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Huellas N.8, Septiembre 2001

MEETING

Exposiciones

a cargo de Ricardo Piol

“Te llamarás Piedra. La figura de san Pedro en el Nuevo Testamento”
Piedra Angular

Tras los retratos de Pablo, “el prisionero de Cristo”, y del “discípulo amado”, Juan, la Fraternidad sacerdotal San Carlos ha dedicado una exposición a Pedro: “Te llamarás Piedra”, el hombre sencillo, de temperamento impulsivo y valeroso, sobre el que Jesús ha querido edificar su Iglesia. “Simón, el hijo de Juan”, es descrito en toda su humanidad. Es el apóstol más conocido y citado del Nuevo Testamento, el único al que Jesús impone un nombre distinto del original, el único al que el Señor dice: «Yo he rezado por ti», y que muere crucificado como su maestro. Pero, al mismo tiempo, es el discípulo que mereció el apelativo de ‘Satanás’, el hombre que se rebela cuando Jesús quiere lavarle los pies en la última cena y que le niega tres veces. Piedra de escándalo y a la vez piedra sobre la que el Señor edifica su Iglesia: el humilde pescador de Cafarnaúm es el símbolo de la elección, del método “escandaloso” con el que Dios entra en la vida de los hombres. Y la exposición nos lo muestra en su camino de hombre llamado por el Señor, arrebatado por el creciente afecto hacia aquel hombre al que es el primero en reconocer como Hijo de Dios; y atormentado a la vez por el descubrimiento continuo de su propia debilidad. El primer encuentro con Jesús, los muchos hechos de la vida cotidiana, la traición, el «Simón, ¿me amas?» del capítulo 21 del evangelio de Juan y los años de la misión como jefe de la Iglesia, son todos capítulos que narran el largo camino por el que Jesús educa a Simón para llegar a ser él mismo, para llegar a ser Pedro: el vicario de Cristo.

“Una tierra para el hombre. Los rasgos excepcionales de nuestro pequeño planeta”
Más único que raro

La Tierra está en la periferia de una más de entre las más de 15000 galaxias que pueblan el cosmos. Sin embargo, no se puede decir que sea un planeta cualquiera. Una extraña combinación de factores geológicos, astronómicos, físicos, químicos y biológicos lo vuelven excepcional. Excepcional porque la combinación de estos diversos elementos lo hace “extrañamente” perfecto para albergar la vida. La exposición Una Tierra para el hombre cuenta las muchas “casualidades” que hacen de nuestro planeta un lugar más único que raro. Casualidades lejanas y perdidas en el universo que a menudo desconocemos o que, por el contrario, suceden con frecuencia bajo nuestros pies por lo que estamos ya acostumbrados a considerarlas obvias y normales. La composición química de la corteza terrestre, por ejemplo, presenta los elementos justos y en la justa cantidad para favorecer el nacimiento y el desarrollo de la vida. Y lo mismo se puede decir del sol: una estrella ni demasiado grande ni demasiado pequeña, sino con las dimensiones adecuadas para sostener la vida en nuestro planeta. Pero el elenco de estos factores aparentemente fortuitos es muy largo. Adentrándonos en el fascinante viaje que lleva desde el núcleo de nuestro planeta hasta los confines del Sistema Solar y más allá, se descubre una articulada concatenación de muchas circunstancias aparentemente casuales que hacen que la Tierra aparezca como una morada construida con gran atención y misterioso cuidado.

“Ya viváis, ya muráis. Martirios y totalitarismos modernos”
Soldados desconocidos

Las ideologías que han dominado la cultura mundial a lo largo de la edad moderna han intentado por todos los medios eliminar el Acontecimiento cristiano de la historia. Como consecuencia, miles de personas en más de 70 países han dado testimonio de Cristo hasta perder la vida por profesar su fe. A ellos y a su experiencia se ha dedicado la exposición “Ya viváis, ya muráis”. En ella se narra el reiterado intento de las ideologías de la edad moderna - la Ilustración, con la cultura liberal-masónica, el Nazismo y el Comunismo - de eliminar a la Iglesia y su concepción del hombre.

Sólo en el siglo que acaba de terminar han sido asesinadas más de 12000 personas, laicos, sacerdotes y religiosos pertenecientes a la Iglesia Católica, y a la anglicana, ortodoxa y protestante. La Revolución Francesa señala el momento en que la historia de la Iglesia vuelve a estar profundamente marcada por los testimonios de los nuevos mártires, hombres asesinados a causa de su fe en la Francia del Terror y luego en el México de comienzos del siglo XX, en la España de la segunda República, en la Alemania nazi y en la URSS comunista. Desde el siglo XVIII hasta nuestros días, la historia del pueblo de Dios ha vuelto a estar poblada del ejemplo de quienes Juan Pablo II ha llamado los «soldados desconocidos de la gran causa de Dios»; hombres y mujeres golpeados por la persecución violenta de quienes aún hoy, si bien de modo menos patente, no quieren aceptar que el valor de la persona consiste en algo que no decide el estado ni quienes detentan el poder.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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