Abre sus puertas en Lima la Universidad Católica Sedes Sapientiae, promovida por el Obispo de la diócesis de Carabayllo. Una nueva esperanza para muchos jóvenes peruanos
El 12 de febrero de 2000 se desarrolló en Lima la ceremonia oficial de instalación de las autoridades de la Universidad Católica Sedes Sapientiae, con la presencia de personalidades religiosas y civiles del Perú. Esta universidad, que monseñor Lino Panizza, obispo de la diócesis de Carabayllo, ha promovido en primera persona, nace para responder a las necesidades de los jóvenes que viven en una vasta zona de la capital denominada “Cono Norte” (sobre una población de casi dos millones de habitantes, el 70% tiene menos de 27 años). Se trata de una zona pobre, con difíciles perspectivas laborales y una estructura productiva muy fragmentada. Aquí la Iglesia ha sido siempre una presencia viva que actúa también en el campo educativo.
Con sus facultades (Ciencias de la Educación y Ciencias Económico-Administrativas), la nueva universidad se sitúa en primera línea de un desafío muy interesante para el crecimiento de las nuevas generaciones y para el desarrollo de la zona. Tras un largo proceso de evaluación, la Comisión Nacional de la Asamblea Nacional de Rectores aprobó el proyecto. La universidad abrió sus puertas el 7 de febrero con un curso preuniversitario que finalizó con el examen de ingreso en abril. El éxito de esta primera actividad ha sobrepasado toda expectativa: más de 250 jóvenes se han inscrito en el curso preparatorio, seguido con interés y gran motivación, y más de 800 estudiantes al examen de admisión por 450 vacantes. En la ceremonia del 12 de febrero se presentaron y prestaron juramento todas las autoridades académicas: el Dr. P. Joaquín Martínez Valls (Presidente de la Comisión Organizadora), el abogado Roger Rodríguez Iturri (Vicepresidente), el profesor Gian Corrado Peluso (Coordinador de los Estudios de Educación), la profesora Clara Caselli (Coordinadora de los Estudios de Ciencias Económico-Administrativas). La ceremonia, preparada con esmero en cada detalle, se desarrolló en un clima de seriedad y alegría, afianzado por las palabras de amistad y de ánimo que monseñor Panizza dirigió y que proponemos a continuación.
Para comprender cómo ha nacido esta nueva universidad y las razones que me han impulsado a emprender esta aventura con un grupo de amigos y compañeros de viaje, permítanme mencionar los primeros pasos. Cuando me nombraron obispo de la nueva diócesis de Carabayllo (que posee una de las cinco iglesias rurales más antiguas de Lima, de 1575) me llevó un tiempo conocer desde dentro mi nueva tierra, mi nuevo pueblo y su realidad. Enseguida me di cuenta de la apremiante necesidad de un lugar que pudiera responder a los problemas de los jóvenes, y los menos jóvenes, en el campo de los estudios superiores y del trabajo. Párrocos, autoridades, padres de familia y laicos comprometidos me hablaban de un vacío educativo, debido a la falta de motivación, de ideales vivos y de oportunidades. Estas situaciones de pobreza incrementaban y siguen incrementando la espera de adultos y jóvenes que tienen amor y gusto por el trabajo y que creativamente, de forma solidaria, ofrecen nuevas oportunidades a los demás. Descubrí el grito de un pueblo que desea formarse, que desea conocer la verdad, que desea entrar en el mundo del saber y de la cultura; descubrí en Cono Norte un ejemplo de vigorosa actividad.
La respuesta de los amigos
Así, ante mis ojos apareció un sueño: ¿por qué no crear un centro cualificado de estudio y de trabajo para responder a la sed de saber y formar a las nuevas generaciones?
Los primeros que compartieron este sueño fueron el padre Rafael Navarro Mirra y el padre Pedro Martínez, que han desarrollado en estos años una excelente tarea educativa, desde una Escuela Primaria hasta un Instituto Técnológico Superior (la comunidad educativa del Buen Pastor).
La respuesta del padre Pedro Martínez me sorprendió por su eclesialidad, disponibilidad y generosidad, pues no sólo puso toda la infraestructura al servicio de la diócesis, sino que terminó donándola.
