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Huellas N.11, Diciembre 2001

BREVES

Cartas

a cargo de María Pérez

Kibbuz Sasa, israel
Inexorable positividad

A propósito de una frase de don Giussani publicada en la portada del n 10 de Huellas: «Si otros llegan hasta el terrorismo, nosotros tenemos que alcanzar una conciencia que sustente la vida, tal como el Señor la ha creado, hasta las últimas consecuencias. Esto es lo que aportan los cristianos al mundo, tantas veces sumido en un marasmo incomprensible: la afirmación de una positividad inexorable que siempre permite volver a empezar en la vida».
Querido, grande y bendito don Giussani: Yo no soy cristiana, pero como buena hebrea de siglos llevo conmigo esta inexorable positividad. Por eso, a pesar de todo, vuelvo a empezar cada día desde el principio. Por eso busco el gusto, busco un pedacito de luz, intento apagar el fuego de la guerra y de las incomprensiones y trato desesperadamente de encender luces sobre algunos para que otros puedan conocerles y tal vez acercarse a ellos. Sé lo que significa que algo es bello “hasta llorar”. Agradezco a Dios, vivo cada día estas cosas... Sobre las nubes, bajo las nubes, durante las clases, ante una puesta de sol, ante un arcoiris, cuando escucho música, delante de mis hijos que ensayan una escena. Y pienso que si no tuviera todo esto, ¡no podría sobrevivir!
Angélica

RUMANÍA
Una aventura

Son las 17:50 h. El tren sale lentamente de la estación. El tren correo viajará toda la noche y atravesará toda Rumanía de sur a norte para llegar a Oradea y después a Satu Mare a la mañana siguiente. Tardará al menos 15 horas en completar su recorrido. Flaviu, el muchacho que viaja conmigo (volvemos de un encuentro con personas de Comunión y Liberación de diferentes ciudades de Rumanía), se para un momento mientras coloca la litera del compartimento y me dice: «Don Renato, me ha gustado mucho lo que habéis dicho esta mañana en el McDonald’s». Habíamos entrado a mediodía en el McDonald’s para tomar algo con algunas bachilleras, a las que habíamos conocido este verano en las vacaciones de CL, y habíamos hablado de lo que estaba sucediendo en el mundo y de los orígenes cristianos de nuestra civilización, de la gran suerte de ser cristianos y la tarea que tenemos de compartir con otros este don. Después se hizo tarde. Añadí sólo que para no olvidar algo tan importante hace falta una compañía, unos amigos y por ello, el Señor hizo que nos encontráramos. Llevo aquí casi un año y si hay algo que sigue sorprendiéndome es ver gente así (y son casi siempre jovencísimos), que se entusiasman por las mismas cosas que me fascinaron a mí y a muchos de mis amigos: la presencia de Cristo entre nosotros, la Iglesia y el gusto por la vida, incluso en las dificultades y a pesar de todos nuestros errores. Y eso que aquí hay una pobreza bien visible. A menudo se ve a gente que hurga en la basura o que pide limosna por la calle. Pero también las familias normales viven en la penuria, debido a las constantes subidas de los precios y a que los salarios apenas llegan a la décima parte de lo que gana un italiano medio. Cincuenta años de comunismo a la espalda han dejado su sello en la mentalidad y en la práctica política: tráfico de influencias, corrupción y cosas por el estilo. Hay también una realidad eclesial particular. La mayoría ortodoxa está flanqueada por los greco-católicos (católicos de rito oriental) y los romano-católicos (católicos de rito latino), además de protestantes de diferentes ramas. Durante el comunismo la persecución se cebó especialmente sobre la Iglesia greco-católica. Hubo auténticos martirios de fe, a la vez que la Iglesia se vio privada de todos sus bienes y sobre todo de su libertad. Ahora la libertad ha vuelto, pero no todos los problemas están resueltos. Flaviu, mi joven compañero de viaje, es ortodoxo. Me pregunta si esto es un problema. Le respondo que de todas maneras él también es cristiano, es decir, que Jesús es importante para él tanto como para mí. Se queda tranquilo. Este verano vino a las vacaciones una chica que después me mandó un e-mail con este comentario: «Lo que más me ha gustado no se puede expresar con palabras. He sentido la presencia del Señor entre nosotros desde el primer día. ¡Qué puede haber más bello que tener hermanos en Él!». Continuamos hablando mientras el tren atravesaba la noche. Flaviu me habla de su pueblo, de su familia, de los amigos que tiene en Satu Mare, con los que desearía hacer Escuela de comunidad y vivir una amistad más profunda. Le prometo que iré a verle, que iremos juntos a la pizzería y me presentará a sus amigos.
Don Renato, Bucarest

