esta es, en mi opinión, la táctica que ha adoptado con la Federación Rusa: cuando comprendió el objetivo por el que se movía Putin, le ofreció su mediación para acreditarle ante Occidente, con el resultado de que, como me comentaba el hombre que Putin a puesto a la cabeza de la oficina de estudios del ministerio de Asuntos Exteriores, Italia se ha convertido hoy en el interlocutor privilegiado de Rusia en Europa.
A propósito de Rusia...
Me gustaría añadir dos cosas más.
Adelante.
Otra gran ventaja de Berlusconi es que no conoce el inglés. Esto hace que sus salidas expresivas, esto es, sus meteduras de pata, se eliminen gracias a la traducción simultánea. Y también está la amistad con EEUU, un dato que, por primera vez en nuestra historia reciente, se considera como adquirido, como una premisa antes y más allá de cualquier opción de política exterior. Es un elemento que no hay que infravalorar.
Que tendrá sus beneficios, pero también algunas contraindicaciones. ¿Hasta qué punto es posible hoy una política exterior no digo desvinculada, pero más autónoma de EEUU?
Partamos de la constatación de que EEUU es el principal entre todos los actores de la escena mundial, y Bush el más importante policy maker con el que un presidente de gobierno tiene que hacer las cuentas. Dicho esto, precisamente la amistad con EEUU nos permite una libertad de acción con respecto a él que quizá no podríamos permitirnos si nuestras relaciones estuviesen minadas por la desconfianza recíproca. Esto se vio ante el problema de los palestinos encerrados en la basílica de la Natividad, cuando Berlusconi resistió con facilidad a las presiones de Colin Powell, que insistía para que Italia recibiera a los trece palestinos.
¿Ya no somos ese país filo árabe que, con razón o sin ella, muchos en el pasado nos reprochaban que fuésemos?
Mi opinión es que, también en este caso, como en la relación con EEUU, haberse alineado con Israel representa un elemento de fuerza para nuestro gobierno. En general, tener puntos de referencia claros acerca del campo de operaciones internacional otorga autoridad a la acción de Italia en el mundo.
¿Antes no era así?
No olvidemos que en medio está el 11 de septiembre, que ha obligado a todos a tomar posiciones y a alinearse, en este caso concreto, junto a EEUU y a sus amigos. Es cierto que unos lo han hecho más tímidamente que otros, pero si pensamos que hasta la izquierda italiana ha tenido que revisar algunas de sus actitudes filo tercermundistas, se comprende también por qué entre la guerra contra Saddam Hussein y la guerra contra Bin Laden parece haber pasado un siglo. Incluso los católicos...
Efectivamente, los católicos. Hay todavía quien sostiene que el Vaticano representa un freno a una política exterior italiana verdaderamente autorizada y libre de condicionamientos.
Sin embargo, yo pienso exactamente lo contrario. Como le decía, incluso los católicos han asumido una actitud hacia el mundo árabe que parece muy distante con respecto a la mantenida durante la Guerra del Golfo.
Bin Laden no es Saddam Hussein, evidentemente.
No hay ninguna duda. La misma Iglesia católica ha actuado con mucho equilibrio. Para responder a su pregunta, creo que la presencia de la Santa Sede en suelo italiano constituye de nuevo un punto de fuerza y una carta a jugar por nuestra política exterior. En un mundo, como he dicho antes, donde cuenta cada vez más quien tiene la valentía de alinearse, es mucho más útil para ambos que Italia y la Santa Sede dialoguen a partir de posiciones bien definidas. Además, esta es la premisa para que se dé un reconocimiento y un respeto recíproco. Para ser más claro, con respecto a la situación en Oriente Medio: Italia tiene mucho que ganar de un amigo que es también amigo de los que están en el otro bando. Por otro lado, no olvidemos que esta situación nos acredita aún más ante nuestros aliados, que nos miran como primer interlocutor y en un cierto sentido hasta como garantes de la política exterior vaticana.
Otro capítulo: la apertura de fronteras de Rusia con su ingreso en el consejo ampliado de la OTAN.
