La noche del 26 de mayo moría en un accidente de coche Enzo Piccinini, amigo queridísimo, inestimable cirujano y uno de los principales responsables del movimiento.
Deja a su mujer, Fiorisa, y a sus hijos, Chiara, María, Pietro y Annarita. Don Giussani nada más tener noticia de su muerte ha enviado este mensaje a todas las comunidades de CL en Italia y en el mundo
Mientras volvía a Módena, después de su jornada de trabajo de cirujano estimadísimo y habiendo asistido a una reunión con el Centro del CLU en Milán, no se sabe cómo, Enzo se salió de la carretera, perdiendo la vida en un gravísimo accidente.
Lleno de dolor, pido a cada comunidad de CL en Italia y en el mundo que se reúna para celebrar una Santa Misa en la que rogar a Dios que podamos heredar la misma fe que tenía Enzo.
Es ciertamente el dolor más grave con el que Dios pone a prueba a nuestra Fraternidad en este momento, porque Enzo ha sido un hombre que, desde la intuición que tuvo dialogando conmigo hace treinta años, dijo su "sí" a Cristo con una dedicación asombrosa, con una perspectiva inteligente e integral, y ha centrado toda su vida en Cristo y en su Iglesia. Lo más impresionante para mí es que su adhesión a Cristo fue tan totalizante que no ha habido día en que no buscara de todas las formas posibles la gloria humana de Cristo.
¿Qué es lo que nos pide a nosotros el misterio de Dios en semejante prueba de gran sufrimiento? Nos pide que recordemos siempre a Cristo como el sentido de la vida, a todos los niveles y en todos los campos : "Cristo es todo en todos".
Por eso, cada vez se vuelve más claro para nosotros, con el tiempo, que la salvación, es decir, la afirmación positiva del ser, implica siempre como condición la cruz : Ave crux spes unica.
Pidamos a María que vivió una prueba semejante, que su mujer Fiorisa y sus hijos Chiara, Pietro, María y Annarita, sean tan verdaderos como él.
Nuestro amigo Alberto, al volver de Norteamérica con la alegría de contarnos a todos la manifestación de la profundidad de nuestro carisma atestiguada en la reciente reunión en la ONU, a la salida del avión, recibió esta noticia tristísima que le dió Widmer. Ante la contradicción inherente a la historia de todos los hombres, pensó: "Cruz y Resurección". El dolor no sería racional si no se viera redimido en la afirmación de Cristo.
Ésta es, amigos míos, la contradicción que, en todo caso, nada en el mundo puede resolver. La posibilidad de tener la paz y la alegría que nos da el Misterio de su Resurección reside únicamente en la fe en Cristo.
Por eso pedimos también a Enzo que nos ayude a recordar todo esto, antes de que el mundo asalte nuestro corazón y destruya en él toda positividad y por consiguiente, cualquier esperanza.
Os escribo como a amigos.
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