ITALIA
En casa

Ilustre don Giussani: Le escribo esta carta con mucha humildad. Usted no me conoce, pero yo, en cambio, he oído hablar mucho de usted y de lo que ha hecho. Tengo 19 años y soy de Nápoles. Mis padres me abandonaron, pero gracias a mi amigo Marcello he conocido a los amigos de CL. Aquí he encontrado muchas personas que me quieren y me lo demuestran como nadie lo había hecho jamás. Desde hace algunos meses vivo en la residencia de los chicos del CLU y aunque no salgo con ellos, por eso de las clases sociales, y no voy a Escuela de comunidad, porque prefiero estar por la calle, de todos modos me siento atraído por lo que les une y porque ahí está Dios. En esta residencia veo fotografías de usted y cada palabra o discurso que me gusta me dicen que la ha dicho usted. Por eso quiero expresarle mi agradecimiento por todo lo que sin usted no habría podido jamás conocer.
Ciro, Nápoles

ITALIA
El cielo no está mudo

En el Meeting participé en el encuentro entre don Pino y el rabino Kopciowski. Me llamaba la atención el título “Abrahán el contestatario”. El rabino contaba que el padre de Abrahán tenía una tienda de ídolos y cuando a veces se iba fuera de la ciudad para algún recado, le pedía al hijo que se ocupara de todo. Abrahán llevaba mal esta historia de los ídolos; por ejemplo, una vez fue un guerrero en busca de algo apropiado y él bromeó: «¿Cómo puede un hombretón como tú tener necesidad de una estatuilla para darse consistencia a sí mismo?». En el libro José y sus hermanos, Thomas Mann afirma que Abrahán tenía una concepción tan alta de sí mismo que no podía estar sometido a ningún ídolo, sino sólo al único Dios omnipotente. Este verano estuve en la peregrinación de Cracovia a Chestokowa. Después de 182 kilómetros de camino, cuando llegué delante del santuario con los pies destrozados, tuve la certeza de que la Virgen había escuchado todo lo que le había pedido. Y esta es mi experiencia de este año en el movimiento: lo que yo soy y lo que deseo es importante; yo valgo más que las montañas, porque si no estuviera yo para mirarlas, estarían allí sólo para desgastarse; todo es para mí. Y esto es verdad siempre. La idea que tenía sobre lo contradictorio de la realidad era equivocada. La realidad no contradice el deseo, sino que está hecha para él. Me lo hizo comprender don Giussani a raíz de la contradicción más grave para mí. La realidad no es contradictoria, sino que es misteriosa, en el sentido verdadero del término. El Misterio no es algo desconocido, impenetrable, inalcanzable, y por tanto contradictorio, sino que un hombre dijo hace 2000 años en Galilea: «Yo soy el camino, la verdad y la vida». Se lo dijo a sus amigos. Y ellos se lo dijeron a los suyos, y después a los del siglo I. Éstos se lo dijeron a los del II, y así hasta llegar a mi madre (dice Giussani) y mi madre me lo dijo a mí y yo os lo digo a vosotros. El día que murió mi madre, el año pasado, Giussani llamó a casa. Mi padre estaba en Paraguay, la casa estaba llena de gente que rezaba, lloraba y nos abrazaba a mi hermana y a mí. Había mucho alboroto. Cuando me dijeron que Giussani estaba al teléfono, esperaba que me consolara, que me dijera unas palabras para seguir adelante y para repetírselas a mi hermana. En cambio, lo primero que me dijo fue: «Tu padre ahora está preparado». Después, cuando fuimos a verle, nos recibió en su casa diciéndonos: «La muerte de vuestra madre y de Enzo han sido los dos momentos de mi vida en los que Dios me ha hablado más directamente a mí y al movimiento». Para don Giussani el cielo no está mudo, sino que habla. Para él, todo lo que sucede tiene un sentido. La realidad habla. Lo comentamos con don Fabio, con el que tuvimos la suerte de estar en nuestras vacaciones del CLU este verano, y decía que no sólo la realidad le habla, sino que le habla respecto a su vocación, respecto a la tarea que Dios le ha confiado, respecto al movimiento. «No sólo el deseo que tienes es importante, sino que es para todo el mundo, y ésta es la vocación». El mundo tiene necesidad de gente así; de gente segura ante el misterio de la vida, porque el Misterio se hizo una compañía humana. El mundo, que está gritando, tiene necesidad de conocer a Cristo y de don Giussani que se lo presente.
Giovanni, Carate Brianza


