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Huellas N.2, Febrero 2009

VIDA - Eluana Englaro

«Necesitaríamos una caricia del nazareno»

Comunión y Liberación

«La existencia es un espacio que se nos regala y que debemos llenar de sentido, siempre y en cualquier caso» (entrevista a Enzo Jannacci, médico y cantautor, publicada en el Corriere della sera del 6 de febrero de 2009).
¿Acaso una vida como la de Eluana se puede llenar de sentido? ¿Lo sigue teniendo ahora?
La muerte de Eluana no ha acallado estos interrogantes. Al contrario. No se ha acabado todo con el fracaso de quienes tenían la esperanza de que siguiera viviendo, o con la liberación de quienes no aguantaban su situación. El reto, ahora, se hace más radical para todos.
Su muerte es como un aguijón que nos interpela a cada uno de nosotros: ¿cómo hemos contribuido a colmar su vida de significado?, ¿cómo hemos acompañado a los que han sufrido más directamente su situación, empezando por su padre?

Cuando la realidad nos pone a prueba, nuestras medidas no son capaces de proporcionarnos ese sentido que, sin embargo, necesitamos para seguir adelante. Y es, sobre todo, frente a circunstancias dolorosas e injustas, que no parecen destinadas a cambiar o solucionarse, cuando surge la pregunta: ¿qué sentido tienen?
Si nos quedamos atrapados en nuestra razón reducida a medida, incapaz de sostener el impacto de la contradicción, crece la sensación de vacío. Lo cual nos aterra y nos deja solos con nuestra impotencia y con la sospecha de que, en el fondo, todo acaba en la nada.

¿Acaso podemos “llenar de sentido” una vida cuando nos encontramos frente a una persona como Eluana? ¿Podemos soportar el sufrimiento cuando supera nuestra medida? Imposible por nosotros mismos. Necesitamos contar con la presencia de alguien que viva con un sentido pleno esa vida que nosotros mismos vivimos a menudo como un vacío demoledor.

Ni siquiera a Cristo se le ahorró el dolor y el mal, e incluso la muerte. ¿En qué fue distinto de nosotros? ¿En que fue mejor? ¿En que tuvo más energía moral? No sólo. Tan es así que, en el momento supremo de la prueba, pidió ser librado de la cruz. En Cristo fue derrotada la sospecha de que la vida fuese, en último término, un fracaso, porque en él venció la relación con el Padre.
Benedicto XVI ha recordado que «el ser humano necesita un amor incondicionado. Necesita esa certeza que le hace decir: “Ni muerte, ni vida… podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús” (Rm 8,38-39). Si existe este amor absoluto con su certeza absoluta, entonces –sólo entonces– el hombre es “redimido”, suceda lo que suceda en su caso particular» (Spe salvi 26).

La presencia de Cristo es el único hecho que puede dar sentido al dolor y a la injusticia. Reconocer el bien que vence toda soledad y violencia es posible gracias al encuentro con personas que testimonian que la vida vale más que la enfermedad y la muerte. Para Eluana estas personas han sido las religiosas que la han cuidado durante tantos años, porque –como ha dicho Jannacci–, también hoy «necesitaríamos una caricia del Nazareno, ¡necesitaríamos tanto una caricia suya!». La caricia de aquel hombre que hace dos mil años, dirigiéndose a la viuda de Nain, le dijo: «Mujer, ¡no llores!».

10 de febrero de 2009.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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