Va al contenido

Huellas N.4, Abril 2002

ITALIA

Desde dónde reconstruir

Giorgio Vittadini

El asesinato de Marco Biagi ha tenido lugar en un clima de conflicto social. Recordemos todo lo “teorizado” por Franceschini, uno de los fundadores de las Brigadas Rojas. «Siempre hemos atacado al símbolo, no a la persona». Para hacer esta aberrante afirmación y cometer el bárbaro homicidio de estos días, es necesario que “algo” oscurezca la evidencia de que cada persona es única e irrepetible y su valor, mayor que todo el universo.

Este “algo” es el siempre renovado intento de la ideología que justifica el mal y cree hacer bien al cometerlo, reduce el ideal a facción a través de la eliminación violenta del adversario.

Pero, como se decía en los años 70, “el terrorista no nace, se hace”, y es el fruto de una mentalidad, de una cultura. El terrorismo nace y se alimenta de un odio que, favorecido por la ideología, se convierte en voluntad de aniquilar al adversario.

Atribuir poder salvífico a la política (además de a la justicia) es violencia, igual que ignorar los enormes errores propios, así como erigirse en jueces de todo en nombre de una supuesta pureza. Al político se le juzga por la capacidad de llevar a cabo una tarea realmente útil para la sociedad; la moralidad nace del servicio a esta tarea y no viceversa. Pero la violencia no es sólo hacia el gobierno, es hacia todo el pueblo italiano. Un sindicato que, en lugar de perseguir su objetivo en relación con temas de trabajo, quiere poner en dificultades al gobierno a través de una huelga política general, es irresponsable. Prelados, magistrados, políticos que declaran ilegítimo el gobierno votado por millones de electores, insultan la inteligencia y la libertad de conciencia de los mismos electores, plenamente conscientes de las cualidades y defectos de su elección. Análogamente, los jueces que se atribuyen responsabilidades políticas; ministros que modifican el Parlamento, impidiendo la enmienda de leyes, destruyen la división tripartita de los poderes, que es la base de la democracia.

¿Cómo reconstruir en esta situación? El primer nivel imprescindible del que partir es el reconocimiento de la verdad, en concreto de la tradición cristiana de nuestra nación, factor de crecimiento del deseo de verdad, incluso para el movimiento obrero y la empresa laica. Es necesario un ideal de verdad que supere la exasperación individualista y la burda simplificación del devenir social entre Estado abstracto e individuo aislado. Hoy en día, para trabajar en el desarrollo de un servicio público, es necesario amar el ideal, amar el bien común, una gratuidad muy diferente de la más positiva generosidad carente de razones. El Homo homini lupus sólo genera barbarie. Es evidente que la política puede favorecer o no este proceso. Para impedir cualquier tentación de violencia, las formaciones deben reconstruir, a través de un debate equilibrado y constructivo, nuevas reglas de juego a las que realmente puedan obedecer después.

Es necesario, sobretodo, comprometerse en la batalla por la flexibilidad laboral y la libre elección de las familias entre servicios estatales y servicios no gubernamentales (en sanidad, en asistencia, en educación), hecha con el apoyo financiero de escuelas rentables, exenciones fiscales, aseguradoras y mutuas no estatales. Por esto se comprometió Marco Biagi, capaz de valorar muchas realidades y de dialogar con la sociedad civil. El «Más sociedad, menos Estado» es el camino que siguen los hombres verdaderamente amantes del desarrollo y del bien de cada uno.
(Il Giornale, sábado 23 de marzo de 2002)

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

Vuelve al inicio de página