Presentado en las Naciones Unidas el segundo volumen del Curso Básico de Cristianismo en inglés. Confrontándose, un cardenal, un rabino, un musulmán y un pastor luterano. En una época de confusión y de incertidumbre, un ejemplo brillante y persuasivo de diálogo entre diferentes posiciones, todas auténticamente humanas. Ecumenismo real
A todos los amigos de la comunidad de Estados Unidos
Los orígenes de la pretensión cristiana parte de una comprensión querida, críticamente perseguida hasta madurar expresivamente en un gusto y en la capacidad de afirmar la fe. La fe en Cristo significa para mí hoy lo mismo que para Pedro, Juan y Pablo y todos los Apóstoles que creían en Jesús, el Hijo de María y el amigo de quienes se sienten atraídos por Él al oírle. Comprender los pasos que esta racionalidad de la fe impone, comporta una dificultad, no porque no se puede entender el valor demostrativo de una racionalidad que permanece vencedora de cualquier dificultad, sino porque implica un paso insólito frente a lo que la sociedad de hoy utiliza como método de comprobación o como evidencia sin posibilidad de objeción. Estudiad juntos cada página de este texto: os dará, por obra del Espíritu, la docilidad necesaria frente a un acontecimiento como el de Cristo; el Acontecimiento que es el verdadero sentido de todos los acontecimientos del largo y misterioso camino de la historia. "No os contentéis con las pequeñas cosas: Él, Dios, ama las grandes" (santa Catalina). Es lo que os deseo en cada fiesta cristiana.
Don Giussani
21 de mayo de 1999
"Ma pasión por el acontecimiento de Cristo que ha determinado la experiencia de mi vida me hace estar profundamente agradecido a Su Excelencia monseñor Martino y a todas las personas que me dan esta posibilidad de confrontarme, especialmente al cardenal O'Connor. Quiero expresar el estupor que vibra en el corazón de mi existencia y que ha hecho posible que perciba la profunda racionalidad que me movía como hombre y que constituye también el valor de mi relación con Dios". Éstas son las palabras que envió don Giussani y con las que comenzó el encuentro del 24 de mayo en Nueva York. En la Dag Hammarskjold Library de la ONU, abarrotada de público, el Observador permanente de la Santa Sede en las Naciones Unidas, S.E. monseñor Renato Martino, organizó (en colaboración con Comunión y Liberación y con la Path to Peace Foundation) la presentación de un nuevo libro de don Giussani, At the Origine of the Christian Claim (Los orígenes de la pretensión cristiana). El texto ha sido publicado por la McGill Queen's University Press de Montreal y tiene una introducción de David L. Schindler, discípulo del gran von Balthasar y profesor de Teología Fundamental del Instituto Juan Pablo II para el estudio sobre el matrimonio y la familia, de Washintong.
11 de diciembre de 1997
Era la segunda vez que un libro de Giussani se presentaba en la ONU: en diciembre de 1997, en efecto, David Schindler, Shigen Takagi y David Horowitz hablaron sobre El sentido religioso, invitados también en aquella ocasión por el nuncio Martino. Aquel fue un hecho imprevisible -es Dios el que hace todo de la nada-, "un nuevo inicio" para todo CL. Desde esa tarde en la ONU, se sucedieron durante los meses siguientes una serie de encuentros por todo Estados Unidos, por lo que ahora, para muchos con los que nos encontramos más o menos casualmente -desde Washington a San Francisco, desde Houston a Boston y desde Chicago a Rochester-, The religius sense no es ya solamente un libro, sino el comienzo de una historia en el camino marcado por la amistad cristiana vivida según el carisma de CL. Si la primera conferencia del 97 fue una sorpresa, mucho más lo ha sido ésta: en la sede de las Naciones Unidas de Nueva York se ha hablado del único nombre que da un rostro completo al Misterio, asegurando la unidad entre los hombres y los pueblos que de otra forma sería imposible: Jesús de Nazaret que ha empezado una historia y que asegura su desarrollo en el tiempo con el mismo método: la experiencia de un encuentro en el presente. Los orígenes de la pretensión cristiana, en efecto, como muchos saben, pretende mostrar cómo se llega a ser cristiano hoy, es decir, cómo se da el encuentro con la humanidad excepcional del judío Jesús de Nazaret y cómo crece con el tiempo - en quienes son alcanzados por el acontecimiento del Dios hecho hombre y se adhieren con toda la energía de su razón - una certeza profunda, al igual que les sucedió a Juan y a Andrés.
