Del 2 al 5 de enero peregrinaron a Santiago de Compostela un grupo de bachilleres españoles. He aquí su testimonio
Del día 2 al 5 de enero fuimos un grupo de cien bachilleres a peregrinar a Santiago. La verdad es que no me apetecía ir, pero me fié de lo que me proponían. Sin embargo, el primer día estuve pasiva por el frío y el sueño hasta que Enrique dijo que, si estábamos condicionados por ese tipo de cosas, seríamos esclavos de ellas y, por lo tanto, para ser felices necesitaríamos que todo nos fuera bien, y eso no ocurre siempre. Aquello fue un reclamo para mí y me obligó a cambiar mi pasividad por la atención. Así descubrí en los testimonios de Nacho e Isabel que la certeza no es entenderlo todo, sino entender que esta compañía es mi sitio y que todo lo que Dios empieza es para acabarlo.
Estas dos cosas han sido fundamentales para mí porque yo he descubierto que éste es el sitio en el que seré feliz y que, aunque a veces me parezca que no avanzo en el camino de mi vida, Él no me va a dejar a la mitad.
Por último, les pedí a mis amigas que, si alguna vez me dejo llevar por los sentimientos y creo que lo que viví en Santiago es mentira, me recuerden que yo allí fui feliz y que existe la posibilidad de serlo en todas partes.
Teresa
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El Camino a Santiago ha sido un regalo que se nos ha dado gratuitamente. Mientras caminaba detrás de la Cruz, al lado de mis amigos, me daba cuenta de que uno solo en la vida no hace nada, de que Cristo es la fuente de mi alegría, una compañía presente, viva. Me siento afortunada porque veo cómo Cristo me quiere y me cuida, a través de unos amigos, a través de rostros concretos, con nombre y apellido; es una gracia poder tener un lugar donde te guían, y veo que tengo una gran responsabilidad: seguir. Me sorprende cómo Cristo nos toca a través de la realidad. Para mí la peregrinación ha sido un momento de reconocimiento, una presencia viva, que me acompaña en la vida y que día a día me hace más humana. Ahora lo único que tengo que hacer es ser fiel a mi deseo de felicidad y estar agradecida a la realidad, porque es el medio que Cristo utiliza para decirme: «Aquí estoy».
María
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Después de esta peregrinación a Santiago, no puedo más que dar gracias a Dios por todo lo que tengo y que Él me ha dado. Una vez más el camino es un buen ejemplo que me enseña lo que es el camino de la vida, con los dolores, cansancios… y me doy cuenta de que yo no podría caminar sola porque son mis amigos los que me dan la fuerza para seguir y por ellos, una vez más, quiero dar gracias.
Lucía
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Frente a lo poco que me apetecía el día anterior ir a Santiago y ponerme a andar, tenía la certeza de que seguir la propuesta de mis amigos, que son el rostro de Cristo para mí, es lo que a mí me constituye, porque yo necesito de Otro en mi vida, de Otro que camine conmigo... Ir a Santiago era la posibilidad de verificar esto. Pero llegué, y la primera noche me acosté con la tristeza de no sentir una especial emoción al escuchar lo que se decía hasta que una amiga me hizo ver que mi certeza no dependía de mi emoción, sino de la sencillez de reconocer que cualquier circunstancia es de Otro que sale a mi encuentro. Por ello la peregrinación fue fascinante, igual que mi vida, porque en toda ella puedo esperar a Aquél que ya ha tomado la iniciativa y, como nos recordaba Isa en su testimonio, sólo la ingratitud nos hace olvidar que Dios no empieza algo si no es para terminar.
Belén
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El Camino de Santiago fue un verdadero espectáculo. Anduvimos muchísimo todos los días, desde las 8:30 de la mañana hasta las 18:30 de la tarde, parando más o menos a las 14.00 para comer y visitar cada día una iglesia significativa del Camino. Caminar siguiendo la Cruz, todos juntos hasta Santiago, cada uno al lado de sus amigos, es como la vida: caminar acompañados de amigos hacia nuestro Destino. La unidad que había era impresionante, no sólo cuando se caminaba, sino en todo momento: los cantos, las cenas, el respeto de la hora de silencio. Cuando llegamos a la Catedral, yo estaba muy cansada, pero contentísima de poder abrazar a Santiago y rezar arrodillada delante de su sepulcro. Santiago nos esperaba. Había personas nuevas, que venían por primera vez con nosotros y se quedaron impresionadas por la unidad, la acogida y el interés que les mostramos. Ahora que cada uno ha vuelto a la vida de siempre, yo rezo para que todos los días pueda tener la misma conciencia, entusiasmo y unidad, y rezo también porque todos puedan vivir la belleza de nuestra compañía: Jesús. Esta es la forma con la que quiero empezar cada mañana.
Giorgia
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