El sistema educativo está prácticamente en la ruina y nada de lo que se había programado se ha realizado. Todos están descontentos: profesores, padres y estudiantes. He aquí por qué
En las intenciones del tandem Berlinguer-De Mauro, ministros de Educación, el 2000/2001 tendría que haber sido el año cero de la enseñanza italiana; fecha de nacimiento de un sistema totalmente renovado y parido por la izquierda, «guía iluminada del país». Será un milagro si no se llega a la ruina total. Un milagro debido a la abnegación que miles de profesores y funcionarios prodigan para realizar su trabajo con un mínimo de dignidad humana en una situación normativa al límite del absurdo. Veamos brevemente por qué.
La autonomía
Debía ser la gran novedad del año: finalmente los colegios italianos son capaces de autogestionarse. Sólo hay un pequeño problema; como documenta una encuesta de la revista Italia Oggi, para hacerlo deberán tener en cuenta un conjunto de unas 5.000 normas (habéis leído bien: cinco mil), entre leyes, decretos, circulares y disposiciones varias. ¡Es un perfecto ejemplo de la neolengua de Orwell! Lo llaman autonomía, en realidad es el más pesado conjunto de ataduras con el que la enseñanza italiana haya tenido que enfrentarse jamás. Un ejemplo entre mil: la Dirección Territorial de Enseñanza de una ciudad del norte ha enviado a todas las escuelas “autónomas” una circular en la que recuerda su obligación de instituir cursos de formación para los estudiantes con vistas a las elecciones de los órganos colegiales...
No basta con esto. En nombre de la autonomía y en función de su autoridad, el Ministerio había decidido una serie de reagrupaciones entre escuelas (también aquí Orwell nos enseña, se llama “dimensionamiento”), con la finalidad de racionalizar los recursos. De esta forma se han puesto juntas escuelas que a menudo no tienen nada en común y se han creado modelos ingestionables. Directores, padres y profesores murmuran o protestan abiertamente. Y al menos 19 escuelas han presentado recursos ante los TAR (Tribunale Amministrativo Regionale, cuyas competencias sustentan en España los Tribunales Superiores de Justicia, ndt) contra tales reagrupamientos. Las sentencias llegarán con el curso escolar en marcha: no es difícil imaginar el caos si tuviesen que declarar ilegítimos los reagrupamientos, ya realizados. Il Sole 24 ore ha comentado secamente: «La autonomía no existe, no se ve, ni menos aún se vislumbra».
El sistema de autonomía parece la habitual reforma al revés, porque comienza con cambios de tipo organizativo sin proceder antes a encarar la cuestión de los contenidos de la escuela. ¡Como si lo importante de la escuela fuese el calendario o la flexibilidad de los horarios y no lo que se enseña! Pero este modo de proceder está totalmente en línea con una práxis ahora consolidada, según la cual primero se arregla la fachada del edificio y después ya se llegará a los cimientos.
Los profesores
Están de nuevo en pie de guerra. El Ministerio había prometido que todas las oposiciones se efectuarían a lo largo del verano, y que el año académico comenzaría con todos los nuevos profesores titulares en sus puestos. Pero nada de eso. Las oposiciones no terminarán antes de diciembre; después hará falta tiempo para elaborar las listas con la puntuación de los aprobados y proceder a los nombramientos. Frente a la perspectiva aterradora de un baile de cátedras que dure todo el año, sobrepasando todas las marcas hasta el momento, a De Mauro se le ha ocurrido un atajo: confirmemos en sus cátedras a los suplentes del año pasado. El titular de La Repubblica comentaba: «Escuela, profesores al completo. Asegurado con un decreto el comienzo regular del curso», fingiendo no entender que este decreto sella el desastre del estatalismo y que es la declaración de impotencia de una estructura faraónica que no consigue gestionar los mecanismos cada vez más complejos que ha puesto en pie para poder seguir gobernando todo desde Roma.
Pero el descontento de los profesores es más profundo y está más extendido. Ya se dejó ver el año pasado a raíz del concorsone (así se le llamó a la oposición convocada después de mucho tiempo, con gran número de plazas sacadas a concurso, ndt), que quedó pendiente, pero que ahora está a punto de explotar. Las condiciones de progresiva absorción de la profesión por las redes angostas y sofocantes de un mecanismo estatalista, que para funcionar tiene necesidad únicamente de funcionarios grises y un nivel de salario al límite de la supervivencia, son los factores fundamentales del descontento. Ante lo cual el Ministerio no ha encontrado nada mejor que recurrir a la más fácil de las promesas electorales: «Subiremos los sueldos». Sin embargo, la solución, recibida con entusiasmo y notable ingenuidad, se ha vuelto contra ellos como un bumerán, cuando ante el horror general se puso de manifiesto que la equiparación con el salario medio de los profesores europeos se alcanzará a través de un aumento de treinta mil liras al mes (menos de tres mil pesetas, ndt). Los profesores están hartos de ser el blanco de promesas demagógicas y ridículas que demuestran una vez más que el ministerio infravalora su función en el proceso de renovación de la enseñanza. En particular, están cansados de los aumentos con cuentagotas, de la limosna para todos que no toca nunca el cáncer de la enseñanza italiana: el sistema de reclutamiento y la falta de posibilidades de hacer carrera. Incluso los sindicatos parecen despertar después de haber secundado durante años el juego del estatalismo igualitario del Ministerio. Ahora se dan cuenta de que los aumentos se darán en proporción a los méritos, y han anunciado batalla. Sin embargo, para desatar el nudo será necesario introducir en la escuela la mayor de las revoluciones: la posibilidad de que familias y estudiantes elijan a los profesores. No será, con toda seguridad, este Ministro, presionado por la campaña electoral, el que realice esta reforma.
