Auschwitz. Un grito de esperanza en la vida
Seiscientos estudiantes de la provincia de Milán han viajado a Auschwitz en el Día de la Memoria. Una de ellos cuenta lo que vio.
El campo de Auschwitz se parece a una triste zona industrial de las que estamos acostumbrados a ver en nuestras ciudades: edificios con ladrillo rojo, árboles desnudos, chimeneas. Pero en la entrada la sangre se hiela: sobre nuestras cabezas encontramos escrito “Arbeit macht frei”, el alambre de espinas nos encierra y uno no puede ni respirar. Ante una sala llena de pelos, de maletas, de prendas de vestir y de los peines, se te quita el aliento. «¿Cómo ha podido suceder todo esto?», me pregunto. “Arbeit macht frei”: el trabajo nos hace libres. En Auschwitz es imposible tan sólo imaginarse la libertad. Allí sólo se puede esperar. He aquí, esperanza: un sentido de libertad es la esperanza en algo que viene de Otro, que viene directamente de Dios, porque sólo Él puede darte la fuerza de esperar aún. Puede que de este modo se explique el grabado realizado por un prisionero polaco, simbolizando cómo Jesús nos dona su corazón. Birkenau: tres kilómetros de barro, nieve y desolación. Los barracones son los de entonces, los del campo de exterminio. Allí nos dio su testimonio un hombre judío. Cuando tenía quince años, fue deportado a Roma con su familia; sus padres y parientes murieron en este mismo campo. Él, a las puertas de Mauthausen, logró escapar. Nos ha contado muchas cosas de su historia y de la de los demás judíos. Nosotros callados, escuchando qué significa la esperanza y el amor por la vida: «Nosotros hombres hemos sido hechos para vivir, amamos la vida y deseamos vivir», nos dijo. Éste es el grito que sale hoy de Auschwitz-Birkenau: un grito de esperanza por la vida.
Francesca, Abbiategrasso (Milán)
Carta desde Milán. De vacaciones a Barcelona:
sentirse queridos nos llena el corazón y produce un cambio
Publicamos la carta de una chica musulmana, escrita después de participar en unas vacaciones de los bachilleres.
Escribo cosas que casi no logro decir. Me ha impresionado en estos días la sencillez de estos chicos. Nunca había tenido una experiencia tan bonita. Aunque yo no sea cristiana, creo en Dios, porque Dios es solamente uno. Después de participar en el pasado verano en vuestras vacaciones volví cambiada, hasta en el modo de comportarme: empecé a tomarme en serio el estudio, y de esto estoy muy orgullosa. Cuando me han vuelto a invitar a las vacaciones de invierno era la persona más feliz del mundo y no veía la hora de que llegaran. Estoy agradecida por cómo me quieren estos chicos, tanto que nunca lograré demostrárselo del todo. Espero poder repetir una experiencia así, porque he entendido muchas cosas que antes no lograba entender. Gracias por invitarme.
Engy
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