De abril a octubre ha tenido lugar en Hannover la Expo 2000, una gigantesca exposición en la que cada nación ha hablado al mundo entero de sí misma, de su propia historia, su propia cultura y sus descubrimientos tecnológicos, ante decenas de millones de visitantes. En este marco, una mesa redonda sobre "Los jóvenes y la Iglesia"
Durante el año 2000 la comunidad planetaria ha decidido presentarse a sí misma. Y lo ha hecho poniendo en el empeño inmensos recursos tecnológicos y monetarios. Pero visitando esta "ciudad de la Expo" se tiene la impresión de que los diversos países se han topado con la dificultad de tener que hablar de sí mismos. Ante las preguntas: ¿quiénes somos nosotros?, ¿qué queremos decirle al mundo?, se han limitado a presentar la propia tecnología y los productos artesanales típicos, casi como si se tratara de una feria de promoción turística. En definitiva, no han sido capaces de mostrar el núcleo en torno al cual ha nacido y se ha desarrollado la historia de cada país ni el punto de vista sintético que puede determinar el hoy de un pueblo. También la Santa Sede levantó un pabellón, en un lugar algo periférico, casi queriendo subrayar su no-identificación con un continente determinado. Estaba construido según una concepción arquitectónica abierta y luminosa, que facilitaba el acceso y la comunicación. En su interior podía verse una exposición estructurada en función de diversos temas: la familia, los jóvenes, la justicia y la paz, la mujer, la dignidad del hombre. Cada tema se presentaba con frases de Juan Pablo II y fotografías u obras de arte relacionadas con la problemática en cuestión, resultando un lenguaje altamente sugestivo, comprensible y accesible a todos, sencillo y comunicativo.
El pabellón de la Santa Sede dio cabida a mesas redondas y conferencias sobre temas diversos. Yo participé en una mesa redonda sobre el tema "Los jóvenes y la Iglesia". El resto de ponentes eran: el obispo de Osnabruck, monseñor Bode, delegado de la Conferencia Episcopal alemana para la pastoral juvenil; un sociólogo, el profesor Fuchs-Heinritz, y Knuth Erbe, dirigente del B.D.K.J - una especie de Acción Católica juvenil alemana -.
¿Por dónde empezar?
En su introducción, la moderadora Claudia Nothelle abordó - de manera un tanto provocadora - muchos temas: el alejamiento de los jóvenes de la Iglesia, la secularización, los jóvenes y el Papa, el compromiso de los jóvenes en las estructuras eclesiales y - en Alemania no podía faltar - los jóvenes y la sexualidad.
Durante la discusión subsiguiente tendía a emerger una imagen de Iglesia que ya no consigue meter baza en el mundo y que asiste impotente a una hemorragia de fuerzas jóvenes. Una Iglesia que resulta pesada y se ve envuelta en cuestiones sociológicas que, la verdad, no interesan ya a nadie y aburren a quien está realmente atento al propio corazón. Y, entonces, ¿desde dónde empezar? Yo traté de mostrar cómo hay que partir del estupor de un encuentro; de otra forma se reduce el cristianismo a un conjunto de reglas muertas. La fuerza de un encuentro persuasivo, que abraque toda la existencia, es lo único que puede convencer hoy a un joven para embarcarse en esta aventura humana que la Iglesia propone.
La experiencia cristiana debe estar presente donde se desarrolla la vida del hombre: en colegios, universidades, ambientes de trabajo, etc. Los lugares tradicionales de las agregaciones eclesiales, como las parroquias, parecen hoy insuficientes. La persona percibe que el anuncio cristiano es una respuesta adecuada a todos los deseos de su corazón si tal propuesta se puede verificar precisamente donde los problemas y los intereses del hombre emergen, y donde se desarrollan las tramas de relaciones que componen nuestro presente.
Los temas de los jóvenes y el Papa, y los jóvenes y los problemas de la sexualidad no están en oposición con la experiencia cristiana, sino que son el lugar y l ocasión para un cumplimiento integral de la persona, si se viven según el proyecto de Dios sobre el hombre, es decir, según su verdadera naturaleza.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón