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Huellas N.5, Mayo 2000

DIBUJOS ANIMADOS

¡Capturad los Pokémon!

Emma Neri

Récord de taquillas en las salas cinematográficas de la nueva película de la Warner Bros. El último peldaño de una operación mundial de marketing. Políticamente correctos y henchidos de buenos sentimientos, los pequeños monstruos esconden tras sus historias "felices" un mundo aberrante

«¿Qué es este horror de cosas al que me veo arrojado?». El apremiante llamamiento de Beckett al sentido de las palabras refleja a la perfección la zozobra que experimenta un adulto pegado - por casualidad, obligación o libre elección - a la gran pantalla donde se proyecta Pokémon (la película): una maraña de cosas y animales informes, sonidos y colores alienígenas, que se suceden con ritmo frenético durante hora y media, dejando al espectador extenuado. Hablar mal de ella es como dispararle a un muerto, ya que los dibujos son feos, la animación mala, inexistente la caracterización de los personajes, sin ritmo la historia. Pero la película ha recaudado en el mercado estadounidense más de 180 millones de dólares y ha doblado su éxito también en Italia, donde se ha convertido en récord de taquilla desde la primera semana de su proyección. Es el último peldaño de una operación mundial de marketing, tan asombrosa y perfecta que da que pensar: el video-juego que lanza la serie televisiva, la serie que lanza los cromos, los cromos que lanzan la página web, que vende libros, juegos, chucherías, llaveros, tatuajes, etc.
Los Pokémon - pequeños monstruos que salen de la esfera en la que viven para combatir a sus semejantes y acrecentar el poder de sus "maestros", los niños - son de ilustre linaje. El padre, Nintendo, el productor japonés que les bautizó como juego para la Game Boy en el lejano 1996 y que después les ha promocionado en todos los fregados. La madre, la Time Warnes, la mayor empresa americana del sector que, desde septiembre de 1999, posee los derechos en exclusiva de la serie de televisión, campeona de audiencia desde la primera semana de su emisión en WB Network, tras haberla depurado de todo lo que hubiera podido turbar a los pequeños yankees; violencia, discriminación sexual, alusiones "religiosas", sangre y puños. En Italia, en la RAI 1, los dibujos registran una media de dos millones de espectadores al día. Y son más de 50 millones los sobrecitos de cromos vendidos en el primer mes por Topps Italia. Y está a punto de salir el "libro oficial", editado por la Sperling & Kupfer: tomos de 100 páginas que recogen episodios y secretos de los afortunados personajes, los cuadernillos fosforescentes para leer en la oscuridad, los llaveros con cristales mágicos.

Cuchillas vegetales
Políticamente correctos: ése es el secreto de los Pokémon. Las míticas "cuchillas giratorias" de Mazinger se acomodan al espíritu de los tiempos y pasan a ser "cuchillas vegetales". No se muere en la pelea de Pokémon: el monstruo que pierde el desafío evoluciona y puede ser recuperado en el Pokémon Center, una sociedad de alta tecnología donde lo ponen a punto para combatir de nuevo. Y si - como sucede en la película - científicos malvados deciden clonar los Pokémon para hacerles artificialmente más fuertes y conquistar el mundo a través de sus misteriosos poderes, la amistad de los niños-maestros les salva. Se habla mucho de valores, entre hologramas futuristas, antiguas profecías y jerga hipertecnológica. Mewtwo, el Pokémon clonado que en una película normal sería el malvado (pero cuidado con hablar de bien y mal en el extraño mundo de los "monstruos de bolsillo") se pregunta continuamente cuál es el fin de su vida, el destino que le aguarda. Descubriría al final que, anulando las diferencias entre humanos y monstruos, se alcanza el fin, esa amistad universal que ha extasiado a los responsables del programa de una emisora católica y ha convencido, si bien con alguna incertidumbre, al crítico cinematográfico de un periódico católico. Los niños se convierten en maestros de Pokémon «siguiendo su corazón»: y, paciencia, si para ir a cazar monstruos deben abandonar a la madre, quien comenta alegremente en el primer episodio de la serie: «Todos los niños se van de casa, antes o después».
Existen muchas sombras en la feliz historia de los Pokémon que dicen mucho acerca de su brillante carrera. El primer incidente se remonta a diciembre del 97: durante un episodio de la serie de televisión, 700 niños japoneses se vieron presos de ataques de vómitos y vértigos. El gobierno abrió una investigación que condujo a la suspensión de los dibujos durante cuatro meses. El culpable parece ser el Pokémon más famoso, el tierno Pikachu, una criatura virtual amarilla a medio camino entre un perro y un topo, con carrillos y cola que lanzan flechas. La frecuencia de los relámpagos luminosos y el cambio frenético de los colores debieron de ser los responsables de los colapsos. Paradójicamente, el incidente multiplicó la fama del videojuego, que fue adquirido por la Nintendo América en un momento en el que los juegos de rol vuelan bajo en el mercado, y fue lanzando a lo grande junto a la serie televisiva y al resto de productos.

El boom de los cromos
Resulta asombroso también el boom de los cromos y nacen las primeras asociaciones anti-pokémon: en numerosos sitios web, creados por grupos de padres que eligen Internet para hacer contrainformación, crece la alarma acerca de la obsesión de que son presa los pequeños coleccionistas. Los Pokémon son 151 y el objetivo es poseerlos todos. «Gotta Catch'em All», "capturadlos todos", es el lema. Reconocerlos es fácil porque cada personaje repite obsesivamente su nombre («Squirtle, Squirtle, Squirtle»), que a su vez, en la versión occidentalizada, corresponde a la acción que lleva a cabo o a una característica física. El lema de la serie de televisión - «¿Quién es ese Pokémon?» - empuja a los niños a memorizarlos.
Crece la fiebre de los cromos con la complicidad de los distribuidores que los van introduciendo en el mercado en pequeñas cantidades. Saltan las primeras denuncias en New Jersey; en Long Island los niños son inspeccionados al entrar en el colegio para evitar desórdenes; se multiplican los episodios de violencia. El contagio llega a Europa; Time le dedica al fenómeno su portada y artículos demoledores; la policía del condado de Wiltshire lanza un llamamiento público a las familias, después de que dos niños de 10 años fueran asaltados por coetáneos para robarle 54 cromos, por valor de 55.000 Pts.
Lejos quedan los tiempos en que se definiía a los personajes de Disney con disimulado desprecio, como "atropomorfos", acusando al viejo Walt de dsevirtuar arbitrariamente a gatos y topos con sentimientos y comportamientos humanos. Los japoneses han recogido la lección. Ash, Brock y Misty, los tres pequeños maestros de Pokémon, viven en un mundo alienado por una cultura "monstruosa": palabras, imaginería, paisajes, deseos y esperanzas, dependen de cánones incomprensibles, de normas rigidísimas

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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