En segundo lugar, debo recordar un encuentro particular que dio al proyecto de la universidad una dirección educativa y cultural de amplio horizonte. Me refiero al profesor Andrés Aziani y al movimiento de Comunión y Liberación. Cuando me encontré con él recuerdo todavía que se levantó exultante ante mi propuesta y me dijo: «Es exactamente lo que queremos nosotros». Luego se sentó y añadió: «Debo hablar con mis amigos de Lima y con el Centro del movimiento en Italia». Unos días más tarde llegó la respuesta afirmativa y el mismo monseñor Luigi Giussani, fundador del movimiento, estaba en plena comunión con nuestra propuesta, como me confirmó en un encuentro personal que tuvo conmigo en Italia en 1998.
A partir de ese momento comenzó un trabajo silencioso y generoso por parte de muchas personas. Durante casi tres años el padre Pedro Martínez y el profesor Gian Battista Bolis, en colaboración con amigos de otras universidades en España e Italia, han coordinado y planificado la parte académica, curricular y estructural del proyecto, con una dedicación y un entusiasmo conmovedores. El resto es historia reciente: amigos y colaboradores se han ido insertando en el proyecto dando creciente consistencia al sueño inicial.
Investigar la verdad
¿En qué consiste este proyecto?
Nuestra primera preocupación es la dignidad de las personas y el desarrollo de sus capacidades, para que puedan servir a la comunidad como profesionales en el campo de la educación y la economía. Nuestro país tiene necesidad de hombres libres, que sepan educar a las nuevas generaciones en la fascinante tarea de formar a personas e introducirlas en la realidad con responsabilidad. Además, es necesario que haya profesionales creativos y capaces de promover nuevas oportunidades de trabajo, para que todos tengan la posibilidad de crecer, madurar como personas y realizar sus sueños y aspiraciones. La institución “universidad” siempre ha tenido como objetivo y debe tenerlo también hoy, la búsqueda, la formulación y la transmisión de la verdad. Debe investigar la verdad y educar en la verdad; son éstos los dos objetivos originarios, si no únicos, de la universidad desde su fundación en el siglo XIII hasta hoy.
Las primeras universidades
También fue así en nuestro país, cuando se fundó en 1551 la Universidad Mayor de San Marcos, en Lima, en 1677 la de San Cristóbal de Huamanga y en 1692 la de San Antonio Abad de Cuzco. Estas instituciones nacieron animadas por las mismas inquietudes racionales y culturales de las primeras universidades medievales, con una circulación de ideas y de investigaciones parejas, con las mismas instituciones universitarias europeas como señalan los historiadores (incluido lo que fue el debate acerca de la revolución científica). La universidad ha sido siempre un agente de vanguardia en los cambios producidos en la historia de la humanidad. En estos tiempos, el así denominado “nuevo orden” en la sociedad viene acompañado de fenómenos muy diversos y novedosos: desde la tendencia a una excesiva especialización de los conocimientos, hasta la llamada globalización informática, fenómenos que obligan a la necesidad constante de adaptarse a las transformaciones para mantenerse al día. Es necesaria unidad y universalidad para esta comunidad de investigación y de aprendizaje que es la Universitas Studiorum, la Universitas Magistrorum e Alumnorum.
También el Papa Juan Pablo II lo subrayó, cuando sostenía, ante los estudiantes de Coimbra, que la universidad es esencialmente un ámbito de libertad para la «manifestación de los hijos de Dios». «El vínculo del Evangelio con el hombre - dijo Juan Pablo II en la Universidad Complutense de Madrid - es creador de cultura en su mismo fundamento, ya que enseña a amar al hombre en su humanidad y en su dignidad excepcional. La síntesis entre cultura y fe no es sólo una exigencia de la cultura, sino también de la fe (...). Una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada, no fielmente vivida». Iniciando este trabajo y tratando de responder al desafío de la realidad, ponemos en las manos de la Virgen María, “Sedes Sapientiae”, y bajo su protección esta nueva casa de estudios superiores.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón