La defensa de David Dalin, rabino de Nueva York. Reproducimos el artículo publicado en uno de los principales periódicos italianos. Los hechos son testarudos. La Stampa de Turín, 14 de febrero de 2002
En el principio fue El Vicario, la obra teatral de Hochhuth, conocido “panfleto” en contra de Pío XII, al que se pintaba como el Papa del silencio ante el Holocausto de los judíos. Se trataba de cinco largos actos representados en Berlín en 1963, que se han convertido en la expresión más clamorosa de la literatura contraria al Papa Pacelli, acusado de haber faltado al deber de protestar en contra de la “solución final”. Una condena grave que pesa como una piedra en contra del proceso de beatificación en curso, pero que, sin embargo, encuentra cada vez menos defensores. En el último Meeting para la amistad entre los pueblos celebrado en Rímini el pasado agosto, el rabino de Nueva York David Dalin, historiador de la revista Weekly Standard, ha defendido a Pío XII afirmando que hoy en día existe una nueva generación de periodistas y estudiosos «empeñados en desacreditar los perfectamente documentados esfuerzos del Pontífice para salvar a los judíos durante la Shoah». Dicha generación, según el rabino, se inspira justamente en la obra teatral El Vicario, «una obra de ficción muy polémica que no ofrece ningún tipo de evidencia histórica para argumentar sus acusaciones». Además, los detractores de Eugenio Pacelli, ignoran el estudio exhaustivo e iluminador de Pinchas Lapide, que fue cónsul general de Israel en Milán, y que contactó con muchos supervivientes italianos de la Shoah, documentando cómo Pío XII favoreció la salvación de miles de judíos de las manos de los nazis.
«No debemos caer en la trampa de jugar en defensa - alega el senador Giulio Andreotti -. Por el contrario, debemos remarcar con fuerza los grandes méritos de Pacelli. Lo han representado como un hombre pávido, en cambio, ninguno de sus actos dejó de ser en defensa de las libertades y de los perseguidos. Yo le conocía muy bien porque me recibía a menudo en audiencia privada, el Papa hizo todo lo posible por ayudar a los judíos».
Según el obispo de Como, Alessandro Maggiolini, Pío XII fue sabio al no ceder a una condena terminante de Hitler, que hubiera tenido como consecuencia un recrudecimiento de los ataques contra los judíos bajo el dominio alemán.
Son muchas las voces que eximen al Pontífice de la acusación de connivencia con el Tercer Reich, y muestran la grandeza de quien se comprometió hasta el límite de sus fuerzas para salvar a los perseguidos por causa de la raza. Bajo su protección y aliento, el Vaticano se convirtió en un refugio para los perseguidos, los monasterios abrieron sus puertas a los judíos perseguidos, los sacerdotes arriesgaron su vida para procurarles documentos y ayudarles a huir de la muerte.
En noviembre de 1939, Pío XII estuvo incluso implicado en el intento de derrocar a Adolf Hitler e instaurar un gobierno en Alemania que pactara con Francia e Inglaterra. Dicha circunstancia, conocida en la Curia, está confirmada por los documentos del diplomático inglés Francis Osborne, al que el Papa convocó tres veces para comentar el plan antinazi. A través de canales secretos, los conspiradores, guiados por el general Ludwig Beck, pedían al Papa que influyera sobre Londres para obtener la garantía de que, una vez derrocado Hitler, los Aliados no aprovecharían para desmembrar a la entonces muy vulnerable Alemania. Y Pío XII aceptó ejercer de intermediario.
Para profundizar: cf. Huellas 4-2001 p. 40-44
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