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Huellas N.2, Febrero 2009

VIDA DE CL - Don Luigi Giussani

Giussani: Cristo y la cultura

ALlejandro Llano*

Una fe que no se haga cultura –decía Juan Pablo II– es una fe truncada: débilmente vivida, insuficientemente pensada, no cabalmente operativa. Ciertamente, la fe no es cultura; no se agota en ofrecer costumbres y valoraciones en una época determinada. El cristianismo es algo más hondo, permanente y personal. Pero, justo por ello, incluye en sí una decisiva potencialidad cultural, que se ha plasmado de maneras muy ricas y diversas a lo largo de la historia. Reducir la religión católica a su dimensión devocional y privada, por temor a enfrentarse con sensibilidades y formas de pensamiento ajenas a ella, equivale a convertirla en una caricatura de sí misma.

Don Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación, se encuentra en las antípodas de tales reduccionismos empobrecedores. Al acercarse el 22 de febrero, cuarto aniversario de su fallecimiento, recordamos el núcleo de su mensaje que se ha hecho vida en multitud de personas. Giussani vio, con la luz de la intensidad vital, que el objeto de la fe “acontece”, es decir, es en sí mismo un acontecimiento, en un sentido más positivo y pleno que el Ereignis de Heidegger. El acontecimiento heideggeriano significa apropiación de algo que ante el hombre se desvela; en cambio, para Giussani es el don radical del mismo Cristo, Dios hecho hombre, que nos ha salido al encuentro y está siempre muy cerca, en nosotros mismos.

Cristo no trae una nueva cultura. Trae la salvación. Mas, al hacerlo, salva la razón y la entera cultura. Recordaba Giussani que católico quiere decir “según la totalidad”. No hay, por tanto, algo que quede fuera de ese impulso vivificador que los cristianos reciben del Salvador. Lo cual, a su vez, no tiene nada que ver con el confesionalismo cerrado o el clericalismo rancio. Todo lo contrarío: Cristo, como inspiración de la existencia humana, es Liberación. Y la apertura liberadora conduce a la Comunión.
El acontecimiento de Cristo es el manantial de toda cultura creativa y realista. Porque nos libra de la ilusión de ideologías o mitos, y nos sitúa en la totalidad de lo real, tanto en sus aspectos sociales como artísticos y naturales. Luigi Giussani estaba dotado de una gran sagacidad estética y redescubrió algo que en buena parte habíamos olvidado: que la belleza es la manifestación del bien y de la verdad. El alma cristiana sabe detectar los destellos de una belleza no formalista ni trivial en la música, en la poesía, en el disfrute de un paisaje no contaminado o en la amistad sincera de un grupo de jóvenes. Para recordar la libertad de espíritu del dinámico sacerdote lombardo, baste evocar sus lecturas –también públicas– de Giacomo Leopardi. Lejos de conducirle, como a otros, al infinito naufragio, Leopardi le llevaba a la seguridad de una esperanza que él –también lector de Dante– sabía que nos viene de María.

No había énfasis postizos ni solemnidades académicas en la naturalidad con la que Giussani entraba en tales honduras. Pero tampoco las guardaba para sí. Fecundo escritor, sus libros se han difundido en diversos idiomas y han encontrado eco en universidades y otros ambientes no siempre propicios a la recepción del mensaje cristiano. Muchos jóvenes, y otros que no lo son tanto, han aprendido de él que, en el terreno de la cultura, la presencia es más fecunda que la utopía, y que no es necesario ser conservador para no encogerse ante fáciles proclamas de progresismo. Giussani ha enseñado con su ejemplo que el diálogo –lejos de ser un método o una estrategia– constituye un estilo de vida.

* Catedrático de Metafísica Universidad de Navarra

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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