Con Giancarlo
Os escribimos para contaros lo que ha supuesto la visita de Cesana a Barcelona. De nuevo hemos experimentado que «el acontecimiento cristiano tiene la forma de un encuentro con una realidad física, que es signo del Misterio hecho carne». Tuvimos la posibilidad de cenar unos cuantos con él y después se apuntó todo el que quiso. Nos juntamos unos 40 en la buhardilla de Diego y Silvia. Fue un momento estupendo. Nos impresionó ver cómo alguien que atraviesa una situación personal tan dolorosa se ponía a discutir con nosotros (a los que acababa de conocer), a hablar sobre el atentado del 11 de septiembre o de cualquiera de las preguntas que le fuimos planteando. Su forma de estar y de relacionarse evidenciaba en todo momento que Cristo es la respuesta a nuestro deseo de felicidad, y que está realmente presente en el signo de una humanidad diferente. Lo que hace atractiva su forma de vivir el cristianismo es que tiene que ver con la vida. Unos amigos de Madrid que durante la época universitaria fueron un reclamo constante por su continua búsqueda de la verdad, se vinieron a Barcelona para estar con Giancarlo, que entre otras cosas nos dijo: «La libertad del hombre se resume en una petición: “Puesto que acepto que todo es gracia, Te pido esa gracia”». Es cierto que la amistad crece si se implica, si sigue la novedad que la ha hecho surgir. Desde la apertura de curso, en la que se nos recordó la insistencia de don Giussani en la oración, veíamos la necesidad de rezar más, pero siempre parecía que no había tiempo. Sin embargo, al día siguiente empezamos la mañana rezando juntos el Ángelus. Resultaba evidente que cuando se tiene delante una Presencia atractiva surge la petición.
Miriam y Mac, Barcelona

Verdadera hospitalidad
Aprovechando el viaje que hicimos a Italia a principios de noviembre, nos acercamos a Pesaro a ver a Marco Montagna, al que conocimos en las vacaciones de Portugal. Uno de nosotros, le agradeció su hospitalidad con un e-mail.
¡Hola Marco! Soy Luca y te escribo desde el trabajo. Quería agradecerte tu hospitalidad y también la cena. Me llamó mucho la atención conocerte, es más, me provocó tu actitud; con todas esas preguntas directas, provocativas, sin muchos discursos por tu parte, aunque nuestras respuestas quizás fueran banales. Estábamos un poco cortados. He entendido que debemos ayudarnos entre nosotros a ir al origen de nuestra persona, al origen de nuestro deseo, acordarnos del encuentro que hemos tenido con Jesús; que no basta tener un trabajo o una familia para estar tranquilos (tus pregundas me lo hicieron entender), sino que nuestra vida está hecha para dar testimonio de lo que hemos encontrado. Nos has atestiguado que el mundo no puede con el deseo que tenemos dentro. ¿Por qué hospedar a cinco chicos, que sólo habías visto unas horas en Portugal o que acababas de conocer, si no es por un interes a tu persona y a su deseo?
Luca, Turín

En el cuarto rellano
Hace unas semanas estuve comiendo con un amigo mío que había asistido a la conferencia de Cesana en la Generalitat de Barcelona. Comentábamos que la Iglesia se está regenerando y que hay mucha gente que busca, que realmente se vuelve a rezar, pero de verdad, sin ánimo farisaico.También le dimos a leer el suplemento de Huellas con los apuntes del diario de Emilia Cesana. Le impresionó tanto que nos lo pidió para comentarlo con un amigo suyo que también ha perdido a la mujer en un accidente de tráfico y esto le ha provocado dudas de fe. Se puede decir que en el rellano cuarto de la escalera derecha del edificio donde vivo hay una mini comunidad.
Un amigo de Barcelona

Lo más necesario
He participado junto con otros amigos en el Congreso sobre la Familia organizado por la Conferencia Esiscopal Española en Madrid este noviembre. Después del congreso volví a mi casa pidiendo que el Señor me concediese una nueva conciencia de lo que significa mi matrimonio y su misterio nupcial, como lo llamaba mons. Angelo Scola. No quiero dar por supuesto que “marcha bien”, ni pasar por encima de las dificultades, acomodándome a que “esto es así y no da más de sí” lo que supondría una renuncia por nuestra parte y una falta de fe en la verdad del sacramento. Es verdad que nadie puede por sí mismo salvar lo que ama, pero nos es necesario experimentar que Cristo vence. Para ello es necesario pedir. De lo contrario, uno lo daría por perdido o por supuesto, por descontado o por acabado. ¡Cuántas veces lo más necesario pone de manifiesto nuestra poca fe!
M. Carmen, Parla

Ser hijos
Berna, Miguel y yo hemos visitado recientemente la comunidad de Crema. Deseábamos conocerla para ser ayudados a trabajar en nuestras parroquias. Hemos comprobado que todo nace de una verdadera paternidad. La de don Mauro, verdaderamente hijo del Gius, y no por fumar sus mismos toscanos, que nos comentaba: «Lo primero en la intención es lo ultimo en la ejecución». Después de haber visto un sinfín de obras que expresan una vida adulta - una parroquia viva, dos colegios, el milagro de la acogida de multitud de familias, una guardería, una Escuela de comunidad de 200 personas, bachilleres que van a misa a las 7.45 antes de ir a clase y convocan asambleas en sus colegios - parece que todo esto es lo ultimo en la ejecución. ¿Entonces lo primero? La paternidad. «No os preocupéis ni siquiera de ser padres, tan solo de ser hijos».
Pablo, Parla

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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