Presentación de Educar es un riesgo con Monseñor Fisichella y Monseñor Camisasca, organizada por la Fraternidad San Carlos Borromeo en la Universidad Lateranense el 5 de diciembre
¿Este libro sólo es válido para los creyentes y para los profesores católicos? Monseñor Rino Fisichella, rector de la Universidad Lateranense, desmiente con firmeza la pregunta. «Educar es un riesgo no está dirigido sólo a los cristianos, sino también a quien no lo es, para que pueda encontrar razones que le lleven a preguntarse al menos por el sentido de la vida». Este es uno de los párrafos más significativos de su intervención con ocasión de la presentación del libro de Giussani, que tuvo lugar en Roma, en esta Universidad pontificia.
El acto del pasado 5 de diciembre fue organizado por la Fraternidad San Carlos, a cuya invitación se unieron, además de don Massimo Camisasca, el propio rector Fisichella, encantado con una presencia culturalmente interesante en una institución con un creciente número de estudiantes y materias impartidas.
Tanto Fisichella como Camisasca subrayaron varias veces que el tema del libro no es la “educación cristiana”, y no se dirige sólo al hombre de fe, sino que se afronta el tema de la educación desde una perspectiva universal.
Camisasca centró buena parte de su intervención en el concepto de razón y en la importancia que le da don Giussani: «Educar es un riesgo nace de la confianza en la razón. El título expresa el interés por huir de la ideología y la necesidad que tienen maestro y discípulo de vivir conjuntamente la aventura de la vida. “Riesgo” significa aceptar la posibilidad de equivocarse y de perdonarse».
A continuación, el superior de la Fraternidad San Carlos Borromeo, hizo un recorrido por los contenidos fundamentales del libro, destacando la extrema actualidad de la propuesta educativa de Giussani. Emerge la figura del educador que no se debe entender ni como autoridad absoluta que manipula, ni como “vendedor” de respuestas preconfeccionadas que no se arriesga en la relación personal con el interlocutor. Camisasca precisó que «para don Giussani, la educación consiste en estar dispuestos a aprender juntos, a ponerse con sencillez delante de otra persona, delante de las cosas y del Misterio, que es la verdadera realidad en la que nos introduce la educación». Sólo siguiendo este itinerario el discípulo se convierte en protagonista. No está llamado a repetir al pie de la letra lo que se le ha trasmitido (la tradición), sino que «debe verificarlo de manera crítica, para hacer suyo lo que ha recibido».
Fisichella elogió al fundador de Comunión y Liberación, refiriéndose a él como a un auténtico apologeta de nuestro tiempo. Pero el Rector no quiso utilizar el vocablo con esa acepción que a menudo le confiere la mentalidad común, y que acaba por reducir el apologeta a visionario acrítico. «No encuentro una expresión más bella para describir a don Giussani: el apologeta es aquel que es capaz de presentar la pureza de la fe y de encontrar razones para comunicarla». Giussani es un «defensor de la razón en un momento histórico y cultural en el que asistimos a la batalla en contra de un uso correcto de la razón».
Las palabras de Fisichella no nos muestran solamente un don Giussani amante de la razón, sino a un hombre capaz de abrir los ojos de sus alumnos hacia la verdadera dimensión de la realidad, porque en ella «somos llamados a comprender el significado presente y se nos empuja a usar la inteligencia crítica y a plantear preguntas».
La genialidad de Educar es un riesgo –según Fisichella– consiste en «mostrar que la vida tiene sentido y que éste no sólo se tiene que alcanzar sino también se tiene que vivir».
¿Cuál es ese sentido de la vida que se puede percibir –y encontrar– en la relación educativa? Fisichella no teme afirmar que «aquí nos encontramos con la palabra Misterio. Es significativo que al hablar de educación, Giussani nos haya puesto ante la dimensión del Misterio. Lo bonito de Giussani es precisamente esto: el Misterio no es una teoría, es una persona que se puede encontrar, y esta persona es el Hijo de Dios, un hombre de treinta y tres años. Por tanto, el Misterio sale a nuestro encuentro en un momento histórico, que otorga a mi vida su sentido».
Misterio, verdad, libertad, son palabras claves en el libro de Giussani y en la tarea educativa de la Universidad Lateranense. Fisichella es consciente de ello y dedica la última parte de su intervención a la relación que hay entre estas palabras: «Delante del Misterio crece el reclamo a la verdad, tu libertad crece. Como dice san Juan, «La Verdad os hará libres»: por eso el Misterio no limita la libertad, de la misma manera que la fe no limita la razón».
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