Martino
La actualidad del encuentro de la ONU fue subrayada por el nuncio Martino que desde hace más de diez años es el infatigable representante de la Santa Sede en las Naciones Unidas: "Una de las características del mundo moderno es la pérdida del deseo y la disolución del Misterio. El mundo en el que vivimos se va haciendo obtuso, previsible, explicable y nosotros, los cristianos, podemos frustrarnos por nuestra incapacidad de hacer comprender lo que creemos y por qué creemos". Por eso, explicó Martino, la "pretensión cristiana" emerge con fuerza en todo su valor como desafío al mundo y como propuesta para el corazón del hombre al mismo tiempo: "El misterio central de nuestra fe es la Encarnación. Como hizo Pablo en el Areópago, se trata de anunciar que Jesús murió y resucitó y vendrá a juzgar al mundo". E igual que entonces, también hoy, debido a los prejuicios, "para muchos - y a veces también para los creyentes - es inaceptable que Dios pueda entrar en las circunstancias cotidianas de la vida. La fe no depende de un esfuerzo ético o de la imaginación porque es el mismo Misterio el que se da a conocer entrando en la historia. Por eso los cristianos se toman en serio la humanidad concreta".
Albacete
Antes de que interviniera monseñor Martino, introdujo el debate Lorenzo Albacete en calidad de presidente: "La pretensión cristiana, como la entiende don Giussani, se basa en la experiencia de la correspondencia total entre el acontecimiento de Cristo y los deseos más profundos del corazón del hombre. La "pasión por el acontecimiento de Cristo" coincide exactamente con una "pasión por lo humano" desde el momento en el que "ninguna energía ni ninguna ternura de amor paterno o materno han llenado el corazón del hombre más que estas palabras de Cristo apasionado por la vida del hombre" (Los orígenes...). Es esta misma pasión por la vida del hombre la que monseñor Giussani quiere compartir con nosotros hoy".
Ecumenismo real
El encuentro se ha desarrollado bajo el signo del ecumenismo, querido y buscado a través de las invitaciones que se han hecho: en el estrado, en efecto, se han sucedido el cardenal John O'Connor, arzobispo de Nueva York, el rabino Niel Gillman, director del Departamento de Teología Hebrea del Seminario Hebreo de Nueva York y el Embajador musulmán Razan A. G. Farhadi, Representante permanente del Estado islámico de Afganistán en la ONU. El pastor luterano Gilbert C. Meilaender, director del Instituto de Ética Cristiana en la universidad de Valparaíso, en Indiana, no pudo asistir debido al mal tiempo y envió su intervención.
O'Connor
El cardenal O'Connor recordó su amistad con don Giussani y subrayó la profundidad del libro que acaba de publicarse, "cien páginas cargadas de contenido. Es un texto comprometedor, rico y profundo, escrito por un hombre al que estimo profundamente, un amigo que sabe construir. Páginas en las que Giussani ha recogido el trabajo de profundización de la naturaleza y de la dinámica de la relación entre Dios y el hombre a través de la figura de Cristo". El Cardenal señaló el corazón del anuncio cristiano: "El Misterio ha entrado en el mundo, pero nosotros ¿dónde nos situamos respecto a este Misterio que se hace presente? En este nivel se juega nuestra humanidad, la posibilidad de ser verdaderamente hombres. Cristo es la verdadera humanidad y a su pregunta: "¿Vosotros quién decís que soy yo?", todos debemos responder". Y éste - concluyó el cardenal de Nueva York - "es el significado de la pretensión cristiana. El cristianismo es el anuncio de que un hombre, Jesús de Nazaret, es Dios y de que esto es una hipótesis razonable".
Gillman
El rabino Gillman afirmó que hablaba como hebreo observante, como rabino y como teólogo: "Esto significa, ante todo, que en el corazón de mi identidad religiosa existe la convicción de que la Alianza de Dios con Israel es eterna, firme e insustituible. Ante vosotros tenéis un hebreo que lee a Monseñor Giussani con "lentes" hebreas".
Gillman confesó un descubrimiento que le entusiasmó: "Mi primera reacción, al leer los dos libros de don Giussani (El sentido religioso y Los orígenes de la pretensión cristiana; ndr) fue la de acordarme de los escritos de mi último maestro, Abraham Joshua Heschel (pensador religioso estadounidense de origen hebreo-polaco, 1907-1972;ndr): El hombre no está solo y Dios en busca del hombre. Observaréis, sin duda, la analogía con los dos libros de monseñor Giussani. El primer volumen trata de la pretensión religiosa en general y del sentido de una pretensión especial, la hebrea y la cristiana".
El rabino neoyorquino dijo que, para ambos - Heschel y Giussani -, "la presencia de Dios está dentro y más allá de todas las cosas y esto es lo que Heschel define como un "presupuesto ontológico"".
