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Huellas N.7, Julio/Agosto 2000

CALDERÓN DE LA BARCA

Los autos sacramentales

Guadalupe Arbona Abascal

La maravilla de que al abrirse el tupido telón se pueda ver ante nosotros el sentido de la peripecia humana, levantar el velo que nos presente, por fin, el misterio que esconde un rostro hermoso, una experiencia de libertad, una amistad fiel o un agudo dolor es siempre algo a lo que estar agradecidos. Porque, mientras sigamos siendo hombres, queremos conocer cuál ese misterio que no cabe en nuestras cabezas pero hacia el que tendemos. Calderón lo sabía y con extraordinaria genialidad supo dar una forma absolutamente original a este anhelo. Como dice Antonio Prieto «se trata de des-ocultar las “sombras confusas” de la letra y descorrer el velo que la aparentaba» (La razón, 26.IV.2000). Para ello, Calderón trabajó en una forma que emulaba lo acontecido hacía entonces mil seiscientos años - hoy dos mil - el Misterio se había hecho carne y con este acontecimiento la peripecia humana no quedaba condenada a un vano “patalear en el vacío” - como decía Pirandello - sino que lo eterno entraba a formar parte de lo finito.
Para don Pedro Calderón de la Barca «no hay fábula sin Misterio». Por eso recordaba a sus espectadores en El divino Jasón: «Esta es la historia y la certeza/ de este caso; más vosotros/ podéis atender ahora a lo oculto y misterioso». El Misterio y la Historia no podían estar separados por una frontera infranqueable sino que debían constituir un “mixto”. Lo dice en El cubo de la Almudena: «que a un tiempo/ viniendo los dos sentidos/ de Historia y de alegoría/harán de entrambos un mixto». O lo que él llamaba seguir a dos luces, que ni la vida humana es oscura ni la vida divina negra: «prosigamos a dos luces/ con todas las circunstancias/ que lo alegórico pide/y que lo histórico manda» (El verdadero Dios Pan). O en este mismo sentido, en La semilla y la cizaña aclara: «Hasta aquí es la letra; y pues/ para entenderla, es precisa/cosa otro sentido, vamos/ ahora al de la alegoría».
En una revolución dramática sin igual en la historia del teatro, el mundo de lo natural se hermanaba con el sobrenatural. Cuando el telón se descorría ya no era una torpe ilusión la que se esperaba ver sino la seguridad de un itinerario humano acompañado por una Presencia divina..
Historia - Las órdenes militares - , mitología - El divino Orfeo, Los encantos de la culpa - , temas bíblicos - El cordero de Isaías, El diablo mudo -, misterios de la fe - El gran teatro del mundo, La hidalga del Valle - e incluso celebraciones de la vida de la corte - El indulto general, Nuevo palacio del Retiro -, ningún tema queda fuera del auto sacramental porque en todos ellos, puede descubrirse ese valor sacramental de Cristo inclinándose ante los hombres. Calderón consideraba que el asunto de sus autos era siempre el mismo, la Eucaristía, pero el argumento podía ser variable porque todos los aconteceres de la vida humana eran pertinentes a este sacramento. La vida, en las tablas del escenario, encontraba la compañía de lo divino hecho alimento. Y para dar realidad a la presencia misteriosa de Dios en su Iglesia, nada más adecuado que mostrar la realidad humana en su grandeza y en sus límites. De ahí la riqueza de sus tramoyas, construcciones palaciegas y humildes casas, grandes tormentas y hermosos jardines, caballos para el transporte de los hombres y carros móviles para los desplazamientos de Dios y de los santos. Todo para mostrar la imponencia de Dios y su gran misericordia.
Tal fue el entusiasmo con el que intentó mostrar la historicidad de la encarnación que Madrid se convirtió simbólicamente, con sus calles, plazas, puertas y mercados, en ciudad de Dios. Calderón consiguió que pueblo y corte, con aire festivo y dramático sentido de la vida y de la muerte, asistieran a sus grandiosos espectáculos. Ante sus Autos, unos y otros sin distinción, tenían que medirse con la hipótesis más correspondiente con el corazón humano, que el Misterio se había revelado y que podía ser el sentido de afanes, alegrías y dolores.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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