La reordenación de los ciclos
Se saludó como la coronación de la reforma, la Gran Reforma de la escuela italiana ochenta años después de Gentile. Pero amenaza con el mayor de los naufragios.
La enésima Comisión de expertos, convocada a toda prisa por el Ministro en vísperas de las vacaciones, ha trabajado activamente durante todo el mes de agosto (¿os lo imagináis?) y ha dado a luz... humo. Un documento de un centenar de páginas con indicaciones vagas y genéricas sobre los factores que la nueva escuela debería tener en cuenta. Materias, programas, horarios, currículos, subdivisión del ciclo primario, organización del bienio del ciclo secundario: todo se pone de nuevo en manos del Ministro que, a juzgar por sus palabras, parece decidido a publicar un decreto «hacia Navidad», y a poner en marcha la reforma a partir del 2001. Creemos que no lo hará, y así lo esperamos. Lo creemos porque es difícil que un Ministerio tan débil pueda asumir el riesgo de publicar una disposición tan impopular, que podría transformarse en el enésimo bumerán. Y le pedimos que no lo haga, porque esperamos que un eventual gobierno nuevo pueda retomar desde el principio el diseño de la escuela italiana, realizando una reforma más respetuosa con la competencia de los profesores, las tradiciones de nuestro pueblo, la pluralidad de las hipótesis culturales y pedagógicas y el papel central que ocupa la relación educativa.
El cheque escolar
La región de Lombardía ha aprobado finalmente el cheque escolar, es decir, la contribución que la Comunidad autónoma proporciona a las familias para hacer efectivo el derecho a elegir el centro que prefieran, reduciendo las dificultades de orden económico.
Quiénes tienen derecho al cheque
Todas las familias residentes en Lombardía cuya renta bruta no supere los 60.000.000 de liras (aproximadamente por cada miembro de la familia.
A cuánto asciende
La región reembolsa el 25% de los gastos efectivamente realizados relativos a mensualidades, tasas, matrícula y gastos de funcionamiento, con un techo máximo de 2.000.000 de liras por cada hijo, aumentables a 3.000.000 en caso de gastos de personal de apoyo para hijos minusválidos.
Cómo se obtiene
Es suficiente presentar una petición formalizada de autocertificación o de certificación del centro en las oficinas competentes de la Comunidad antes del 16 de noviembre de 2000. La cantidad será abonada antes del 31 de mayo de 2001.
Otras regiones italianas están poniendo a punto leyes que, de distinto modo, garanticen el derecho de las familias a la libre elección de la escuela.
El concierto
Desde el 1 de septiembre ha comenzado el sistema nacional de concertación.
El Ministerio sigue realizando la selección de las peticiones, pero los datos hasta ahora disponibles hablan de que alrededor del 50% de las centros superiores e infantiles y más del 70% de los de enseñanza primaria han pedido ser reconocidos como colegios concertados.
Muchos lo han hecho a pesar de las múltiples incertidumbres: no se ha resuelto todavía ninguna de las dudas que la ley deja pendientes y que afectan principalmente a la idoneidad de los profesores, la composición de los órganos colegiales y la integración de los minusválidos. Por ahora, y esta es la línea que ha prevalecido, lo importante es estar; después ya se verá.
El riesgo de educar, hoy
GIANNI MEREGHETTI
En 1977 escribía don Luigi Giussani: «En primer lugar, hay que resaltar que la enseñanza, al menos hoy, no muestra interés en ofrecer ayuda para una efectiva toma de conciencia de una hipótesis educativa unitaria. La fuerte tendencia a analizar los programas abandona a los estudiantes ante un conjunto heterogéneo y un cúmulo de soluciones contradictorias que, en la medida de su sensibilidad, le dejan desconcertado, desalentado e incierto» (cf. Educar es un riesgo). Veintitrés años después, la escuela italiana, lejos de resolver este problema decisivo, lo ha agravado: la pretensión de entonces de neutralidad en los contenidos y la presunción de cientificismo se han visto desplazadas por una nueva neutralidad: la de los mecanismos de aprendizaje, que la reforma convierte ahora en el objetivo prioritario de la enseñanza. Dicha neutralidad didáctica “produce” jóvenes desorientados y frágiles, que carecen de la ayuda necesaria para afrontar sus preguntas fundamentales. Estos jóvenes podrían repetir lo que decían sus compañeros de antaño: «Nos enseñan un sinfín de nociones sin ayudarnos a comprender el sentido que tienen; nos falta saber el porqué las estudiamos». La única diferencia radica en que hoy las meras operaciones de la mente, que grises adiestradores hacen repetir hasta el aburrimiento, suplantan contenidos y nociones.
Ante la falta de significado que padecen los jóvenes urge una hipótesis educativa unitaria. No bastan ideas que expliquen algo de la realidad, es necesario un ideal que ellos puedan vivir, y así descubrirse a sí mismos y a todo lo que está a su alrededor. Una hipótesis que se pueda comprobar en la vida cotidiana, experimentar en el estudio, la amistad y los distintos intereses.
Igual que ayer, la cuestión sigue siendo el riesgo de educar: que adultos comprometidos con la vida planteen una hipótesis educativa incluso en las condiciones contradictorias y disgregadoras de la escuela de la reforma.
Una experiencia educativa que se vive y se propone. Es la novedad que se requiere hoy y que nos pone en condiciones de juzgar y afrontar lo que sucede en la enseñanza, desde las distintas formas de autonomía de los centros a los contenidos. Conscientes de que educa “el que está comprometido con su vida”.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón