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Huellas N.11, Diciembre 1999

BREVES

Cartas

A cargo de María Pérez

ITALIA
Atónitos pero no desesperados

El Misterio, única alternativa razonable al absurdo. Un testimonio de la tragedia que también ha afectado a algunas personas del movimiento. En memoria de Norina, Michele y de las 67 víctimas del derrumbamiento del edificio.

La tragedia que sufrió
la ciudad de Foggia la noche del 11 de noviembre pasado fue de tales dimensiones que reunió, en la onda expansiva de las noticias, los lugares y las personas más lejanas. La prensa ha descrito, reconstruido
y comentado lo que sucedió: un estruendo, un derrumbamiento, un estallido, un inmueble con casi 70 personas dentro que se desmorona en unos pocos segundos. Pasadas algunas horas, nos enteramos de que Laura, la niña a la que los equipos de rescate salvaron del velo de angustia que cubrió el inmueble, Laura, de tres años, precisamente ella, es la hija de dos amigos nuestros: Norina y Michele. ¿Qué habrá pasado con ellos? Un poco después, la trágica confirmación. Nuestra comunidad sufre un duro golpe. De todos modos, solo es el principio. En los días siguientes nos enteramos de que toda una familia de tres miembros, parientes cercanos de Marco, un amigo nuestro del CLU de Foggia, ha sido engullida por el derrumbamiento de la calle Giotto. Pero no termina ahí la cosa: no se pudo hacer nada por Luigi, un amigo que conocimos hace dos años. ¿Por qué a Norina a sus 29 años y a Michele a sus 36, que habían estado con nosotros una semana en las vacaciones de la comunidad, se les ha arrancado tan prematuramente la vida? Recordamos las veces que hemos ido con ellos a la pizzería, a esa pizzería donde ha transcurrido gran parte de la historia de nuestra compañía, que comenzó en el colegio, con GS. ¿Qué sentido tiene todo esto? Atónitos pero no desesperados, como tras la muerte de Enzo Piccinini, nos lo preguntamos con Rocco, el hermano de Norina, reclamando una respuesta razonable, a la altura de este dolor. Y es precisamente Rocco quien nos sorprende: «No - nos dice -, no es un absurdo; lo que ha sucedido es una señal del Misterio. Si rezas, si invitas a otros a rezar - como propusieron inmediatamente nuestros amigos en la universidad con un panfleto que invitaba a rezar el Ángelus en la capilla -, es porque reconoces esto». Descubrimos entonces, y con nosotros todos los que tenemos cerca, los que nos buscan y piden por los nuestros, de toda Italia y de fuera de Italia, que no se trata de censurar un sufrimiento sino de llevar en él la Cruz - como hemos querido comunicarle inmediatamente a don Giussani en una carta -, es decir, de aceptarlo como una circunstancia a través de la cual el Misterio ha querido provocarnos. El milagro no está solo en la conciencia de esta Presencia, sino en el hecho de darse cuenta de que todo un pueblo ha sufrido la herida como si se la hubiesen infligido en sus propios miembros; desde los más cercanos, que inmediatamente se han mostrado dispuestos, con docilidad e inteligencia, a prestarnos ayuda - desde a quedarse por turnos en el hospital con Laura hasta a desbrozar las primeras dificultades burocráticas -, a los más lejanos, unidos en el mismo desafío de humanidad, porque nace de un mismo cuerpo. La sensibilidad y la preocupación con la que el centro del movimiento y nuestros amigos han seguido día a día los acontecimientos testimonian la verdad profunda de esta unidad, hasta el punto de hacerle decir a Rocco: «Si don Giussani un día hace cuarenta años no hubiese subido los escalones del Berchet yo ahora sería un hombre desesperado. Si puede servir, ofrezco por todos mi dolor gustosamente». Jamás como en este trance la escuela de comunidad se había revelado como la misma carne de la existencia, capaz de invitar a una mayor conciencia del acontecimiento, y no como un discurso. Si Laura se ha salvado milagrosamente, ha sido por la protección que, como cuenta Rocco, ha ejercido sobre ella santa Teresita de Lisieux, protectora de los niños, a la que su tío invocó en el momento de peligro. Fue en aquel momento, de hecho, cuando Rocco se acordó de aquella vez que Laura le dijo con toda su inocencia que santa Teresita no quería a todos los niños, ¡sino solo a ella!. De ahí que él implorara su intervención, llegando entre los escombros la imprevista respuesta: un llanto, y finalmente ella, como una flor que brota de la tierra que había parecido sepultarla para siempre. La misa que don Angelo celebró al día siguiente del desastre subrayaba y valoraba, en el hecho de compartir un momento doloroso, una unidad más grande, personal y de pueblo, que testimonia la victoria de Cristo hasta en la circunstancia más traumática y penosa, como fuente de un juicio más fuerte que cualquier emoción porque lo alimenta un amor a la única verdad que conforta, abraza y reconstruye.
Lorenzo, Foggia