En cuanto a la diferencia entre los dos, Gillman la identifica con el hecho de que don Giussani "pretende demostrar que el cristianismo representa el supremo ejemplo de la entrada de Dios en el reino de la historia humana. La finalidad de Heschel es mostrar el poder perdurable y la importancia de la pretensión hebrea, es decir, de la relación de Dios con Israel como ejemplo del pathos de Dios". Y de forma "aún más significativa - continuó - discrepan en lo que Giussani llama el "crimen" - el término es suyo - de lo que la pretensión cristiana afirma: "Yo soy la única religión, el único camino", el único camino hacia Dios. Heschel no piensa esto del judaísmo. Para Giussani el lugar fundamental y definitivo de la revelación de Dios es la persona de Jesús. Traza con gran precisión cómo emerge gradualmente la respuesta de Jesús mismo a la pregunta: "¿quién es éste?". Solamente poco antes de morir se define a sí mismo como "Hijo de Dios"". Pero el verdadero escándalo, continuó Gillman, es que "la contribución original a nuestra comprensión de Dios, pero también su mayor vulnerabilidad, es la constante tentación de adorar una imagen en vez de a Dios". Pero esta crítica apunta precisamente al fundamento irrenunciable del hecho cristiano, transmitido durante dos mil años de tradición: el anuncio de que en el judío Jesús de Nazaret, muerto y resucitado, el signo y el Misterio coinciden.
"La de Giussani - concluyó el profesor hebreo - es una potente apología del cristianismo, una rigurosa defensa de la fe, aunque ésta no es mi verdad. Pero son precisamente estas diferencias de percepción las que hacen tan necesaria la relación entre nuestras comunidades. Doy las gracias a monseñor Giussani por haber animado este diálogo".
Farhadi
El embajador afgano Farhadi empezó por la cuestión de si "el esfuerzo humano es la fuente de la fe o es Dios mismo el que se da a conocer al hombre. La respuesta a esta pregunta sería una gran contribución al intento de describir la situación del creyente a las puertas del tercer milenio. Monseñor Giussani ofrece una respuesta: en el cristianismo es el mismo Misterio el que se da a conocer, penetrando y dominando la historia. En este libro, - continuó el embajador afgano -, el ser humano se describe empeñado en el descubrimiento de sí mismo ante la presencia del Misterio, porque ha sido ya llamado y atraído por la presencia recóndita del propio Misterio. Dejadme decir que mientras Giussani permanece sólidamente anclado en una teología cristiana, propone caminos innovadores para dar razón de ella".
Farhadi apreció el hecho de que "se refiriese a Abraham en muchas partes del libro. Cuando Dios le pide que sacrifique a su único hijo lo compara con el drama del hombre en la plenitud de su humanidad".
Meilaender
En su intervención, leída por Chris Bacich por las razones expresadas, el profesor luterano Meilaender declaraba compartir el planteamiento del problema cristiano expuesto por don Giussani: "El acontecimiento que está en el origen de la pretensión cristiana da un giro y una nueva forma y reconstruye nuestra comprensión del sentido religioso de la humanidad. Porque este Acontecimiento - cuando Dios, en Jesús, asume la vida humana en su misma vida divina - no es el resultado de nuestra búsqueda y tampoco la conclusión de un razonamiento filosófico. Para nosotros se trata simplemente de creer. Es el acontecimiento en el que Dios mismo construye para nosotros el camino hacia él. Según Giussani la presencia de Dios en Cristo es "el Hecho decisivo de toda la historia", la posibilidad para el hombre de adquirir un rostro humano. Al entrar en relación con Jesús, como les sucedió a los primeros discípulos, nos hacemos, por primera vez, plenamente humanos. La pretensión cristiana se refiere a Dios que viene a nuestro encuentro a través de los siglos y pide nuestra confianza. No es un hecho aprisionado en el pasado ni algo que se alcanza por deducción. La pretensión cristiana es el Amor que se ha hecho uno de nosotros y que pide que nos confiemos a él".
Al final de su intervención Meilaender dijo que "todo hombre busca a Jesús. En última instancia nosotros aprendemos a pedir sólo a la luz de la respuesta. Y esto es lo que Giussani cree que podemos aprender del origen de la pretensión cristiana".
Un ejemplo brillante y persuasivo
Concluyendo los trabajos del seminario, Albacete recordó que "estamos hoy aquí, en la ONU, precisamente por la pasión por lo humano que, a través del carisma de monseñor Giussani, caracteriza la experiencia del encuentro con Cristo en nuestro movimiento. Deseamos que esta entrega por lo humano caracterice la celebración del segundo milenio del nacimiento de Cristo, según las palabras de Giussani con las que acaba el libro Los orígenes de la pretensión cristiana: "El destino no ha dejado solo al hombre. Un acontecimiento que fue anunciado hace siglos y que nos alcanza todavía hoy: el verdadero problema es que el hombre lo reconozca con amor"". En una época de la historia confusa e incierta, el encuentro de Nueva York ha sido un ejemplo brillante y persuasivo del diálogo entre posiciones culturales y religiosas diferentes, pero todas auténticamente humanas y comprometidas en la búsqueda de respuestas a la exigencia de verdad, belleza, bondad, justicia y felicidad que vibra en el corazón del hombre razonable. "Espero que a las puertas del tercer milenio - dijo el nunció Martino - los creyentes puedan colaborar para una sociedad más justa y en paz".
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