Este es con mucho el hecho más relevante desde el punto de vista de la reconstrucción del equilibrio de las alianzas sobre el tablero de operaciones internacional. Naturalmente, el proceso que ha llevado a la firma de Pratica di Mare comenzó hace mucho tiempo. Esto no quita que el ingreso de Rusia en la órbita occidental, sobre todo después del 11 de septiembre, haya revuelto el orden de las alianzas, trasladando la fricción desde el eje Este-Oeste al eje Norte-Sur. Durante la Guerra Fría y hasta hace algunos años, Rusia era el referente privilegiado de los países del Sur del mundo, que desde allí recibían armas y apoyo en sus batallas militares e ideológicas contra América y sus aliados. Esto permitía una especie de triangulación por la que una buena parte de África, por poner una referencia precisa, podía relacionarse con el resto del mundo vía Moscú. En resumen, Rusia era como el guardián de un manicomio, un poco loco también él, pero ciertamente más digno de confianza que los Saddam Hussein, Gaddafi o Fidel Castro que estaban detrás de las vallas. Hoy aquel guardián ha desatado todo y las vallas se han abierto.
¿Quiere usted decir que los locos del mundo corretean ahora libres y sin guía?
Digamos que el paso de Rusia a esta parte del frente les ha privado del interlocutor juzgado con mucha diferencia el más creíble y autorizado entre todos los que pisan la escena internacional. Dicho esto, no creo que el vacío dejado por Moscú pueda ser llenado por los países islámicos. O mejor: el islam no tiene una ideología que pueda pretender resolver los problemas del mundo, al menos los de Asia y América Latina, en donde los árabes son una minoría. Con respecto a África el discurso es distinto: allí, si la Iglesia católica no lo remedia, en el espacio de algunos decenios la islamización será completa.
Con referencia al mundo árabe, Italia se ha encontrado durante decenios en el centro de muchas tensiones. ¿Qué deberíamos esperar, en su opinión, de un escenario que está tan en movimiento?
En cuanto país de frontera, Italia vivirá siempre en medio de las tensiones. El secreto está en lograr aprovecharse de esta situación en vez de padecerla. En este sentido ha hecho bien el gobierno italiano al concentrar sus energías y a menudo toda su credibilidad para consolidar la relación con EEUU, nuestros aliados de siempre, y para inaugurar una etapa nueva de amistad con Rusia. El resultado es que ahora, por motivos diferentes si se quiere, Bush y Putin tienen que considerar a Italia como un punto de referencia en el área euromediterránea. Esto nos expone a riesgos diversos, naturalmente, pero presenta la ventaja indudable de ser escuchados cuando hablamos: no es poco.
En estos últimos meses también Europa ha tratado de hacerse oír...
La política exterior es una de las raras ocasiones que permiten fotografiar de manera despiadada las relaciones de fuerza entre los Estados.
¿Qué ha faltado en Bruselas para tener credibilidad?
El 11 de septiembre, como todos los momentos de crisis, ha quitado de en medio las habladurías para pasar a los hechos. A pesar de esto, Europa sigue discutiendo y dividiéndose en su interior, desvelando así toda su debilidad. A este vacío europeo (del cual Italia se ha aprovechado rápidamente) ha contribuido Francia, completamente absorbida por las elecciones, pero también Alemania, dudosa de hacer valer su papel de baluarte socialdemócrata en un mundo en su mayoría orientado hacia otra parte. Gran Bretaña, por su parte, enseguida se ha sentido comprometida con su papel de apéndice de EEUU. En Bruselas se han quedado con un palmo de narices.
¿Tendremos alguna vez una política exterior europea?
Depende de muchos factores. Los equilibrios políticos, en primer lugar: dentro de algunos meses habrá elecciones en Alemania, Francia acaba de cambiar de color, Italia también. Después está el problema de la ampliación hacia el Este, la Convención europea, en la que hará falta ver qué tipo de constitución logran redactar. No olvidemos además que una política exterior autorizada no puede existir sin un ejército y sin un gasto militar que esté a la altura de la situación. Hoy, en las áreas de crisis del mundo, EEUU toca la música porque es él quien paga la orquesta: no se puede pretender decidir qué hacer y dónde hacerlo cuando los hombres y los medios los pone otro. Quizá algún día Europa se convierta en un sujeto único y autorizado en el plano internacional, pero personalmente no lo veo como algo fácil.
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