Argentina
17 años y las estrellas

Querido don Giussani: Me llamo Leandro, tengo 17 años; vivo en Santa Fe, y hace cuatro años conocí a CL. Hace unas semanas participé en los ejercicios de GS en Benavídez, cerca de Buenos Aires. Allí se nos planteó esta pregunta: «¿Qué cambios y qué novedad se suscitó en nuestra vida participando en esta historia?». Después de las vacaciones de enero del 98 en Bariloche, donde habíamos comentado el texto «Si no fuera tuyo, Cristo mío, me sentiría criatura finita», me di cuenta de que no sabía amar. Entonces yo tenía 15 años y todo lo que se me proponía en la escuela, con los amigos de la calle, en el boliche, era una relación sin un porqué; simplemente estar juntos por una noche, sin preguntarse nada. Había que tener novia porque quedaba bien y uno sobresalía. No lo tenía todavía claro, pero intuía que eso no era lo que mi corazón deseaba. Lo que de verdad deseaba lo encontré en las vacaciones donde descubrí que yo no quería estar junto a alguien justificándome y tratando de que todo encajase tal como me lo proponía el mundo. En segundo lugar, vi que era posible crecer en una amistad sin preguntarse por las razones que nos unen. De este modo he ido aprendiendo que la otra persona es de Otro, no mía, y que es ese Otro quien me hace quererla más cuando tomamos en serio las preguntas sobre la vida. Después de las vacaciones no me puse de novio con nadie, no por un propósito, sino por la exigencia que me empujaba a buscar lo que más me corresponde. Claro que toda la mentalidad dominante se me vino encima. Los compañeros del colegio me decían que era un estúpido si no aprovechaba ahora que era joven para “reventar” todo. Lo más grande que descubrí con los amigos de GS fue que buscar ser verdaderos no es tedioso: se volvió parte de mi vida. Quería contar también algo con respecto a eso de compararlo “todo” con las exigencias originales. Lo comprendí sólo en el tiempo, caminando en compañía de otros. Hoy ante todo lo que pasa en mi vida me pregunto: ¿qué tiene que ver conmigo? Si Cristo tiene que ver con todo se despierta un gusto por las cosas, por ejemplo, por algo que yo amo mucho: la Astronomía. Antes, cada vez que miraba por el telescopio, simplemente veía estrellas, puntitos de luz y una inmensidad sin límites, desproporcionada. Es increíble cómo esta pasión se acrecentó desde que leyendo a Marco Bersanelli se me ensanchó la mirada y el entendimiento de lo que es la evolución del cosmos: intuí que todo parece estar hecho en función de que yo naciera. Hoy reconozco que detrás de las estrellas hay algo más. Pida por mí y por todos los amigos de la Argentina.
Leandro, Laguna Paiva

En la habitación con Margaret
Querido don Giussani: Como ya sabes, recientemente he estado muy mal y he tenido que estar ingresada durante diez días en un hospital de Dublín. Al principio de la convalecencia hablé con una amiga que me dijo que «para ser creativos solo debemos obedecer a las circunstancias en las que el Señor nos pone». Sus palabras me han ayudado a vivir estos días ofreciendo todo a Cristo, pidiéndole que se me revele en esta circunstancia. Inmediatamente me di cuenta de la gran promesa que se recoge en esa frase tan simple. ¡Qué falta de realismo! Durante mi estancia en el hospital me he sorprendido siendo el punto de referencia de los demás: muchos pacientes que eran trasladados a otras unidades seguían visitándome y pedían insistentemente a las enfermeras que los volviesen a trasladar a la unidad en la que yo estaba. Una señora rica, que había estado solicitando desde el primer momento de su convalecencia que la trasladasen a una clínica privada del mismo hospital en cuanto hubiese una cama libre, cuando las enfermeras por fin le dijeron que había una estancia disponible, les dijo: «Dádsela a otro; estar con Margaret es mucho mejor que estar en una habitación individual». Podría contarte más ejemplos de acontecimientos absolutamente inesperados que me sucedieron en esos días. Había una Presencia que todos percibían aunque no la entendiesen. Yo no hice nada especial; simplemente yacía en la cama. Había momentos, cuando me encontraba muy mal y estaba exhausta, en que era increíble ver que no se trataba de esforzarse por ser amable con los demás o de comportarse de un cierto modo; lo que se me pedía era simplemente reconocer y pertenecer a la Presencia que me ama y que se me revela a través de los rostros de mis amigos.
Margaret, Dublín

Querida prof…
Publicamos la carta que envió, en junio, un alumno de secundaria a su profesora.
«Querida prof.: He sido alumno suyo durante este curso que acaba de terminar. Quiero decirle que en estos dos años, con todas las horas que hemos pasado juntos, la he conocido lo suficiente como para poder incluirla en la brevísima lista de personas interesantes que han entrado en mi vida. Siempre me quedará de usted el entusiasmo con el que enseña y que trata de transmitir a sus alumnos, su manera de pensar y la gran apertura mental que muestra, aún en las discusiones sobre las cosas más simples. Yo no soy uno de esos alumnos que durante sus clases hacían intervenciones brillantes o seguían atentamente las lecciones de historia, pero durante todo este tiempo su modo de ver las cosas me ha influido positivamente. Le escribo para darle las gracias y hacerle saber que todo lo que hace por sus alumnos no es en vano, sino que sirve para formarnos el carácter y hacernos abrir los ojos frente a todos los que intentan que los cerremos. Ojalá esta carta le sirva para tener más energías cuando tenga que volver a empezar todo desde el principio con otros chicos. Espero poder volver a encontrarme con usted en el futuro. ¡Gracias por todo!».
Un chico de Bérgamo

Volver a ser como niños
En agosto Andrea y Cecilia, dos amigos recién casados, se fueron a vivir a Taipei. Publicamos el fax que mandaron a los amigos de la comunidad de Umbria tras el terremoto que devastó una parte de la isla.
Queridos amigos: Os escribimos para corroboraros que estamos bien. En la capital, el seísmo ha tenido efectos limitados, ya que está a 200 kilómetros del epicentro. Lo primero que nos ha pedido la realidad aquí es volver a ser como niños. Tenemos que aprenderlo todo otra vez, desde hablar a hacer las cosas de todos los días, y por eso, como niños, debemos preguntarlo todo. Dentro de la aparente humillación de esta incapacidad nos damos cuenta de que somos afortunados porque percibimos con más claridad que todo es de Otro, que es Otro el que hace todo. Ahora más que nunca, estas circunstancias dramáticas nos lo recuerdan con mayor fuerza, porque es cierto que ni siquiera el instante que pasa nos pertenece. Rezad por nosotros y por el pueblo de esta tierra, que ya podemos llamar nuestra.
Andrea y Cecilia, Taipei

A todo color
El fin de semana pasado fui con mi marido a Alicante, a la boda de unos amigos. Era una situación ideal: nosotros, recién casados, pasando unos días fuera juntos, y además de celebración. La última tarde nos fuimos a Castellón, donde Begoña, una amiga de Madrid, está dando clases de religión. Vive con otras tres amigas. El caso es que llegamos a última hora de la tarde y fuimos directos a su casa, donde nos invitaban a cenar y a dormir. La cena que preparamos un poco entre todos fue un momento sencillo, en el que ellas - que son las tres profesoras - estuvieron hablando de cómo explicar a sus alumnos lo que es un santo. Después, el sorbete de limón, que por equivocación Begoña hizo con grappa en vez de cava… en fin, nada extraordinario. Sin embargo, cuando me acosté, tenía la sensación de que hasta que habíamos entrado en esa casa, el fin de semana (¡tan aparentemente estupendo!) había transcurrido en blanco y negro, y durante esa noche la vida era a todo color. En casa de Begoña, Belén, Raquel y Reyes era palpable una presencia diferente que sacaba a la luz la belleza de lo cotidiano, un atisbo de la belleza de la vida en Cristo.
Kika, Madrid

La pregunta de los compañeros
Cuando volví a Almaty, algunos compañeros de trabajo me preguntaron: «¿Por qué no te has buscado un trabajo en Italia y te has quedado allí? Podías echarte novio, casarte y quedarte». Les respondí: «Porque quería volver aquí a Kazakjstán». Estoy segura de que no se quedaron satisfechos con mi respuesta. Yo, en cambio, he regresado para volver a encontrarme con mi compañía, que ha crecido mucho en estos meses y sigue creciendo. Y al mismo tiempo he dejado una bellísima compañía, de verdaderos amigos, en Italia. No podía explicarles a mis colegas que hay algo más grande que me guía. Este algo más grande me hace estar feliz ahora. Paso por momentos de debilidad y fatiga, pero mis amigos no me abandonan. No se trata de una estrella lejana a la que miramos levantando la cabeza; no tenemos que mirar tan lejos porque están los rostros de los amigos. ¡Son más hermosos! Una vez hablamos con Livio de esa impresión - casi un sentimiento - que tienes cuando debes dejar tu país, hacer muchos kilómetros y llegar a otro. No es agradable dejar un país hermoso, donde te encuentras bien (donde te puedes casar con un italiano o encontrar un buen trabajo) y regresar a un lugar donde no te espera nada agradable. Livio y mis amigos, que han venido para mi Bautismo, y yo tenemos otra impresión: no existen las distancias, no hay diferencia entre nuestros países, no hay nada más bello y duradero que lo que nos hace quedarnos aquí en lugar de volver a casa. Hay algo más grande. De hecho, no se trata de una impresión, si no de una seguridad. Como dijo Luciano: «No distingo ya entre los miembros de mi familia. Ahora todos vosotros sois mi familia».
Olga, Almaty

A propósito del 30 de octubre
Queridos amigos: Tengo el honor de ser presidente de una escuela libre y laica que se llama Studium Cartello y, como tal, he postergado el inicio del curso para que pudiéramos ir la mayoría a la cita de Roma. A los participantes les escribí esta motivación: «En nombre del Papa la Conferencia Episcopal Italiana nos convoca en Roma para una jornada sobre la libertad de enseñanza, coincidiendo con la apertura de curso de nuestra escuela. Esta invitación se dirige a las escuelas católicas, pero interpela también las escuelas estatales y las escuelas libres. Dado que somos una escuela libre - laica, independiente de otra formación -, en calidad de presidente me siento interpelado y quiero ir a la cita de Roma. Nuestra escuela promueva la libertad de psicología, esto es, de al persona - la psicología, decimos nosotros, es una competencia personal inalienable - incluso como principio constitucional: dicha libertad constituye el alfa y omega de toda libertad, incluso de la libertad de enseñanza. En la esencia de la postura de la Iglesia reconozco no una avara defensa de un interés partidario, sino más bien el sustento de la libertad de enseñanza para todos y, por tanto, lógicamente por lo menos, de la libertad de psicología».
Giacomo B. Contri, Milán

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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